El lado más suave del BDSM

Las fantasías sexuales asociadas al BDSM ofrecen una forma fácil y eficaz a todas aquellas parejas que, de un modo u otro, y a través del sexo, desean disfrutar de una experiencia de escapismo erótico. Los juegos de rol y las fantasías teatralizadas pueden reforzar las posiciones de dominante y sumiso, y son la base y el trasfondo de todo juego BDSM. Ya hemos hablado del modo de establecer esas relaciones de sumisión y dominio mediante el uso de las cuerdas o las esposas o el látigo de cuero. Pero un buen dominante no sólo debe servirse de esos elementos directamente relacionados con la fuerza para establecer su dominio. También puede sujetarse el cuerpo de la parte sumisa sin cuerdas, esposas ni ningún otro tipo de esclavitud.

Para disfrutar del lado más light del BDSM una mujer dominante, por ejemplo, puede servirse de un servicio completo de masajes para explotar y disfrutar la sumisión masculina. En esta experiencia que te proponemos, tú, mujer dominante, es quien tiene el control. Tú eres la masajista y tu pareja, el masajeado. Sólo debe cumplirse una norma. Que la parte sumisa debe ser absolutamente pasiva. Para nada podrá usar sus manos. Deberá resistir todas las caricias. Deberá soportar y controlar el deseo de acariciar a su vez a la parte dominante. Así será como ésta podrá ejercer su control. Control suave, sí (un masaje no es lo mismo que una nalgada); pero control al fin y al cabo.

Geles y aceites

El champú corporal es imprescindible en muchos de estos servicios. Gracias a su textura y a su aroma añadirás un toque sexi al masaje sexual que vas a realizar a tu sumiso o sumisa. Este masaje puede realizarse en una mesa especial de masajes, en un colchón de aire colocado en el suelo o en una ducha de vapor. Expande ese jabón lenta y sabiamente sobre el cuerpo de tu sumiso, acaricia sus genitales con tus manos bien lubricadas. Si es un hombre, aprieta su escroto y acaricia su polla. Si es una mujer, acaricia los labios de su vagina y, por supuesto, su clítoris. Que la parte sumisa mantenga las manos quietas, extendidas a ambos lados de su cuerpo. Que para nada las use. Que contenga su deseo.

Una mujer dominante puede jugar fácilmente a ejercer este control en casa. Todo lo que necesita es una ducha y un poco de jabón que no resulte irritante. Puede jugar con la alcachofa de la ducha y debe, por encima de todo, controlar la excitación del sumiso, retardar su orgasmo, impedir que eyacule antes de tiempo. El clímax del orgasmo sólo puede llegar cuando la parte dominante lo desee. En cualquier caso, algo después de que la parte sumisa suplique el fin de su “tortura”.

La técnica del cuerpo deslizante es una técnica similar a la del baño. Aquí, el masajista esparce por el cuerpo del sumiso un gel deslizante especial, coloca bajo su cuerpo un colchón de aire y empieza a deslizarse por encima de él, por debajo y alrededor, frotando sus genitales con su pecho y otras partes de su cuerpo para llevarlo poco a poco hasta el orgasmo. Este tipo de gel está disponible en los sex-shops y en las tiendas on-line. El dominio que se ejerce con él es diferente que el que se ejerce con una cuerda o unas esposas, pero resulta igualmente efectivo.

También un macho dominante puede ejercer de masajista. Un buen aceite de masaje que dé calor a la mano puede servir para acariciar los pechos de la sumisa. Gradualmente ese masaje puede hacerse extensivo a otras partes del cuerpo. Pueden pellizcarse los pezones, estirar suavemente de ellos, estimularlos hasta hacer que la sumisa se retuerza en la cama. Mientras con una mano se le estimulan los pezones, con la otra se pueden acariciar los genitales. Esta combinación permitirá muy probablemente que el macho dominante lleve a la hembra sumisa al punto culminante.

Este juego suave y lento puede servir de descanso entre sesiones más “duras”. La intensidad erótica de este descanso dependerá del control ejercido por el masajista. Si el masajista sabe lo que hace y pone sus cinco sentidos, la experiencia puede resultar muy placentera.
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Precaución

Los juegos BDSM pueden resultar física y mentalmente una experiencia agotadora. Es absolutamente imprescindible que, finalizado el juego, cada uno de los socios preste atención al otro. Los hombres, cuando ejerzan de dominantes, deben resultar especialmente cuidadosos. Las parejas femeninas deben estar confiadas y relajadas. Para algunas parejas, más allá de las caricias y los mimos, la palabra es imprescindible. Por eso es preciso hablar de la experiencia, de las sensaciones sentidas y de los sentimientos mutuos. Y, si es preciso, reír. La risa es un buen lenitivo. Puede suceder que una risa franca y sincera sea mejor reconstituyente que un abrazo. Después de todo, todo esto es un juego y su finalidad es eminentemente lúdica.

Cada pareja es un mundo y por eso cada una coloca las prácticas BDSM en un lugar determinado de su relación. Para unas es parte fundamental. Para otras, una posibilidad más que añadir de tanto en tanto a su repertorio sexual. En cualquier caso, siempre debe ser algo que satisfaga a ambos miembros de la pareja y que sirva, finalmente, no sólo para proporcionar mayor placer, sino también para conseguir un mayor estrechamiento de sus lazos de pareja.

Muchos aspectos del BDSM pueden aportar novedad, una intensa emoción erótica y un mayor placer sexual a una pareja que ya ha pasado por otras fases en su relación y que puede encontrarse en un proceso de apalancamiento. Después de todo, hay que pensar que la pareja que juega unida, permanece unida. Las prácticas BDSM están mucho más extendidas de lo que piensas. No te dejes engañar por las apariencias. Puedes pensar que se trata de una subcultura, pero te equivocarás al hacerlo. Las prácticas BDSM se encuentran, en su gran mayoría, dentro de los límites de la sexualidad más normal. Si te apuntas a ellas no serás un bicho raro. Simplemente, podrás disfrutar de otra forma de algo que es muy íntimo, propio y privado: tu sexualidad.