La necesidad de disculparse

Tan importante como saber comportarse es el saber disculparse cuando se realiza algo que, por el motivo que sea, no se ajusta exactamente a las normas de comportamiento. En el BDSM, la disculpa tiene un matiz añadido. Cuando un sumiso o un esclavo se disculpa no lo hace por tener conciencia de haber hecho algo mal o por haberlo hecho sin tener conciencia de ello. En el ámbito del BDSM, cuando un sumiso o esclavo se disculpa lo hace porque es consciente de haber disgustado al Dueño o Amo. Es decir: la satisfacción o insatisfacción del Amo, y no ningún otro tipo de factor, es lo que determina la obligación que tiene todo sumiso de disculparse en el transcurso de un juego BDSM.

Para ser un buen esclavo o un buen sumiso, pues, hay que saber disculparse. Sin dominar lo que podríamos llamar el arte de la disculpa, el sumiso o esclavo no será nunca un buen sumiso o esclavo. La disculpa del sumiso se iza sobre unos cimientos en los que nunca pueden faltar la humildad y la aceptación.

El sumiso debe ser humilde. No debe tener arrogancia alguna. Será esa falta de arrogancia, esa humildad, la que permita al esclavo o sumiso a presentar la disculpa BDSM tal y como debe ser presentada. El Amo debe distinguir en todo momento cuando la disculpa del sumiso es una disculpa en toda regla o, por el contrario, una disculpa instrumental, una disculpa falsa, una disculpa que busca sólo obtener los efectos deseados.

La verdadera disculpa BDSM, por otro lado, debe ser una disculpa que se sustente sobre la aceptación de la responsabilidad de la acción que ha hecho necesaria la presentación de la disculpa. Sin la aceptación de esa responsabilidad, la disculpa no puede ser, en modo alguno, una verdadera disculpa.

Las fases de la disculpa

La disculpa BDSM se puede dividir en cuatro fases: iniciación, aclimatación, afirmación y alteración. Veamos en qué cosiste cada una de estas fases de la disculpa BDSM.

  • Iniciación. En esta primera fase de la disculpa del sumiso BDSM, el sumiso o sumisa declara sentirse arrepentido o arrepentida por su comportamiento, acción o falta. La declaración inicial de la disculpa debería ser corta y dulce. Podría servir, por ejemplo, un “por favor, perdóneme”. O un “le ruego me disculpe”.
  • Aclimatación. En esta fase de la disculpa BDSM, el sumiso goza de la oportunidad de admitir el error o la ofensa que haya podido infligir a su Amo o Ama. Es aquí cuando el sumiso debe expresar algo que debe ser, en todo caso, cierto: “no era mi intención desagradarle”. Y es que entre las obligaciones del sumiso en el juego BDSM no figura, nunca, la de enfrentarse al Amo, la de luchar con Él, la de disputarle su poder.
  • Afirmación. El sumiso no sólo debe pedir disculpas al Amo por haber realizado algo inapropiado (o por no haber realizado lo que debía realizar), el sumiso debe, también, expresar a su Amo la promesa de que ese acto (o no acto) no volverá a repetirse. “Le aseguro que no volverá a suceder” es una buena manera de hacer llegar al Amo una información capital: el compromiso del siervo o sumiso para no volver a repetir la ofensa que le ha llevado a tener que pedir una disculpa.
  • Alteración. ¿Qué busca el sumiso o esclavo con la ejecución de esta última fase de la disculpa BDSM? Expresar a su Amo o Dómina que acepta las consecuencias (castigo) que Éste o Ésta considere apropiado o, en su caso, preguntar sobre la posibilidad de rectificar la situación. El sumiso, en esta fase de la disculpa BDSM, puede pronunciar expresiones como “por favor, permítame que le compense de algún modo” o “Señor: pido humildemente que castigue mi cuerpo para que pueda recordar este infausto incidente”.

Para que la disculpa sea realizada correctamente y, por tanto, pueda surtir efecto, el sumiso o sumisa debe adoptar una postura correcta. La mejor de todas ellas es aquélla en la que el sumiso o sumisa se arrodilla, apoya la frente en el suelo, extiende los brazos ante sí colocando las palmas de la mano apoyada en el suelo, con las nalgas elevadas y la espalda arqueada. Ésta es una postura típica de sumisión que debe mantenerse hasta que el Amo o Dómina ordenen a su sumiso o sumisa abandonarla.