Las manos, instrumento de tortura

No hacen falta demasiados instrumentos a la hora de realizar una tortura de las tetas. Sabemos de la utilidad que pueden tener unas pinzas, un electrodo de un kit de electro-estimulación o un juego de agujas hipodérmicas, pero nunca debemos obviar las posibilidades que, a la hora de torturar unas tetas, pueden ofrecer nuestras propias manos.

¿Qué pueden hacer nuestras manos en unas tetas? Sabemos que pueden acariciarlas y mimarlas, sí; pero no olvidemos nunca que, en el juego BDSM, esas mismas manos pueden hacer otras muchas cosas con las tetas de la sumisa o esclava como pueden ser pellizcar, arañar, estirar, retorcer, manosear, azotar, sopesar, apresar o clavar las uñas. Sin duda, una amplia variedad de acciones que enriquecerán nuestra escena BDSM.

Veamos con un poco de calma algunas de estas acciones destinadas a poner en práctica una más o menos intensa tortura de las tetas con las manos.

Pellizcar y estirar

La de pellizcar el pezón es, sin duda, una de esas acciones que a pocos “torturadores de tetas” les pasa desapercibidas. El pezón, hay que decirlo, aguanta bien los pellizcos. Es más duro y resistente de lo que en un principio podríamos pensar. Su diseño, después de todo, tiene un fin bien claro: resistir a la tarea implacable de las encías y los incipientes dientes de los lactantes. Por eso son resistentes y por eso puede ejercerse, al pellizcarse, una presión medianamente alta. El dolor causado en el pezón será momentáneo.

Si, por el contrario, lo que deseamos pellizcar son otras partes de la teta, deberemos extremar las precauciones. Hay partes de la mama extremadamente sensibles (si quieres conocerlas accede a nuestro post “anatomía de la teta”). En estas zonas es fácil que, por la presión de los dedos, se produzcan leves roturas de capilares que dejen algún amoratamiento. Por eso es aconsejable pellizcar estas zonas tomando pequeñas porciones de la dermis y no grandes partes de ella. Aquí, lo que se impone es, por encima de otro tipo de pellizco, el “pellizco de monja”.

El de retorcer sería un paso posterior al pellizco. Una vez pellizcada, la teta sería retorcida. No todas las tetas ni todos los pezones tienen la misma elasticidad. Dicha elasticidad determinará hasta dónde la teta o el pezón podrán ser retorcidos cuando estemos realizando una tortura de las tetas con las manos.

Otro paso posterior al pellizco sería el del estirar. Una vez pellizcada por el pezón, la teta puede ser llevada de un lado al otro o de arriba abajo. Será la resistencia de la misma teta y las quejas de la sumisa o esclava las circunstancias que determinen el límite al que podemos llevar esta tortura de las tetas con las manos.

Estrujar y azotar

Las manos, al contacto con las tetas, acostumbran a adquirir una autonomía propia. Tienden a sobar, a estrujar, a sopesar… Parece como si las manos, al contacto con esa maravillosa parte de la anatomía femenina que es la teta, la imaginaran como un órgano que estuviera ahí, atornillado, esperando su llegada para que ellas las desatornillaran y sacaran de su ubicación natural. Esto hay que tenerlo siempre presente para imponer un poco de racionalidad a la apasionada y siempre un tanto enloquecida actuación de las manos cuando entran en contacto con unas tetas. Una mano nunca deben dañar seriamente a una teta. La tortura de la teta con las manos debe resultar una práctica divertida y excitante, nunca dañina hasta el punto de originar una lesión en una carne tan preciada como es la carne de la mama.

Esta prudencia a la hora de torturar una teta con las manos hay que tenerla presente, especialmente, cuando se azoten las tetas. Un cachete en las tetas nunca debe afectar a la parte más interna de la epidermis. El bamboleo de las tetas tras haber recibido un cachete es, sin duda, un espectáculo bastante excitante para quien ha proporcionado ese cachete y, puesto que de un juego de consenso se trata, también para quien recibe ese cachete.

Lógicamente, la fuerza que debe imprimirse a un cachete en las tetas nunca debe ser tal que afecte a lo que se conoce como “ligamentos de Cooper”. Los ligamentos de Cooper vienen a ser el andamiaje de las tetas y su afectación siempre implica un descuelgue mayor o menor de las mismas. La mejor manera de realizar el azote de las tetas con la mano es colocando a la persona que va a ser azotada de pie o sentada a horcajadas sobre nosotros. Si con la otra mano sujetamos la teta debemos tener presente que deberemos reducir la intensidad del golpe.