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fetichismo

Fetichismo del zapato de tacón

Si hay algún fetichismo prototípico ése es el fetichismo por los zapatos de tacón. Lo ha “padecido” gente como Luis Buñuel o García Berlanga y las creaciones de diseñadores como Christian Dior o Roger Vivier han iluminado los sueños más ocultos de no pocos fetichistas a lo largo de varias décadas. Y es que unos zapatos de tacón no sólo hacen más alta a la mujer que los luce, también estilizan la figura y realzan las nalgas. Esta estilización es debida a que, al caminar sobre tacones, la mujer debe contraer ciertos músculos. Entre estos músculos se encuentran las corvas, que embellecen su apariencia.

La hibristofilia: una filia al otro lado de la ley

Los malos malotes. Las personas asociadas al peligro. O esa persona de la que todo el mundo ha dicho que nos traerá problemas. Ése es el tipo de personas por las que se sienten atraídas quienes padecen hibristofilia, una filia que está especialmente ligada en gran parte parte a la forma de pensar y, sobre todo, a la forma de sentir. En sentido estricto, la hibristofilia es aquella filia que nos hace sentirnos excitados sexualmente por quien ha cometido un delito o un tipo determinado de delito.

¿Tendencia sexual o parafilia?

Por mucho que se haya avanzado en el conocimiento de nuestra sexualidad y en la comprensión y aceptación de sus mecanismos, para una gran parte de la sociedad impera aún la idea clasificatoria y excluyente de que hay tendencias sexuales normales y tendencias sexuales desviadas. A estas tendencias sexuales menos habituales y, por tanto, consideradas como desviaciones, se las llamó durante mucho tiempo perversiones sexuales. Entre ellas se incluían el voyeurismo, el masoquismo, el sadismo y, por supuesto, el fetichismo. Hoy en día, en estos tiempos tendentes a buscar por encima de todo un lenguaje que resulte políticamente correcto, el término que se ha escogido para referirse a todas esas tendencias es el de parafilia.

El fetichismo del pelo

El nombre culto puede asustar. Tricofilia. Parece que se esté hablando de una enfermedad grave, de ésas que sólo pueden curarse a base de grandes dosis de antibióticos y mucho reposo. Pero no. La tricofilia es un fetichismo y, además, un fetichismo bastante extendido. La tricofilia es el fetichismo de todos aquellos fetichistas que sienten adoración por el pelo. Ver, tocar, comer cabello o pelo bien sea de la cabeza, de las axilas, del pecho, de la piel o de la zona púbica: ésa puede ser la fijación de los fetichistas del pelo.

¿Soy fetichista?

Puede suceder. De repente se tienen dudas. Uno nota una atracción más intensa hacia determinadas partes de la anatomía femenina o hacia alguna de sus prendas de vestir y se pregunta, ¿soy fetichista? Antes de contestar a esa pregunta hay que plantearse varias cuestiones. La primera de ellas es que el fetichismo no nace de la noche a la mañana.

Consentimiento y fetichismo

Compartir un fetiche exige un consentimiento mutuo entre las personas que lo comparten. No importa si el fetiche es compartido por una pareja sexual o por dos personas que acaban de conocerse en ese mismo momento y cuya relación gira única y exclusivamente alrededor del fetiche. El consentimiento es un requisito sine qua non para compartir un fetiche. Ese consentimiento debe partir, por supuesto, de la información.

Alergia al látex: una alergia fastidiosa para el mundo fetish

El látex es un material indisolublemente unido al fetichismo. El fetish no podría ser entendido sin el látex. Máscaras, monos, minifaldas, ropa interior, pantalones, chalecos… son muchas las prendas de vestir realizadas con látex que sirven para dar al fetish una imagen fácilmente reconocible por todo el mundo. El látex, sin duda, es un material atractivo y limpio, pero en ocasiones trae consigo un problema de no muy fácil solución: provoca reacciones alérgicas en aquellas personas que contactan durante un tiempo más o menos largo con él.

Látex líquido y fetish

Uno de los elementos que para el amante del fetish puede alcanzar la categoría de oro líquido es el látex líquido. Aplicado sobre la piel, el látex líquido se solidifica convirtiéndose en una segunda piel para aquella persona sobre la que se ha aplicado. La amplia variedad de colores (también hay látex líquido fluorescente o metálico) ofrecen una amplia libertad al usuario a la hora de crear una imagen.

El fetichismo travesti

¿Es fetichista transvestista el homosexual que se viste de mujer? No. El fetichista transvestista no es un homosexual reprimido que busca la excusa del disfraz para dar rienda suelta a sus impulsos más íntimos. Tampoco tiene por qué ser un bisexual. El fetichista transvestista no quiere, en ningún caso, identificarse con el otro sexo ni convertirse en él. Sólo quiere vestir sus ropas porque el tocar y acariciar dichas prendas de ropa sobre su propio cuerpo le ocasiona una importante excitación.

Hematofilia. Fetichismos de la sangre y de la menstruación.

La morbosa atracción que suele acompañar a la figura del vampiro no sería comprensible si dicha figura no fuera asociada a un elemento que es el perfecto símbolo de la vida: la sangre. Son muchos los fetichistas que sienten veneración por este fluido vital. Para todas aquellas personas que participan del fetichismo de la sangre el simple hecho de verla, el de ser testigos de algún corte (bien sea accidental, bien voluntario) o el de contemplarla en individuos desnudos o semidesnudos actúa como un afrodisíaco potentísimo.

Dispositivos de castidad masculina

Restringir el pene. Ésta es una de las tareas que acostumbran a formar parte del juego BDSM. Desde el uso de correas y anillos para el pene hasta las jaulas de castidad o jaulas de pene, son varias las posibilidades e instrumentos de los que una mujer dominante puede servirse para potenciar y explicitar su dominación sobre un hombre sumiso.