NO es NO

Parece sencillo pero, por lo que se ve, no lo es. Por eso muchas universidades, instituciones y gobiernos han iniciado campañas para enseñar que “No significa No”. El consentimiento sexual, la aceptación de lo que una persona quiere o no hacer sexualmente, es un concepto, pues, que necesita ser explicado. Y no sólo en España. Son varios los países del mundo que han iniciado campañas para aclarar el concepto de consentimiento sexual. Se han hecho en Inglaterra, por ejemplo, y universidades como la de Oxford y otras muchas de California incluyen entre sus asignaturas talleres obligatorios de consentimiento sexual.

En algunas ocasiones, las campañas van orientadas a “alfabetizar sobre consentimiento sexual” a los recién llegados a un país con una cultura y unos usos sociales muy diferentes a los de los países de origen. Eso se hace, por ejemplo, en países como Noruega, Finlandia y, más recientemente, Alemania.

Con estas campañas se pretende acabar con muchos mitos culturales y el peso de muchas frases hechas que transmiten más valores equivocados que ideas ciertas. Una de ellas: “las mujeres, cuando dicen ‘no’ quieren decir ‘sí’”. Nooooooooooo. Cuando las mujeres dicen NO quieren decir NO. Si quisieran decir SÍ, dirían SÍ. El esfuerzo vocal, al fin y al cabo, es el mismo para decir SÍ que para decir NO. Si una chica dice NO no está intentando que te esfuerces más para conquistarla o que intentes vencer esa resistencia. Está simplemente transmitiéndote que, o bien no quiere nada contigo, o bien no le apetece nada en ese preciso instante. No insistas, pues.

No comprender esto (o no querer comprenderlo) está detrás de muchos casos de agresión sexual. La educación recibida de parte de una sociedad fundamentalmente patriarcal, también. La presión del grupo, la complacencia social, la circulación de estereotipos machistas (“ésa ha salido vestida pidiendo guerra”) o la permanencia de roles masculinos y femeninos de comportamiento respecto al ritual del cortejo son, también, factores contra los que hay que luchar y en los que acostumbran a hacer hincapié las campañas educacionales sobre el consentimiento sexual. Estas campañas, además, intentan resaltar un hecho que a menudo se obvia: los abusos pueden darse, también, en el seno de la pareja. Ahí, en ese ámbito privado, también debe respetarse, qué duda cabe, el consentimiento sexual.

La educación sobre lo que es el consentimiento sexual es sólo el apéndice de lo que debería ser una profunda y firme educación en valores. A cuanta más joven edad se realice dicha educación, mejores serán los resultados. Esa educación debería, también, focalizar parte de sus esfuerzos en enseñar a usar de un modo correcto las redes sociales. Éstas no han hecho sino incrementar la ambigüedad de muchas situaciones en las que interviene el consentimiento sexual.

Muchos usuarios de las redes sociales no acaban de entender que las actitudes mantenidas al comunicarse a través de ellas no tienen siempre que corresponderse con las actitudes mantenidas por las personas cuando están cara a cara. La gente suele mostrarse más desinhibida al escribir en una red social de lo que lo es en realidad y esto puede crear falsas expectativas a quien se comunica con ella. La educación en el consentimiento sexual debe servir para evitar interpretaciones erróneas y desilusiones derivadas de la creación de esas falsas expectativas de las que hablábamos.

El ejemplo del BDSM

El mundo del BDSM se ha propuesto en alguna ocasión como modelo de funcionamiento que debería servir para que las personas partidarias del sexo vainilla comprendieran perfectamente lo que es el consentimiento sexual. El concepto de consentimiento sexual, de hecho, no puede desligarse de la práctica del BDSM. Los miembros de la comunidad BDSM saben que todo lo practicado es negociado, pactado y respetado. Y, sobre todo, que nada debe ser dado por supuesto.

En múltiples posts de esta sección hemos resaltado cómo la negociación previa entre las partes participantes en cualquier escena BDSM es imprescindible para que la escena pueda desarrollarse. Aquí hemos dedicado espacios al contrato de sumisión y al uso de la palabra de seguridad, salvaguarda de toda aquella persona que participe en una práctica BDSM y clave de bóveda sobre la que se sustenta el consentimiento sexual.

Para fortalecer la idea del consentimiento sexual y hacer de él algo real y efectivo en las relaciones sexuales hay que potenciar al máximo la comunicación con la pareja. Ese fortalecimiento de la comunicación permitirá preguntarse de manera clara (y contestar del mismo modo) lo que se quiere o no se quiere hacer sexualmente. Sólo de ese modo se podrán mantener unas relaciones sexuales libres de presiones y plenamente satisfactorias y en las que la idea de abuso quede absolutamente desterrada.