Conjunto apropiado y accesorios

Los accesorios y un conjunto de ropa adecuado contribuyen en gran medida a la eficacia de la escena BDSM. Si tienes espacio suficiente, decóralo tal y como te dicte tu fantasía. Una mazmorra, un aula, un jardín o un dormitorio bien equipado para los juegos BDSM pueden ser algunas de las ideas que puedes utilizar para decorar tu espacio de dominio.

No hay que negarlo: la mayoría de nosotros disponemos de un espacio limitado, por lo que es muy probable que debamos conformarnos con añadir al espacio escogido pequeños detalles, una cama con dosel de madera, unas sogas, alguna ramita de abedul… Puede ser que tu sumiso quiera sentirse un niño. Busca entonces un pupitre y una pizarra que le devuelva a ese tiempo en el que, por malo, podía merecer un castigo.

También puedes mejorar poderosamente el ambiente sirviéndote de una iluminación cuidadosamente escogida. A esa creación de ambiente pueden servir también la música, el incienso u otro tipo de varitas de olor que, encendidas, impregnen el aire con un aroma sugerente. Estos aromas, lógicamente, no deben servir para ambientar un aula. Escoge lo que más se adecue a lo que desees representar.

Entre los accesorios, por supuesto, no deben faltar los más agradables instrumentos de corrección y castigo. Sogas, látigos y correas de cuero deben estar ahí, en un rincón, al alcance de la mano de la dómina y a la vista del sumiso, suplicando ser utilizadas.

Lo importante, en cualquier caso, es crear el ambiente. Cuanto más adecuada sea dicha ambientación, más fácil será meterse en los diferentes papeles e interpretarlos. La satisfacción de ama y sumiso, recuérdalo, dependerá en una medida no desdeñable de dicha ambientación.

Trajes y vestuario

Hay que tener mucho cuidado a la hora de elegir la ropa que la dominante va a ponerse. Este aspecto es crucial. Tan crucial como método de castigo elegido, sobre todo al principio.
Todas las generalizaciones son malas. La de afirmar que los hombres se excitan sexualmente según lo que contemplan, también. Pero no podemos desdeñar que, tras dicha generalización, hay un poso más o menos grande de verdad. Sí, la mayor parte de los hombres se excitan según lo que contemplan. Por eso es importante el vestuario y el maquillaje que la Dómina elija para que el sumiso la contemple ciertamente como la Señora de sus sueños. Por otro lado, algunos vestidos pueden convertirse en una sutil o no tan sutil señal de que ha llegado la hora de jugar y de darse un chapuzón de placer. No importa que esa señal consista en un color determinado de carmín de labios o de un par de zapatos determinados. Lo que importa es que Ama y sumiso conozcan la señal, la identifiquen y se preparen mentalmente para pasarlo bien.

En función de la comodidad, del deseo o de la fantasía que entre los dos quieran construir, el ropaje elegido puede ser un severo traje de negocios, unas medias determinadas, unas botas altísimas de cuero o un corsé sofisticado y excitante.

La efectividad de una prenda es algo que cada pareja conoce. Una simple camiseta negra en conjunto con unos vaqueros gastados y medio rotos pueden resultar tan eficaces como un traje de cuero negro ceñido y adornado de hebillas de metal. En cualquier caso, es el Ama quien debe sentirse a gusto y cómoda con la ropa elegida y es ella, en principio, quien debe elegir y determinar qué ropa es la que usará durante sus ejercicios de dominación.

Al servicio de la fantasía

Del mismo modo, el sumiso puede ir de muchas maneras. Puede llevar sólo pañales o puede ir desnudo. La ropa de dominadora y sumiso, en cualquier caso, deberían ajustarse a la fantasía que se quiere representar. Debería ser la fantasía erótica la que determinara el tipo de ropa a elegir. Cuanto más se ajuste ésta a la representación de la fantasía, mejor resultará la representación y el placer obtenido de la misma.

No olvides tampoco que la ropa es, también, transmisora de todo tipo de mensajes. A partir de la ropa que lleva una persona solemos aventurar su estatus, su profesión o incluso su manera de ser. Por ello nunca se debe obviar, en estos juegos de dominación y servidumbre, el efecto que pueden tener los uniformes. Indudablemente no es lo mismo que te diga que te desnudes un hombre vestido con una bata blanca y un estetoscopio colgado al cuello a que te lo diga un agente de policía o un detective de los de las películas de cine negro de Hollywood, de esos que, al estilo de Bogart, van vestidos con traje y sombrero calado hasta las cejas. La intencionalidad de la orden de cada uno es, seguramente, distinta. Esto debe tenerse en cuenta a la hora de jugar y a la hora de decidir qué tipo de ropa se utilizará para hacer más explícito el dominio y la autoridad. Para ello, pensad en cuáles son vuestras fantasías, buscad imágenes que os ayuden a imaginar y decidir vuestro disfraz y poneos manos a la obra y encontradlo.

Pensad también, al elegir el traje, que la ropa que vestimos no sólo influye determinantemente en cómo nos ven los demás, sino también en cómo nos vemos nosotros mismos.

Hay ropas que pueden hacer que te sientas magníficamente orgulloso. Busca esas ropas. Pueden ser tanto un traje de cuero negro adornado de pasadores de metal como un hábito de monje medieval. Hay gustos de todos los tipos y es sólo al tuyo al que debes hacer caso y satisfacer.

La clave y el elemento decisorio a la hora de escoger las ropas para escenificar vuestra fantasía es la propia fantasía. Si un vasallo va vestido correctamente, todo fluirá, del mismo modo que todo resultará más sencillo de llevar a la práctica si el Ama va vestida conveniente y convincentemente. La ropa debe ayudarte a desinhibirte. En ningún caso la ropa que elijas debe hacer que te sientas avergonzado o inhibida. La ropa debe hacer que sientas cambiar tu identidad y que esa identidad sea, exactamente, la elegida para escenificar correcta y placenteramente vuestra fantasía.