Mordeduras y arañazos

¿Por qué se acostumbra a asociar vampirismo y sexualidad? ¿Por qué se suele dibujar a las vampiresas como a personajes muy sexys? Vienen de la noche, visten de negro, muerden a los que desean… ¿No bastan esas explicaciones? Vampiros y vampiresas, guiados por la llamarada del deseo, buscan el elixir de vida en el cuerpo de los demás. ¿No es eso sensual?

Hay que pensar, además, en otra cosa. El mordisco del vampiro no va a cualquier lugar. El vampiro no te muerde el brazo, ni la pierna, ni el vientre… El vampiro te muerde el cuello y el cuello es una de las zonas de mayor sensibilidad erógena. Sólo los genitales, quizás, superan al cuello en cuanto a excitabilidad. Cuando el vampiro muerde el cuello de la víctima, ésta se ve traspasada por dos espadas: la una es la del dolor; la otra, la del placer. Los besos en el cuello, ya lo sabéis, pueden encender a la persona más fría. Pulsan teclas de excitación que nunca fallan.

El mordisco en esa zona debe realizarse siempre cuando la excitación de la pareja que debe recibirlo es mayor. Será esa excitación la que permita que la presión de los dientes sea mayor. El dominante debe alternar en este momento los mordiscos rápidos con otros más largos. Por supuesto, no hay que romper la piel. Hay que evitar, en cualquier caso, heridas e infecciones.

Y tienes que ir más allá de Drácula. Que él muerda solamente el cuello no quiere decir que tú debas limitarte obligatoriamente a eso. Puedes morder a lo largo de la espalda, en los costados del cuerpo, la areola del pezón (estimula convenientemente esa zona para que el pezón despierte y se desperece solicitando la intervención cariñosa y tremendamente excitante de tus dientes), piernas y muslos (especialmente en la parte interna, cuanto más cerca de los genitales mejor). Cuanto más muerdas por esta última zona señalada, más anhelará el sumiso el contacto genital. El macho dominante, llegado a este punto, puede morder suavemente los labios de la vulva de la mujer o el mismísimo clítoris. Esto debería realizarse de manera muy esporádica. Si dedicas mucho tiempo a ello, es muy probable que la hembra sumisa alcance el orgasmo antes de lo que los dos deseéis. Y recuerda siempre: no tengas prisa, ya llegará el momento en que puedas sentir, si ése es tu deseo, cómo tu pareja se corre en tu boca.

Hay algo muy sensual, también, en los arañazos. Con ellos, qué duda cabe, un dominante pude proporcionar placer y dolor a un tiempo a un sumiso. La hembra dominante puede arrastras sus uñas largas por la espalda abajo de su sumiso hasta llegar a sus glúteos. El hombre dominante, si no tiene esas uñas, puede echar mano de un rascador, un cepillo de alambre o incluso una esponja áspera. Los instrumentos llamados “uñas de gato” (un instrumento con dos puntas de acero inoxidable que se pone en el dedo como si fuera un deda) pueden servir también para juguetear con el cuerpo del sumiso y, en especial estimular areola y pezón.

El antiguo manual KamaSutra presta una especial atención al rascado. En las páginas de ese famosísimo libro se habla de cómo, cuando el acto sexual se vuelve pura intensidad, uno de los miembros de la pareja debe presionar con sus uñas sobre la piel del otro. Esta intervención de los dedos como si se comportara como un clavo genera una sensación muy localizada y deja, en el cuerpo del sumiso, una impresión de sensibilidad que dura algún tiempo y que no desaparece al retirar el dedo. El Kama Sutra recomienda usar las uñas para presionar o arañar cuello, pecho, abdomen, glúteos y muslos. El Kama Sutra, la guía sexual más antigua de la historia, dice mucho sobre temas que entran de lleno en el universo de los juegos BDSM. Para las parejas, un interesante libro de cabecera. Sin duda, mucho más entretenido que un thriller romanticón y blandengue.