Una obsesión cultural

El nombre culto puede asustar. Tricofilia. Parece que se esté hablando de una enfermedad grave, de ésas que sólo pueden curarse a base de grandes dosis de antibióticos y mucho reposo. Pero no. La tricofilia es un fetichismo y, además, un fetichismo bastante extendido. La tricofilia es el fetichismo de todos aquellos fetichistas que sienten adoración por el pelo. Ver, tocar, comer cabello o pelo bien sea de la cabeza, de las axilas, del pecho, de la piel o de la zona púbica: ésa puede ser la fijación de los fetichistas del pelo, parcialistas que se pirran por el pelo largo o corto, mojado o seco, con un peinado especial o mojado. Cada fetichista del pelo tiene sus propias fijaciones y sus propios gustos. Los hay que tienen fijación exclusiva por el vello púbico y los hay que la tienen por ver cómo se corta el pelo o por sentir cómo le cortan el pelo.

El pelo ha sido un constante motivo de preocupación en muchas culturas a lo largo de la historia. En muchas de ellas, el cabello tuvo la consideración de ser una especie de tabú. Por ejemplo, las mujeres de la antigua Escocia no podían peinarse el cabello en aquellas noches en que sus hombres estaban navegando. Y los reyes francos no podían cortarse el cabello desde que eran niños y estaban predestinados al trono. Algunos massai, sin ir más lejos, cuando se cortaban el cabello tenían sumo cuidado de recoger todos los mechones cortados. Si uno de esos mechones caía en manos de un hechicero, el massai de turno podía ser víctima de un hechizo.

La significación erótica del pelo tiene un marcado carácter cultural. Son muchas las culturas que consideran ciertamente erótico el cabello de la mujer. La mujer musulmana, sin ir más lejos, cubre su cabello en público y sólo lo muestra ante sus familiares. En la cultura judía son muchas las mujeres que también cubren su cabello después de casarse.

La tradición occidental ha canonizado la cabellera femenina como símbolo de belleza y erotismo. La melena femenina ha sido durante mucho tiempo y en muchas culturas un arma de seducción. Son múltiples las representaciones artísticas y literarias que dan fe de ello. La Venus naciente de Botticelli, por ejemplo, se cubre sus partes íntimas con su larga cabellera. La larga cabellera azabache de Emma Bovary es, de entre todos los encantos de la adúltera, lo que más seduce a sus amantes. María Magdalena, por su parte, en un gesto de amor y adoración, seca los pies de Jesucristo con su cabellera tras haberlos ungido y perfumado.

El lugar preponderante que la peluquería ha adquirido dentro del mundo de la moda es, también, una clara demostración de la importancia que en las culturas occidentales se concede al cabello a la hora de perfilar o valorar la imagen de una persona.

Formas del fetichismo del pelo

El fetichismo del pelo se manifiesta a través de un amplio abanico de comportamientos. Un fetichista del cabello puede disfrutar, por ejemplo, tirando de las trenzas de una niña o cortando el cabello de un extraño. Robar mechones de cabello o coleccionarlos puede ser un gran placer para un fetichista del pelo. Hay fetichistas que sienten adoración por un color determinado de pelo. Hay fetichistas del pelo rubio (blonde fetish) y fetichistas del pelo rojo (redhead fetish), fetichistas del pelo lacio y fetichistas del pelo rizado, fetichistas de la melena y fetichistas del pelo cortado al uno… Pocos fetichismos son tan variados como el fetichismo del pelo. En casos extremos, el fetichista sólo encuentra placer masturbándose con el pelo de alguien.

Que se asocie el corte de cabello al placer es algo bastante habitual. La explicación de que esto sea así puede ser bastante natural, ya que al cortar el cabello sucede algo muy parecido a lo que ocurre cuando se masajea o acaricia la cabeza: se producen endorfinas y, como es sabido, nada mejor que una descarga de endorfinas para sentirse bien. Euforizantes de tipo natural y, hasta cierto punto, analgésicas, las endorfinas son las responsables, en gran medida, de nuestro placer. Por eso el sentir cómo nos cortan el pelo es un pequeño placer y por eso los fetichistas del pelo suelen coincidir en destacar la acción del corte de pelo como una acción singularmente placentera.

La excitación del fetichista del pelo puede activarse a partir de diferentes fuentes de excitación. Que la más común sea el pelo de la cabeza no quiere decir que sea la única. El fetichismo del pelo puede implicar al pelo facial, al del pecho, al axilar, al vello púbico y, en algunos casos, al pelo animal.

Hay fetichistas que valoran extraordinariamente el hecho de que la mujer mantenga el pelo de las axilas o presente un pubis agreste, sin depilación ni recortes de ningún tipo. Las webs dedicadas pornográficas más importantes lo tienen presente y todas poseen su sección dedicadas a esas mujeres. Basta pasearse por esas webs para encontrar un completo abanico de mujeres que exhiben hirsutos y poblados matorrales de pelo tanto en la zona púbica como en las axilas. Los fetichistas del vello púbico encuentran en estas secciones su particular paraíso.