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Maltrato y BDSM

El riesgo siempre está ahí y nunca hay que obviarlo. Después de todo, los límites entre una práctica sexual consentida y sana y una situación de abuso pueden ser muy débiles y permeables. Siempre puede suceder que, al abrigo de un juego BDSM o de una relación de dominio y sumisión, un dominante camufle lo que no es otra cosa que abuso y maltrato. Para diferenciar una cosa de la otra es fundamental, ante todo, atender a la característica principal de todos los juegos de dominio y sumisión. Como juegos que son, se basan en unas reglas y esas reglas se atienen, en todo momento, a unos parámetros de consenso, sensatez y seguridad que nunca deben faltar.

Límites del juego BDSM y palabra de seguridad

El juego BDSM tiene sus límites y esos límites deben ser pactados por los intervinientes en el juego. Que sean pactados quiere decir que deben ser comentados. Obligatoriamente se debe hablar de ellos. Ninguno de los intervinientes en el juego debe presuponer que el otro participante va a conocer o a intuir cuáles son sus límites. En el establecimiento de los límites del juego BDSM en el que se va a participar no hay intuiciones que valgan.

Cuerdas para bondage

Al hablar de bondage hay que tener siempre presente que el tipo de cuerda es fundamental a la hora de determinar el tipo de sensación que experimentará la piel cuando esté en contacto con ella. No será la misma la sensación que la piel experimente al ser rozada por una cuerda de nylon que al serlo por una cuerda de, por ejemplo, algodón.

Asfixia erótica: una trampa de placer

Seguramente la imagen está presente en la retina de todos los amantes del cine erótico. Matsuda, protagonista femenina de El imperio de los sentidos, estrangula a su amante, Kichizo Ishida, mientras hacen el amor. De ese estrangulamiento se deriva, según se contempla en las imágenes, un orgasmo mucho más intenso y prolongado, posiblemente a causa de una alta producción de endorfinas. Dicha reducción intencional de la respiración cuando se está a las puertas del orgasmo recibe el nombre de asfixiofilia, hipoxifilia o, más comúnmente, asfixia erótica.

Sexo duro y BDSM, ¿son lo mismo?

Agarrar por el pelo, dejar un arañazo en la espalda, abofetear la cara con la intensidad suficiente como para dejarla roja, propinar una buena tanda de azotes en las nalgas, insultar mientras se dan órdenes de inequívoco contenido sexual… todos estos actos tienen cabida en un encuentro de sexo duro. Casi todos ellos hacen referencia a la utilización de recursos físicos para tomar el control de la pareja. Casi todos ellos hablan del uso de la fuerza física para doblegar la voluntad del amante.

Juguetes caseros para bondage

Muchas personas suelen asociar su recuerdo bondage más antiguo a los juegos de la infancia. Se recuerdan niños, jugando a policías y a ladrones, siendo esposados, y sienten una mezcla de añoranza y excitación. Quizás entonces echaron mano a algo que sus padres tenían por ahí, quién sabe si a una bufanda, a un cinturón o a una corbata. El recuerdo les trae la emoción de aquellos días y empiezan a plantearse la posibilidad de repetir aquella experiencia. Esta vez, lógicamente, intentarán añadir algunos componentes eróticos.

Cursos de bondage

El bondage no es una práctica que pueda realizarse sin entrenamiento. El bondage existe para causar placer, no para causar lesiones. Un nudo mal realizado siempre puede convertirse en una amenaza o en la causa de una lesión más o menos grave. Una luxación, una abrasión por el roce de una cuerda, una contractura muscular, una asfixia… Son muchos los daños que puede causar una persona que no posea los conocimientos técnicos suficientes. Por eso son importantes los cursos de bondage.

Dispositivos de castidad masculina

Restringir el pene. Ésta es una de las tareas que acostumbran a formar parte del juego BDSM. Desde el uso de correas y anillos para el pene hasta las jaulas de castidad o jaulas de pene, son varias las posibilidades e instrumentos de los que una mujer dominante puede servirse para potenciar y explicitar su dominación sobre un hombre sumiso.

Posturas bondage

Extendido con los brazos en cruz, atado en decúbito supino a una otomana, sentado y atado a una silla o inmovilizado con cuerdas y suspendido del techo con los brazos sobre la cabeza… Éstas son algunas de las posturas más comunes del bondage. Pero el juego BDSM avanza y, las parejas que ya llevan un cierto recorrido en la práctica de los juegos BDSM pueden querer experimentar con posturas más físicas y dramáticas.

El erotismo del vampiro

¿Por qué los vampiros son tan sexys? ¿Es debido, quizás, al aire noctámbulo que arrastran? ¿Es tal vez por causa de esa elegancia, tan asociada al color negro, que acostumbran a transmitir? ¿O es la idea de peligro que, de manera indefectible, va ligada a ellos, la que hace que tantas mujeres sientan una atracción, vertiginosa y húmeda, hacia esos seres misteriosos? Lo más probable es que no sea ninguno de esos factores (o que ninguno lo sea en exclusiva) el responsable de dicha atracción tenebrosa.