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sadomasoquismo

El juego con fuego en el sado

Es peligroso, sin duda; pero también tiene cabida en el juego sado. El fuego puede convertirse en protagonista estelar de una escena sadomasoquista, pero debe hacerlo, como todas las formas extremas del juego, contando con todas las garantías de seguridad necesarias para impedir un daño indeseado.

Riesgos del BDSM

Muchos practicantes del BDSM afirman que el BDSM es una especie de droga. Cuanto más lo practicas más deseas practicarlo. Cuantas más veces llegas al límite, más lejos deseas colocarlo. Esto, en términos estrictos de seguridad, se traduce en un aumento significativo de los riesgos. ¿Quiere decir esto que, llegados a ese punto de enganche al BDSM, hay que evitar todo tipo de práctica? Ni mucho menos. Lo que quiere decir es, simplemente, que deben extremarse las medidas de seguridad.

Posturas para el spanking

Son muchas las posturas que pueden utilizarse en una sesión de spanking. La mayor parte de ellas, sin embargo, pueden agruparse en dos grandes grupos. Uno de ellos recibe el nombre de OTK (iniciales de la expresión anglófona “over the knee”, sobre las ordillas). El nombre del otro grupo es OTS (“over the shoulder”, sobre los hombros). Elegir una u otra depende de los gustos de cada cual. Sin duda, la primera es la más habitual y también la que más variantes ofrece.

La varita violeta

La varita violeta, como instrumento de juego sado, podríamos decir que es una especie de transformador eléctrico que, dotado de mango y electrodo, es utilizado en juegos de estimulación sexual. Este instrumento convierte la electricidad doméstica en una electricidad de frecuencia y voltaje adecuados para ser aplicados sobre la piel humana generando así una serie de sensaciones más o menos gratificantes para la persona sumisa que siente sobre sí las descargas eléctricas generadas por la varita violeta.

Cómo iniciarse en el BDSM

Puede ser que, de golpe y porrazo, bien sea porque alguien te ha animado a ello, bien porque has visto alguna película que te ha metido el gusanillo en el cuerpo, estás interesado en iniciarte en algún tipo de práctica BDSM. Si te encuentras en dicha situación, si has fantaseado con la posibilidad de participar en algún juego BDSM, el primer consejo que tenemos que darte es el de no precipitarte. Los impulsos son impulsos, y no está del todo mal dejarse llevar, de tanto en tanto, por ellos (¿no crees que la vida puede resultar demasiado aburrida si no se abre una puerta a la improvisación?), pero hay situaciones en las que hay que tener un cierto control para evitar problemas.

Botiquín para una sesión BDSM

El BDSM exige seguridad. Sin seguridad no existe BDSM. Esa seguridad que el BDSM exige tiene que venir proporcionada, en su mayor parte, por la sensatez de los practicantes. El BDSM no es una búsqueda alocada del límite más lejano. El BDSM es una búsqueda pactada del placer, pero siempre existe la posibilidad de que, por una inconsciencia de sus practicantes o un error de éstos, pueda ocasionar algún problema de salud. Por eso es necesario tener a mano un botiquín de emergencia para hacer frente a cualquier imprevisto.

Sobre el ballbusting

¿De qué hablamos cuando hablamos de ballbusting? Si tuviéramos que traducir esta palabra tendríamos que emplear la expresión “pelotas reventadas” o algo por el estilo. Con ello haríamos referencia a una práctica típicamente CBT (cock and ball torture, es decir: tortura de pene y testículos) y que consiste en torturar los testículos utilizando una serie de golpes o ejerciendo presión sobre ellos.

Tipos de practicantes de BDSM

La variedad de prácticas incluidas en el BDSM es puro reflejo de la variedad de practicantes de BDSM existentes. La tipología del practicante de BDSM incluye, por ejemplo, a personas a las que simplemente les atrae el bondage, a amantes de los juegos de rol de dominio y sumisión, a practicantes de los juegos del sado, a apasionados del spanking y a hombres y mujeres a los que les gusta combinar diversos tipos de prácticas.

El castigo del jabón en la boca

Todos lo hemos oído alguna vez cuando, de niños, hemos dicho una palabra malsonante, un taco o uno de esos exabruptos que hemos aprendido de los mayores pero que los mayores no quieren oírnos decir. “Te voy a lavar la boca con jabón”, nos decían, y nosotros intentábamos corregir nuestra manera de hablar mientras pensábamos en el seguramente asquerosísimo sabor del jabón. Esa vieja amenaza llegada desde la infancia también planea sobre la cabeza de quien, en los juegos sadomasoquistas, está recibiendo un castigo.

El Triskel, símbolo universal del BDSM

El BDSM tiene sus propias normas de funcionamiento no escritas. En cierto modo, a quienes están iniciados en la práctica del BDSM les gusta mantener una cierta aura de misterio alrededor de sus prácticas y su modo de vida. Esto no es incompatible, sin embargo, con el hecho de querer identificar a quien comparte esas prácticas y gusta de mantener ese mismo estilo de vida y, al mismo tiempo, de identificarse ante él. Con esa doble intención (servir de contraseña o seña de identidad para simpatizantes e iniciados y, al mismo tiempo, mostrarse precavido frente a una identificación general de toda una sociedad que, en su mayor parte, desaprueba dichas prácticas) se utiliza un símbolo de inspiración casi mitológica: el Triskel.

Uso de las pinzas en el BDSM

Nada mejor que unas buenas pinzas para realizar una buena sesión de tortura de pezones, de genitales (labios vaginales, escroto, clítoris, testículos o pene) y de otras partes del cuerpo. En los sexshops pueden conseguirse fantásticas pinzas de materiales diversos que ofrecen todas las garantías para reducir al mínimo la posibilidad de realizar alguna herida en la piel o en la carne del sumiso o sumisa, pero si no se dispone de pinzas especializadas también pueden utilizarse las típicas pinzas de colgar la ropa, preferiblemente de madera.