Variedad del BDSM

El BDSM no es interpretado de una manera unívoca por todos los amantes de las prácticas del bondage, la dominación-sumisión o el sado-maso. Cada cual tiene su propia manera de vivirlo. ¿Quiere esto decir que unas de esas maneras de vivir el BDSM son más puras que otras? Ni muchísimo menos. En el BDSM sólo se exige un requisito, sobre todo cuando se está hablando de buscar a una pareja: el ser honesto. Uno nunca ha de ir de lo que no se es. No es lo mismo un sumiso que un esclavo. Ambos roles son distintos. No se puede ir de esclavo si se es sumiso. Quien se proclama esclavo sin serlo sólo conseguirá una cosa: defraudar las expectativas del Amo/Ama que busque a un esclavo. ¿Por qué? Porque cuando llegue la hora de la verdad, es decir, la de ejecutar las prácticas más extremas o hard del BDSM, ese falso esclavo será incapaz de seguir adelante, lo que frustrará a ese Amo o esa Ama que esperaba más de él o de ella.

Reconocer nuestra manera de vivir el BDSM y exponerla claramente ante los demás es la mejor forma de encontrar a nuestra pareja ideal para disfrutar de nuestra sexualidad dentro de los parámetros de las prácticas BDSM. Y es que, dentro de este universo, son muchos los matices que pueden encontrarse y muchos los grados de humillación que pueden darse. Sistematizar estos grados de humillación no es algo sencillo, sobre todo porque, en muchas ocasiones, las fronteras que separan unos y otros grados son muy permeables. Eso permite por ejemplo que una persona, a base de práctica, pueda pasar de un grado de menor intensidad a otro más intenso conforme vaya aumentando su experiencia.

Esta clasificación que vamos a ofrecer está basada en un listado de grados de humillación que apareció en internet hace unos años y que establece nueve niveles de humillación dentro de la práctica BDSM.

Niveles de humillación

Esos nueve niveles son los siguientes:

  1. Masoquista y no sumiso. El masoquista no goza ni con la servidumbre ni con la humillación. El masoquista sólo goza con el dolor y el dolor se convierte en un fin en sí mismo.
  2. Ni sumiso ni esclavo. Los jugadores de BDSM incluidos en este grupo buscan un tipo de experiencia en la que no exista la esclavitud ni tampoco la servidumbre. Sí aceptan un cierto nivel de humillación, que puede ser experimentada a partir de juegos de rol padre-hijo, maestro-alumno, etc.
  3. Hay un tipo de jugador BDSM que, pese a buscar un cierto grado de humillación BDSM, se muestra implacable a la hora de marcar los límites de dicha humillación. En cierto modo, este sumiso es un “falso sumiso”.
  4. Sumiso integral y verdadero. Este tipo de jugador BDSM, al revés que el anterior, sí cede el control al sujeto dominante del juego. Este tipo de jugador BDSM busca el placer del dominante pero también, y esto hay que tenerlo muy en cuenta, exige el suyo. En el caso de este tipo de jugador BDSM, la cesión de poder es una cesión de carácter temporal.
  5. El sumiso verdadero puede ir un paso más allá y, de manera temporal, jugar con un dominante al que se le colocan pocos límites. El dolor puede hacer aquí su aparición, pero ese dolor debe ser, básicamente, un dolor erótico. Es decir: el dolor debe tener una finalidad de diversión erótica.
  6. El siguiente tipo de jugador BDSM es aquél que va un poco más allá de los límites de la sumisión y cede el control, sin límites, durante un tiempo que va un poco más allá del tiempo de duración de la sesión. Ese tiempo, sin embargo, estará siempre determinado por el esclavo (o, mejor dicho, semi-esclavo).
  7. En este séptimo nivel de humillación el semi-esclavo se convierte en esclavo verdadero. Aquí sí existe ya una relación Amo/esclavo y un compromiso de obediencia absoluta al Amo. Esa obediencia, sin embargo, sólo es a tiempo parcial. El tiempo quedará determinado por ese compromiso.
  8. El penúltimo tipo de jugador BDSM es aquél que, siendo esclavo verdadero, cede el control a su Amo para sentirse propiedad permanente de éste. La cultura BDSM señala esta relación como una relación establecida por contrato, consensuada y acordada entre Amo y esclavo. En esta relación no existen límites y el placer del Amo es, fundamentalmente, lo que debe satisfacerse.
  9. El último grado de humillación que puede experimentarse es el de la esclavitud total. La propiedad continua y la dominación sin límites son las características propias de este tipo de esclavitud BDSM que forma parte más de la fantasía que de la realidad. Sólo en el seno de organizaciones totalitarias puede darse este tipo de relación. La podríamos encontrar, seguramente, en alguna obra literaria o en alguna película, pero no tanto en la vida normal. Este grado de esclavitud, de producirse, excedería seguramente los límites del BDSM. En este grado de humillación, el esclavo llegaría a perder su propia objetividad ante la voluntad del Amo, algo que, ciertamente, no consideramos aconsejable. El esclavo, por esclavo que sea, debe interaccionar siempre con un Amo que esté sujeto por los principios fundamentales del BDSM, esto es: seguridad, sensatez y consenso. Toda práctica, erótica o no, que no cumpla estos tres requisitos no es BDSM.