Dentro del desarrollo de la escena BDSM pueden darse diferentes situaciones. Una de ellas es que el sumiso o sumisa suplique un castigo o, en cierto modo, se le obligue a suplicarlo. Todo forma parte de un proceso que debe concluir en el castigo. Cuando éste llegue, las nalgas deben haber sido preparadas convenientemente.

Pidiendo castigo

El paso en que se obliga al sumiso a pedir su propio castigo no siempre es conveniente, pero puede ser muy eficaz para reconducir la actitud de un sumiso desafiante. Una vez le haya sido mostrada la sabiduría de rendirse a una autoridad superior, el esclavo aceptará su culpa, mostrará su arrepentimiento e implorará el castigo. “Por favor, Ama, castígame”, podrá decir. “Sé que he sido malo y gamberro. Por favor, castígame. Azótame con una rama de abedul. Déjame el culo rojo y dolorido. Te juro que no volveré a ser malo, pero castígame para que no lo olvide”.

El texto de las palabras dichas puede variar para que se adapte a la situación que se esté viviendo. Será la Dómina quien elija la forma en que esa súplica de castigo debe producirse. Puede ser que el sumiso se niegue a suplicar el castigo. Eso, en principio, debe formar parte del juego mismo. Debe servir para que se crea la tensión necesaria para que el juego erótico sea estimulante y provocador. Unos pocos golpes con una caña pueden servir para hacer variar su punto de vista. En ocasiones y pese a esos golpes, el sumiso se niega a pedir perdón. Cuando esto sucede es fácilmente presumible que el sumiso esté esperando un castigo mayor y más duro. El régimen que impone la dominatrix debe ser férreo y estricto. Si hay que recurrir a un instrumento más duro, se recurre. Y se debe aplicar el castigo sin contemplaciones.

Como hemos visto, el límite al castigo lo marcan el safeword y el sentido común. No hay que ir más allá.

Ropa

La ropa escogida para desarrollar e interpretar las escenas BDSM es un elemento muy útil a la hora de reforzar el sentimiento de humillación en el sumiso. Tenerlo encima, doblado sobre nuestras rodillas, con unas braguitas a lo Sissi emperatriz reforzará la humillación que debe sentir por nuestros cachetes en el culo. Que la sumisa se vista como un chico o con una ropa femenina especialmente desagradable o denigrante para ella puede servir también para aumentar su vergüenza o su sentido del ridículo, lo que hará que el castigo sea más efectivo.

Desnudar la parte inferior del cuerpo del sumiso o sumisa resulta altamente recomendable. La ropa, después de todo, ofrece una especie de protección física y psicológica que queda reducida a nada cuando la ropa desaparece.

Tirar hacia abajo con fuerza de pantalones y ropa interior puede provocar que el sumiso sienta una gran y placentera vergüenza. La lenta revelación de los desnudos es un placer sensual y, en este caso, también un proceso en el que se mezclan el miedo y la anticipación del sumiso.

Tácticas dilatorias

Una vez al aire las nalgas, desnuditas, mostrando sus secretos, es posible que no se deseen iniciar de inmediato las nalgadas. Cuanto mayor sea el suspense, más profundo será el miedo del esclavo y, a la larga, más eficaz será el castigo. Quizás, una vez desnudo de cintura para abajo, esté bien para la gestión de la intensidad y la excitación de la escena el emplear algún tipo de táctica dilatoria.

Tú, como ama experimentada e implacable, puedes tirar hacia abajo de los pantalones de tu sumiso para, a continuación, sermonearle bien sermoneado sobre los efectos que sobre sus nalgas pueden tener unas nalgadas bien dadas. En este sermón deberás recalcarle lo vergonzosa que resulta la situación y lo ridícula que resulta su imagen, con los pantalones en los tobillos. Insiste en señalarle sus errores y en recalcarle los cambios que esperas ver en él. Dile muy a las claras que, cuando llegue el castigo, lo recordará durante largo tiempo, al menos durante todo aquel que sentirá dolor en su trasero. Esa anticipación del dolor debe crearle temor y ese temor juega positivamente a favor del juego y de la escena.

La preparación de las nalgas

Antes de que llegue el momento de las nalgadas, las nalgas pueden prepararse con pomadas, lociones y otros tratamientos. Una zona húmeda es más sensible al dolor que una seca. Por eso, como Ama, puedes escoger azotar a tu sumiso dentro o fuera de la ducha, con o sin toallas húmedas, con agua caliente o no.

Una crema de manos, una mezcla de glicerina y agua o una película fina de espuma jabonosa puede servir también para intensificar la picadura. Mientras frotas estas sustancias en la parte inferior de su cuerpo, bajo las nalgas y sobre ellas, debes discutir con él, crear la tensión necesaria que, finalmente, conducirá al castigo.