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Fetichismo

Fetichismo es la devoción hacia los objetos materiales que se denominan fetiches. El fetichismo sexual es una parafilia que consiste en la excitación erótica o el logro del orgasmo a través de un talismán u objeto fetiche.

Alva Bernadine, fotógrafo de la forniphilia

De entre los fotógrafos que han centrado parte de su obra en la plasmación de algún tipo de fetichismo, Alva Bernadine es uno de los más llamativos y originales. Su estética surrealista y su modo de utilizar el cuerpo femenino lo convierten en un fotógrafo fácilmente reconocible dentro del universo de la fotografía erótica. Especialmente interesante resulta su serie fotográfica dedicada a la fornophilia, ese fetichismo tan original como visualmente impactante y que consiste en convertir a la pareja en una especie de mueble.

La fotografía fetichista de Jonathan Leder

Una de las características fundamentales del fetichismo es, sin duda, su componente visual. En todo fetichismo existe un componente visual muy marcado y eso lo convierte en objetivo preferente de las cámaras fotográficas. Son muchos los fotógrafos que, en un momento determinado de su carrera, han prestado atención a la temática fetichista y se han decidido a realizar fotografía fetichista. Entre esos fotógrafos se encuentra Jonathan Leder.

El fetiche de los pies de loto

Hay fetichismos que están ligados de manera indisoluble a una determinada cultura y a un tiempo muy específico. El fetichismo de los pies de loto es uno de ellos. Se dice que es debido a una leyenda sobre un emperador chino y una de sus cortesanas. Durante muchos siglos, este fetichismo eminentemente cultural supuso para muchas niñas el tener que pasar por un doloroso proceso de modificación de la estructura ósea de sus pies para que éstos adquirieran las características del deseado pie de loto.

Fetichismo de la lactancia erótica

Dentro de los fetichistas del pecho hay unos fetichistas especiales: los que lo son del acto en sí de la lactancia. En el caso de estos fetichistas, el acto del amamantamiento se convierte en parte central de su sexualidad. Mamar los pechos de su pareja es el sueño principal de todo fetichista de la lactancia erótica y es, también, una práctica que puede darse entre practicantes de juegos BDSM no necesariamente fetichistas.

El fetichismo del pelo

Al deseo, al igual que al fuego, hay que añadirle combustibles que nutran su lumbre. En ocasiones sirve a tal fin un juguete erótico. Estaría bien saber con exactitud cuántas parejas han recuperado parte de la fogosidad de los inicios de su relación gracias a la introducción en sus prácticas sexuales de, por ejemplo, un dildo, un anillo para el pene o un plug anal. La introducción de un fetiche en la relación de pareja puede ser, también, una buena manera de evitar que el fuego de la pasión de la misma empiece a apagarse.

Fetichismo del zapato de tacón

Si hay algún fetichismo prototípico ése es el fetichismo por los zapatos de tacón. Lo ha “padecido” gente como Luis Buñuel o García Berlanga y las creaciones de diseñadores como Christian Dior o Roger Vivier han iluminado los sueños más ocultos de no pocos fetichistas a lo largo de varias décadas. Y es que unos zapatos de tacón no sólo hacen más alta a la mujer que los luce, también estilizan la figura y realzan las nalgas. Esta estilización es debida a que, al caminar sobre tacones, la mujer debe contraer ciertos músculos. Entre estos músculos se encuentran las corvas, que embellecen su apariencia.

La hibristofilia: una filia al otro lado de la ley

Los malos malotes. Las personas asociadas al peligro. O esa persona de la que todo el mundo ha dicho que nos traerá problemas. Ése es el tipo de personas por las que se sienten atraídas quienes padecen hibristofilia, una filia que está especialmente ligada en gran parte parte a la forma de pensar y, sobre todo, a la forma de sentir. En sentido estricto, la hibristofilia es aquella filia que nos hace sentirnos excitados sexualmente por quien ha cometido un delito o un tipo determinado de delito.

¿Tendencia sexual o parafilia?

Por mucho que se haya avanzado en el conocimiento de nuestra sexualidad y en la comprensión y aceptación de sus mecanismos, para una gran parte de la sociedad impera aún la idea clasificatoria y excluyente de que hay tendencias sexuales normales y tendencias sexuales desviadas. A estas tendencias sexuales menos habituales y, por tanto, consideradas como desviaciones, se las llamó durante mucho tiempo perversiones sexuales. Entre ellas se incluían el voyeurismo, el masoquismo, el sadismo y, por supuesto, el fetichismo. Hoy en día, en estos tiempos tendentes a buscar por encima de todo un lenguaje que resulte políticamente correcto, el término que se ha escogido para referirse a todas esas tendencias es el de parafilia.

El fetichismo del pelo

El nombre culto puede asustar. Tricofilia. Parece que se esté hablando de una enfermedad grave, de ésas que sólo pueden curarse a base de grandes dosis de antibióticos y mucho reposo. Pero no. La tricofilia es un fetichismo y, además, un fetichismo bastante extendido. La tricofilia es el fetichismo de todos aquellos fetichistas que sienten adoración por el pelo. Ver, tocar, comer cabello o pelo bien sea de la cabeza, de las axilas, del pecho, de la piel o de la zona púbica: ésa puede ser la fijación de los fetichistas del pelo.

¿Soy fetichista?

Puede suceder. De repente se tienen dudas. Uno nota una atracción más intensa hacia determinadas partes de la anatomía femenina o hacia alguna de sus prendas de vestir y se pregunta, ¿soy fetichista? Antes de contestar a esa pregunta hay que plantearse varias cuestiones. La primera de ellas es que el fetichismo no nace de la noche a la mañana.

Consentimiento y fetichismo

Compartir un fetiche exige un consentimiento mutuo entre las personas que lo comparten. No importa si el fetiche es compartido por una pareja sexual o por dos personas que acaban de conocerse en ese mismo momento y cuya relación gira única y exclusivamente alrededor del fetiche. El consentimiento es un requisito sine qua non para compartir un fetiche. Ese consentimiento debe partir, por supuesto, de la información.