Un azote emocional

Hay palabras que vienen cargadas con una carga semánticamente peyorativa y que, sin embargo, en el universo BDSM adquieren un brillo especial. Una de esas palabras es “humillación”. Nadie mentalmente equilibrado desea sentirse humillado en sus relaciones cotidianas ni en su vida pública. Pero… ¿y en las relaciones BDSM? ¿No son muchas las personas que, asumiendo el rol de sumisas, desean sentirse humilladas durante el desarrollo de una escena BDSM?

Por poco que conozcas el universo BDSM y sus reglas de funcionamiento no te habrá costado nada dar una respuesta positiva a la pregunta anterior. SÍ: hay muchos sumisos y sumisas que, de un modo u otro, se acercan al universo BDSM buscando un ritual de humillación que, de alguna manera, les satisfaga mentalmente.

Y es que la humillación es, de alguna manera, la manera de azotar emocionalmente a un sumiso o sumisa. La humillación podría definirse, así, como un sufrimiento emocional buscado por la propia parte sumisa en el desarrollo de una escena. Esa humillación no debería, en caso alguno, atacar la autoestima de la persona. Servirse de las técnicas de humillación en el BDSM para atacar la autoestima de un sumiso o sumisa y agredirla moralmente supone pasarse al “lado oscuro” de la práctica BDSM y evitar que la humillación erótica cumpla su tarea de catarsis.

Humillar no es ofender

¿Dónde está el límite que separa la humillación erótica de la degradación moral? Dependerá de lo que afecte a cada persona. Expresiones como “eres una inútil” o “nunca aprenderás” deberían, según muchos Amos y Amas, quedar fuera del lenguaje de quien, en un juego BDSM, asume el rol de dominante. Sí pueden, por ejemplo, emplearse (y siempre dependiendo del sumiso o sumisa) expresiones como “zorra”, “puta” o “guarra”. Por mucho que puedan parecer ofensivas, para muchas personas el ser calificadas así en el terreno del juego y de la escena puede servir para reforzar el placer de transgredir ciertos límites y tabús sociales.

Algo que tampoco debe utilizarse para atacar al sumiso o sumisa es cualquier tipo de defecto físico. Puedes llamar “puta” a una sumisa, pero no puedes llamarla “bizca”, “gorda” (seguramente uno de los más incorrectamente utilizados) o “coja”. Lo primero nunca afectará a su autoestima; lo segundo, muy probablemente, incidirá negativamente sobre algo que, de un modo u otro, le habrá hecho sentirse más o menos mal a lo largo de su vida.

Otro aspecto sobre el que la humillación sexual en el seno de una sesión BDSM no debe incidir es sobre la utilización, con tal fin, de algún tipo de práctica que implique el uso dentro de ella de algún tipo de fobia que afecte directamente a la persona sumisa. Utilizar una fobia para intentar ejecutar la humillación sobre un sumiso o sumisa no debería tener cabida en las prácticas sanas de BDSM (y el BDSM, para ser un tipo de práctica orientada a satisfacer las necesidades eróticas de una persona a quien le gusta el sexo no convencional, debe ser absolutamente sano).

Límites de la humillación

Por otro lado, debe dejarse absolutamente claro a todas las personas que se estén iniciando o quieran iniciarse en el universo BDSM que el uso de la humillación debe ser puntual y debe quedar circunscrito a los exclusivos límites del juego. La humillación continua no es BDSM. La persona sumisa lo es dentro de un juego. Y el respeto a la persona debe primar absolutamente en cualquier fase del mismo. Extralimitarse en los límites pactados y herir innecesaria y moralmente a la persona sumisa no entra en los objetivos del BDSM. De la sesión no deben quedar más rastros que una placentera sensación de haber participado en un juego gratificante y placentero. Nadie, tras una práctica de humillación en el seno de una sesión BDSM, debe marcharse con un impacto emocional negativo.

La humillación, que puede ser pública o privada, puede ejercerse oral, física o mentalmente. Para un sumiso puede resultar humillante el tener que vestirse de niño y recibir un azote. Para otro, puede resultarlo el tener que realizar tareas del hogar absolutamente desnudo. Cada uno necesitará su propio estilo y grado de humillación para sentirse mentalmente satisfecho. Si quieres conocer los diferentes grados de humillación posibles, pulsa el siguiente link: grados de humillación. Accederás directamente a uno de nuestros posts. En él podrás conocer algo más sobre los aspectos que, respecto a las necesidades de cada jugador, intervienen en la aplicación de la humillación en las sesiones BDSM.