Claves psicológicas

Si algo caracteriza a la humillación en general es que tiene la capacidad de tocar importantes botones emocionales. Cuando la humillación se vuelve erótica o, si se prefiere, sexual, la influencia de la misma sobre las emociones se hace mayor. Esto obliga a los practicantes de la humillación erótica a pactar y consensuar el contenido de la misma. Ese consenso, que, como hemos recalcado en muchas ocasiones, es parte intrínseca y fundamental del BDSM, debe ser fruto y resultado de un flujo continuo de comunicación entre ambas partes. Gracias a esa comunicación la parte Dominante sabrá exactamente qué tipo de humillación o de insulto gusta al sumiso o sumisa y qué tipo de humillación o sumiso le hace sentirse emocionalmente dañado.

En gran medida, el juego de la humillación erótica guarda relación con el fetichismo sexual. En él, actividades en principio no sexuales se acaban sexualizando al quedar asociadas al mecanismo de la excitación. En otras ocasiones, la humillación erótica se asocia más directamente con el exhibicionismo. En estos casos, al sumiso o sumisa lo caracteriza el deseo de que otras personas sean testigos de su propio proceso de degradación. Es eso precisamente, el verse contemplados mientras son humillados, lo que hace que estas personas se sientan gratificadas.

Otros sumisos o sumisas encuentran en la humillación erótica (o en el hecho de ser insultados) una manera de conseguir que se reduzca su ego o, incluso, para superar inhibiciones sexuales. Dentro del primer grupo podemos encontrar a personas que gozan de gran éxito en su profesión y que, teniendo actividades que más o menos les lleva a ejercer el poder de una determinada manera, encuentran en la humillación erótica una manera de compensar ese papel predominante que acostumbran a ejercer en su vida laboral.

Dentro de las rutinas sexuales de muchas personas podemos encontrar una cierta atracción hacia la humillación suave. Ésta acostumbra a figurar entre sus más preciadas fantasías sexuales. Estas personas suelen fantasear con la posibilidad de practicar juegos de rol en los que se puedan actuar como bebés (age play) o como mascotas (pun-play). En la inmensa mayoría de los casos, esas personas suelen ocultar la fantasía dentro de sí, ocultándola a su pareja aunque pueda parecerle muy erótica. Para comunicar esa fantasía a la pareja deben existir unas grandes dosis de confianza compartida, ya que ser ridiculizado por la pareja al desvelar atracción por la humillación erótica podría causar daños psicológicos a quien ha revelado sus fantasías.

Humillación erótica online

Para evitar esa circunstancia hay mucha gente que recurre al sistema de la humillación erótica online. Chats, webs, emails, etc. sirven para que muchas personas puedan ver saciadas sus necesidades exhibicionistas o su necesidad de ser humillada sin, por ello, ver comprometido su anonimato.

Quien practica la humillación erótica online desea ante nada ser contemplado online en una situación sexualmente embarazosa. Una de las grandes ventajas de la humillación erótica online es que el sumiso o sumisa puede buscar compañeros y compañeras para sus juegos en cualquier lugar del mundo.

Entre los métodos de humillación online más comunes podemos encontrar los siguientes:

  • Exposición pública.
  • Obligación de hacerse fotografías y videos embarazosos.
  • Obligación de la persona sumisa de escribir un diario online. En ese diario, por ejemplo, puede dar información detallada sobre la frecuencia con la que se masturba y sobre cómo lo hace.
  • Abuso verbal. Es decir: insultos y faltas de respeto.
  • Participar en subastas públicas para, de ese modo, exhibir los fetichismos.