La palabra de seguridad, la clave para parar el juego

Con el término anglófono de Safewords denominamos las palabras que la gente utiliza para indicar su estado, si están bien o no dentro del juego Sado o BDSM. Esta safeword o palabra-clave o palabra-señal es una palabra que el sumiso puede utilizar para indicar a la parte dominadora que ya está bien, que se ponga fin de inmediato a lo que se está realizando. Con esa palabra puede avisarse también de la sucesión de un accidente o de que se ha sobrepasado un límite pactado de antemano.

La palabra reservada para estos casos no debe ser una palabra de uso común durante una escena. No debe ser una palabra que pueda usarse de manera accidental, pero sí que se recuerde fácilmente. Los tres colores del semáforo pueden servir. Con el verde todo va bien. Tira millas, pareces decir. Sigue por ahí que vas por el camino correcto. La palabra amarillo, como safeword, puede cumplir una misión de advertencia. Ojo, puedes decir con ella, te estás acercando a una zona peligrosa. Estás bordeando un límite, te estás acercando a un umbral de dolor, sé más cuidadoso. El rojo, lógicamente, ordena un stop, una detención súbita y completa de lo que se está realizando en ese momento.

No hace falta decirlo: quien utiliza un safeword debe hacerlo con absoluta honradez. No hacerlo frustraría el placer de los participantes y, muy posiblemente, también el suyo. Y debe ser rápido. Tanto como la parte dominante para ofrecer apoyo emocional y físico a esa parte sumisa que ha ordenado/suplicado la finalización del juego en total o de esa categoría del mismo en particular.

Pero la comunicación durante la escena no debe limitarse de ninguna manera al uso que pueda hacerse de los safewords. La comunicación con la pareja durante el juego debe servir para conocerse mejor, para saber cómo se está procesando la estimulación que se recibe. Preguntas cortas y concisas que permitan respuestas cortas y concisas y que no den lugar a dudas. En esas preguntas sinceras y en sus respuestas sinceras se esconde la posibilidad de probar algo en principio no pactado. “Sí, esto no lo habíamos hablado, pero, llegados aquí, ¿qué te parecería si…?” Y a veces puede resultar que al respuesta sea sí, vale, bueno, lo probamos. Y así se consigue una nueva experiencia conjunta y una nueva sabiduría mutua.

Muy probablemente, esta comunicación que salta las barreras de los safewords y se adentra y amolda al desarrollo del juego en sí, resulta mucho más útil, estimuladora y sugerente que los colores del semáforo. Después de todo, ¿no es mejor escuchar la voz de tu pareja dirigiéndote a ti de una manera personal y vuestra que no ateniéndose a algo tan frío como el código de circulación? Eso sí: no olvidéis que circuláis por carreteras peligrosas, llenas de curvas, precipicios y cambios de rasante, y que cualquier descuido o exceso de confianza puede resultar fatal.