Sentir la quemadura

Las experiencias BDSM se esfuerzan por ofrecer sensaciones extremas e inesperadas partiendo de la sumisión del cuerpo. Esta es una erótica que desdibuja fronteras entre lo bueno y lo malo y que está orientada sobre todo a conseguir un mayor descubrimiento sexual. Uno de estos descubrimientos puede ser el de jugar con velas encendidas y cera caliente. Esto, dentro del BDSM, es especialmente grato tanto a novatos como a jugadores más expertos. Implica el goteo de cera caliente en la piel desnuda de la parte sumisa y en comprobar cómo ese dolor puntual que se siente al notar la cera en la piel se transforma, de alguna manera, en placer.

Si eres nuevo en esto de la cera, asegúrate de buscar una de las ceras que el mercado de lo erótico ofrece y que están destinadas a este tipo de juegos. Estas ceras se funden a temperaturas no muy altas y, por tanto y a diferencia de las velas tradicionales de cera o parafina, no queman la piel. Muchas de estas ceras eróticas están deliciosamente perfumadas y, en algunos casos, esa cera puede incluso utilizarse como aceite de masaje que proporciona al cuerpo masajeado no sólo suavidad, sino también una extraordinaria sensación de calidez.

Para empezar, el dominante puede limitar a su sumisa a la cama en la posición de decúbito supino. También puede colocar a la parte sumisa sentada, con las muñecas o los tobillos atados a una silla. La parte sumisa debe tener los ojos vendados para impedir que pueda prever la acción de la parte dominante. Ésta se moverá de manera sigilosa, en silencio, y, sin previo aviso, deberá dejar gotear la cera caliente sobre la piel del sumiso. Para que el efecto sea máximo, el dominante debe concentrarse en la zona de los pezones, en el ombligo y en la parte interna de los muslos. Los genitales deben ser evitados en todo momento.

Cuando el hielo es agradable

Cuando se aplica a zonas desnudas, las temperaturas extremas pueden intensificar la estimulación sexual. Una de las actividades favoritas de BDSM es aquélla en la que la posición dominante arrastra un cubito de hielo a lo largo del cuerpo desnudo de la parte sumisa. Se puede seguir un camino muy recomendable que es el de bajar desde la garganta a los genitales pasando previamente por pechos y ombligo. A los pechos debe prestarse una atención especial. El cubito de hielo debe deslizarse suavemente por cada mama, haciendo circulitos alrededor de la areola para, finalmente, estimular con su frío y húmedo lamido el pezón propiamente dicho.

Este tipo de juego puede resultar chispeante al máximo cuando se alterna el cubito de hielo con la gota derretida de cera caliente; es decir: cuando se combinan el calor y el frío. Ese contraste puede conseguirse también colocando una bolsa de agua caliente sobre alguna zona determinada del cuerpo (por ejemplo las mamas, siempre ideales para estos juegos picantes) y retirándola súbitamente para, de inmediato, colocar sobre esa zona un cubito de hielo. El dominante puede conseguir también este efecto sobre el dominado si, teniéndolo acostado sobre una esterilla eléctrica, desliza un cubito de hielo sobre sus genitales.

El hielo es bueno también para complementar las nalgadas y otras actividades de flagelación. Una vez realizados esos cachetes o esos golpes de látigo, puede resultar muy estimulante para quien ha recibido ese “castigo” el sentir ese beso de hielo del cubito. Ese cubito, además, ayuda a que no se produzca alguna incómoda y molesta hinchazón.