Peligrosa relajación

El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) ha dado un dato demoledor: el contagio de VIH (virus de inmunodeficiencia humana causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida o SIDA) en hombres homosexuales ha aumentado un 33% en Europa desde 2004. Dentro de ese aumento europeo, España se encuentra en un preocupante primer lugar.
¿A qué puede ser debido este aumento? Sin duda, a una relajación de las medidas preventivas y profilácticas. El hecho de que el VIH haya dejado de ser en gran medida una enfermedad mortal para convertirse en una enfermedad crónica y que los tratamientos antirretrovirales permitan mejorar la vida de las personas infectadas son dos factores que han favorecido de manera muy importante esa relajación de unas costumbres que empezaron a arraigar entre muchos colectivos no necesariamente homosexuales a raíz de la mítica campaña publicitaria que, a finales de los ochenta y principios de los noventa, quedó arraigada en la sociedad española gracias a un slogan que todavía perdura en nuestra memoria: el famoso “póntelo, pónselo”.

El preservativo se convertía, gracias a esa campaña, en el gran amigo de todos aquellos que, homosexuales o no, desearan incluir entre sus prácticas eróticas el sexo anal. Y es que es el sexo anal la práctica sexual que, por encima del sexo oral o vaginal, implica un mayor riesgo de transmisión de VIH. Según algunos estudios, el riesgo de transmisión del VIH durante las relaciones anales es 18 veces mayor que durante las vaginales. La concentración viral que se da en el ano, la alta capacidad de contagio del semen y el hecho de que la penetración anal pueda ir asociada a algún tipo de lesión o fisura convierten el sexo anal en la práctica idónea para que el VIH se transmita entre dos personas.

Riesgo de infección en el sexo anal

Al practicar sexo anal hay que tener en cuenta que el líquido rectal contiene más VIH que otros fluidos. Eso es debido a que la mayor parte de las células inmunitarias están en el tracto gastrointestinal. Pese a esto, es mucha más sencilla la transmisión del VIH en los casos del sexo anal receptivo que en el insertivo. En el primero, es el semen el elemento transmisor del virus. En el segundo, el virus se haya en el líquido rectal.

El estudio realizado por ECDC señala que puede existir un 30 % del total de personas infectadas por el VIH que ignoren que padecen dicha infección. De este dato se desprende que las tareas de concienciación deben intensificarse para, de ese modo, impedir que el número de infecciones siga aumentando. La utilización del preservativo y, en la medida de lo posible, el evitar prácticas de riesgo deben ser los pilares sobre los que se sostenga una campaña formativa y de concienciación orientada a intentar poner freno a ese preocupante aumento de los casos de infecciones al que nos hemos referido al inicio de este artículo.

Utilizar el preservativo desde el principio al final de la relación es el consejo principal que puede darse para evitar que transmisión del VIH y sexo anal vayan de la mano. Gracias al preservativo, el semen infectante y la sangre del receptor no estarán en ningún caso en contacto.

Esta formación debería orientarse especialmente hacia los más jóvenes. Sólo con información pueden tomarse decisiones con libertad y responsabilidad. Disfrutar de la propia sexualidad es uno de los principales derechos de que puede gozar una persona. Para gozar plenamente del sexo, nada mejor que disponer de la mayor información posible. Gracias a ella podremos tomar la decisión que más nos convenga a la hora de realizar o no una práctica sexual determinada. El sexo anal es una práctica que para muchas personas puede resultar muy placentera. Tomar las medidas profilácticas adecuadas permitirá que toda aquella persona a la que le entusiasme el sexo anal pueda practicarlo con absoluta tranquilidad sin tener que preocuparse de un posible riesgo de infección.