Humillación versus dominación

El BDSM no puede ser entendido sin la existencia de la humillación erótica. Cuando hablamos de humillación erótica lo estamos haciendo del ejercicio de la humillación psicológica dentro de un contexto sexual. ¿Quiere eso decir que la humillación erótica debe ser, ineludiblemente, una humillación de carácter sexual? No. Ni mucho menos. De hecho, lo que se persigue al aplicar la humillación erótica en el seno de una práctica BDSM que afloren los sentimientos derivados de esa humillación.

La humillación erótica puede ser ejercida de múltiples maneras. Puede ser verbal o física y privada o pública. Por poder ser, hasta puede ser ejercida a distancia. Internet ofrece en la actualidad muchas posibilidades de establecer, on line, relaciones D/s que incluyan escenas de humillación erótica.

Las múltiples posibilidades de gradación de la humillación erótica permiten ejercerla de una manera suave o moderada (ésta es la forma más común de aplicar la humillación erótica en el BDSM) o de manera intensa en los llamados juegos de edgeplay o juegos límites. Dependiendo de la situación y del tipo de juego BDSM que se quiera mantener, así será aplicada la humillación erótica.

A la hora de hablar de humillación hay que tener claro que humillación no es lo mismo que dominación. Sin ir más lejos, la persona humillada no tiene por qué desear, al mismo tiempo, acatar órdenes. La persona que busca ser humillada y que goza siendo humillada eróticamente no busca tanto los medios que se utilizan para ejercer dicha humillación como la humillación en sí misma. Es decir: la persona que persigue y goza con la humillación erótica no busca el spanking, por ejemplo, por las sensaciones físicas que le podría provocar la práctica del spanking, sino por los efectos psicológicos de recibir dicha penitencia.

La humillación erótica suele ejercerse en el ámbito de muchas prácticas fetichistas como pueden ser el fetichismo del pie o la adoración corporal y, también, en el ámbito de muchas prácticas bondage y muchas otras prácticas propias del universo BDSM. En cierto modo, es la actitud de la parte superior y la parte inferior durante una determinada práctica lo que determina hasta qué punto una práctica BDSM puede ser considerada una práctica de humillación erótica.

Tipos de humillación erótica

Entre los diferentes tipos de humillación erótica podemos encontrar dos grandes grupos, la humillación sexual verbal y la humillación sexual física.

Veamos algunas formas de cada una de ellas.

Humillación erótica verbal

La humillación erótica puede ejercerse de forma oral mediante:

  • Palabras denigrantes: niño, niña, mascota, señorita…
  • Insultos y agresiones verbales: gord@, fe@, imbécil…
  • Comentarios degradantes: perr@, maricón, puta, zorra…
  • Comentarios desagradables, despectivos o crueles sobre alguna parte del cuerpo o sobre la manera de cuidarse, de presentarse, de vestir, de caminar, etc.
  • Obligar al sub a pedir permiso para actividades cotidianas como ir al baño, gastar dinero, comer, etc.
  • Humillación por el tamaño pequeño del pene (en el caso del hombre) y de los pechos (en el caso de la mujer).
  • Obligar al sub a repetir, de viva voz, las órdenes que se le han dado antes de obedecerlas.
  • Obligar al sub a alabar al Dom bien sea por sus características físicas, bien por su comportamiento y su moda de imponer su disciplina.
  • Burlas o bromas que puedan servir para ridiculizar a la persona sumisa.

Humillación erótica física

La humillación sexual física puede ejercerse, por ejemplo, de los siguientes modos:

  • Orinando, eyaculando, defecando o escupiendo sobre el rostro de la parte sumisa.
  • Abofeteando al sub.
  • Obligar al sub a realizar tareas rutinarias o un trabajo excesivo.
  • Realizar al sub servicios sexuales impuestos sin que éste pueda intervenir en ellos. El control de la eyaculación, por ejemplo, entraría dentro de esta categoría de formas de humillación erótica.
  • Controlar de manera detallada y exhaustiva el dinero y el tiempo del sub.
  • Limitar la libertad de movimientos del sub impidiéndole, por ejemplo, salir de la sala en que se realice la escena BDSM o, directamente, recluyéndolo en alguna jaula, mazmorra o prisión.
  • Imponer rituales específicos como pueden ser arrodillarse ante el Dom, encender sus cigarrillos, lamer o besar sus pies, su rostro, su ano o sus genitales; comer sólo cuando el Dom haya acabado de comer y hablar sólo cuando éste lo permita…
  • Castigar de una manera predeterminada diferentes faltas (poner de cara a la pared, de rodillas, obligar a realizar un determinado ejercicio físico…).
  • Obligarlos a practicar juegos de roles en los que la parte sub ejerza como ser inferior.
  • Imponer un severo castigo propio del universo BDSM y que puede consistir tanto en la ejecución de una atadura como en el uso de látigos y palas o en la práctica de juegos CBT (esto es, de tortura de pene y testículos).
  • Obligar al sub a utilizar algún tipo de cinturones de castidad.
  • Obligar al sub a vestir algún signo o símbolo de propiedad como puede ser, por ejemplo, un collar BDSM.
  • Humillar al sub de manera pública y ante amigos, familia o desconocidos. Lógicamente, la humillación ante amigos y familia resulta mucho más “humillante” que la humillación erótica ante desconocidos.
  • Deshumanizar eróticamente a la persona sub convirtiéndola, por ejemplo, en un reposa pies.
  • Avergonzar al sub.
  • Incorporar a una tercera persona introduciendo así en la relación BDSM la idea de la infidelidad o, lo que es lo mismo, de los “cuernos”.
  • Amordazar o atar al sub.

Como hemos visto, la inmensa mayoría de las prácticas de humillación sexual recogidas en este artículo tiene más que ver con la provocación de un sentimiento de ridículo, degradación, vergüenza o burla que con la aplicación de algún tipo de práctica que produzca dolor. Y es que, como hemos señalado anteriormente, la humillación erótica es, fundamentalmente, un tipo de humillación de carácter básicamente psicológico.