Técnicas y recetas para echar a andar

Vamos a imaginar que ya tenéis listo el escenario en el que vais a jugar. Estáis impacientes por empezar y tenéis al alcance de la mano los elementos más importantes del juego: tu pene y tus testículos. Vamos a suponer que tienes también a mano tus juguetes eróticos preferidos y que tu imaginación y tu cerebro están repletos de ideas, y esas ideas giran todas en torno a un eje: el que señala lo que te gustaría hacer y sentir. Asumamos que ya habéis realizado vuestra negociación. Y que ya tenéis escogidas las palabras claves que tienen que garantizaros una seguridad. El safeword está listo.

Y ahora, ¿qué? ¿Cómo arrancáis? ¿Cómo os ponéis en marcha? ¿Qué puedes esperar del juego?

A continuación os daremos una serie de instrucciones que estarán destinadas a ayudarte a dar un nuevo paso. En muchos casos estas instrucciones serán pequeños relatos descriptivos de alguna acción completa. Fijarte en dichas acciones te permitirá tomar ideas. También puedes calcarlas, aunque todo lo que de personal aportéis al juego será beneficioso para él. Lo que aportéis por vuestra cuenta nacerá de vuestro yo más íntimo y será ese yo más íntimo el que, una vez escenificado y puesto en práctica lo imaginado, saldrá beneficiado.

Os mostraremos equipos y técnicas y pequeñas historias en las que dichos equipos y técnicas son usados y desarrolladas, respectivamente. Lo que os ofrecemos es, pues, una especie de recetas, de líneas generales, de ideas de desarrollo. No queremos, con ello, convertir dichas recetas en instrucciones paso a paso que debes seguir fielmente junto a tu compañero. Son meramente ilustrativas. Como hemos dicho, lo importante es lo que aportéis por vuestra cuenta. Y que os sintáis atraídos por algunas de las técnicas que se os ofrecen.

Mimo y responsabilidad

Antes de intentar probar cualquiera de estas técnicas en otra persona, te sugerimos que las pruebes en ti mismo. Esto es bastante fácil de hacer, siempre que seas un hombre. Tú tienes los genitales necesarios para poner en práctica las técnicas. Una vez probada en ti, puedes guiar a tu pareja para que haga en ti lo ya probaste por ti solo.

Cuando estés haciendo algo a otra persona, cuando estás experimentando con ella y aplicando en ella las técnicas aprendidas, lo fundamental es el cuidado. El mimo. Hay que hacer lo que se haga de manera lenta y cuidadosa, prestando continua y especial atención a sus reacciones y pidiéndole opinión a cada momento.

Si lo deseas, también puedes buscar algunos contactos en la comunidad BDSM de tu entorno y buscar dónde puedes encontrar un lugar en el que poder asistir a sesiones sado entre jugadores con más experiencia. En esos clubs puedes encontrar una especie de tutor que te ilustre y guíe y pueda enseñarte en la práctica las técnicas que aquí te mostramos de un modo más teórico.

Para jugar bien a estos juegos, al fin y al cabo, lo importante es tener sentido común y empatía. Hay que buscar la combinación justa de sadismo, sentido común, sensualidad y compasión por el otro. En la mezcla equilibrada de esos factores reside la clave del éxito del juego, que éste se convierta en algo placentero que te haga disfrutar de tu sexualidad de una manera no convencional.

Te ofreceremos aquí algunos consejos para ayudarte a convertir tu aprendizaje en un proceso que transcurra de la manera más fluida posible. A cada socio deberás tratarlo siempre como si fuera la primera vez. Al tratar a dicho socio, ten siempre presente que cada persona es diferente. Esto quiere decir una cosa: tenemos que aprender en cada sesión cómo cada persona va a responder a los tipos de estimulación que vamos a ejercer sobre sus genitales en nuestro juego sado.

La comunicación, fundamental

Para conseguir ese conocimiento es necesario, nunca nos cansaremos de repetirlo, mantener una buena comunicación. La comunicación entre los dos miembros de la pareja de juego debe fluir continuamente. Si eres quien debe actuar sobre él, asegúrate de preguntar cómo se siente con cada cosa que le haces. Pregunta sobre la intensidad que aplicas. ¿Es demasiado? ¿Es suficiente? ¿Deberías variar dicha intensidad? Atiende a su respuesta y actúa en consonancia con ella. Él debe ser sincero en su respuesta. Si no lo es, estará coartando sus propias posibilidades de placer.

Pregunta también sobre el modo. Por ejemplo, si estás apretando sus testículos, pregúntale qué tal se siente si le aprietas de esta o de esa manera. ¿En qué dirección prefiere que ejerzas la fuerza? ¿Hacia dónde le gusta que tires de ellos? Hay diferencias sutiles entre las diferentes formas, pero esas diferencias, el atender a ella, pueden hacer que el juego sea un éxito o no lo sea.

Cada vez que se golpea o azota la polla o las pelotas de alguien, sujeta la parte inferior de los genitales con la mano, asegurándote de que están bien sujetos y de que no van a realizar ningún movimiento que tú no desees que realicen. Además, sujetándolos así, cuando los golpees podrás adquirir conciencia de la fuerza con la que han sido golpeados y, así, modular mejor la intensidad de tus acciones.

No sólo hay que prestar atención a las reacciones verbales de tu compañero de juego. Atiende a sus expresiones faciales. Observa cómo tensa los músculos de la cara o del torso. Presta atención a lo que hace con sus puños, a si los cierra o, por el contrario, abre las manos. El ritmo de su respiración es, también, un factor muy importante a la hora de constatar su grado de estimulación y placer. No sólo los gritos van a decirte qué tal se encuentra y cómo lo está pasando. Las pequeñas o grandes señales que su cuerpo vaya emitiendo de manera no verbal serán tu guía. Si atiendes a ellas, seguramente el juego se desarrollará de manera satisfactoria para ambas partes y, una vez finalizado, se tendrán ganas de repetir en alguna otra ocasión.