Ya nos queda poco para zambullirnos de lleno en el funcionamiento de la escena. Antes de hacerlo, vamos a detenernos en analizar un poco más detenidamente un aspecto que no debemos olvidar: el encuentro sexual de dominio y sumisión no deja de ser una escenificación. Por eso hay que planteársela como una representación teatral.

Acción persuasiva

Tal vez la expresión “acción persuasiva” no sea la más técnicamente idónea para nombrar lo que queremos hacerte comprender, pero dicha expresión puede ser lo suficientemente ilustrativa para darte cuenta del concepto que intentamos transmitirte. Que la escenificación y puesta en práctica de vuestra fantasía erótica implique la demostración de vuestros anhelos más privados y realmente íntimos no quiere decir que para que dicha demostración no resulte efectiva no deba recurrirse a trucos y técnicas aprendidas directamente del arte teatral. Al contrario. Piensa que estamos hablando continuamente de escenificación y que en toda escenificación es necesario aplicar técnicas de actuación. La voz, los gestos y los movimientos en el escenario en que nuestra fantasía es llevada a término son fundamentales para que los roles adquieran corporeidad y realismo. Como sucede en el cine y en el teatro, no basta un buen guión para asegurar el éxito. La interpretación es fundamental. No sólo son importantes las palabras. También lo es (y de qué manera) cómo se pronuncian esas palabras, el tono que se utiliza para hacerlo y la expresión corporal que la acompaña.

Para que todo eso funcione coordinada y exitosamente es imprescindible que vivas la pieza a representar, es decir, que creas en la fantasía sexual y te empapes de ella.

El tono de voz es, como puedes imaginar, capital. Si quieres ser un buen Ama, aprende a hablar con firmeza (incluso con dureza) a tu sumiso. Aquí no tiene cabida la suavidad. Para conseguir ese tono que la acción dominadora requiere, practica con una grabadora. Ella te ayudará a utilizar todo tu potencial y a imprimir a tu voz la dureza y exigencia requerida. Hablar con confianza y autoridad es un requisito imprescindible. Si lo haces, podrás convencer a tu socio de tu poder y de lo que le conviene obedecer a tus órdenes.

El lenguaje corporal es, igualmente, fundamental. La comunicación no verbal (contacto ocular, expresión facial, postura corporal) puede determinar el éxito o el fracaso de un guión muy elaborado. La manera según la que caminas, tu modo de sentarte, tu postura al estar quieta, tu sonrisa o incluso la altura de tu barbilla determinan claramente en cualquier situación si eres dominante o sumisa. La persona dominante mantiene contacto con los ojos; la sumisa, por su parte, hace caer su mirada. La persona dominante se mueve segura y sin complejos en espacios amplios; la sumisa, limita la cantidad de espacio que ocupa. La dominante puede mirar lo que le apetezca; el sumiso, no. La Dómina camina con la cabeza alta; el sumiso, la humilla.

Preparación del papel

Toda representación requiere una serie de ensayos. Las representaciones a las que aquí nos referimos no van a ser menos. Revisa tu papel, la secuencia de comandos, practica tu tono de voz y la forma de moverte, interiorízalas. Hasta que puedas encajar perfectamente en el papel dominante sin tener que pensar en él deberás practicar para que esa interiorización se haga de manera casi automática, sin intervención del pensamiento, de un modo natural. Un poco de ensayo es, siempre, propicio para el correcto funcionamiento y éxito de la fantasía.

Cuando te hayas convertido en una experta Dómina no necesitarás toda esta extensa preparación, pero nunca te duermas en los laureles. Procura siempre que tus recursos funcionen y actualízalos sin fuera necesario. Los métodos de disciplina no deben ser inamovibles. Deben ser eficaces. La práctica y el ensayo te ayudarán a que sea así.

Placer

Una de las mejores formas de establecer y mantener tu autoridad es que tu sumiso disfrute de tu dominación. Cuando ese sumiso compruebe el placer que le puedes dar, se sentirá agradecido y feliz. Y pedirá más. Eso no quiere decir que siempre debas proporcionarle placer. Si el sumiso sonríe continuamente es que algo no funciona bien, pero a la fantasía y al enganche que tu sumiso pueda tener contigo le va de maravillas que exista un tiempo de placer dentro del castigo. Después de todo, la misión fundamental de un buen Ama es hacer feliz a su esclavo. Recuérdalo siempre para que tu dominio no pierda su razón de ser y su efectividad y se convierta en pura tiranía.