Dentro de los diferentes tipos de fetichismos (y ya son de muchos de ellos sobre los que hemos hablado en esta sección de InfoBDSM), hay uno consistente en obtener satisfacción sexual a partir del contacto o del vestir prendas del otro sexo, especialmente si esas prendas son prendas de ropa interior. Dicho fetichismo recibe el nombre de fetichismo travestista y el objeto fetiche de las personas que experimentaran este tipo de fetichismo no sería otro que esas prendas de las que hablamos.

El fetichismo travestista, como todos los fetichismos, puede plasmarse y exteriorizarse en grados muy distintos. Un fetichista travestista no tiene por qué vestirse completamente con todas las prendas con las que lo haría alguien del sexo opuesto. Basta, por ejemplo, con que sienta excitación sexual intensa y recurrente (eso, al fin y al cabo, es lo que convierte una simple atracción en fetichismo) al vestir, pongamos por caso, alguna prenda de ropa interior. Es decir: un hombre que saliera a la calle vestido con traje y corbata o con mono de mecánico y, en lugar de bóxer, slip, tanga masculino, suspensorio o calzoncillo largo, llevara unas bragas (no importa si son brasileñas, altas, tipo tanga o, como suele decirse en broma, de cuello cisne), podría, perfectamente, ser como una persona que experimenta (a nosotros no nos gusta utilizar el verbo “sufrir” cuando hablamos de la mayor parte de los fetichismos) un cierto grado de fetichismo travestista.

Del mismo modo que el fetichista travestista no tiene por qué vestirse completamente como lo haría una persona del otro sexo, tampoco tiene por qué hacerlo siempre. Una persona que experimente este tipo de fetichismo puede vestirse como el otro sexo ocasionalmente o puede, por el contrario, hacerlo de manera habitual. El modo según el cual cada persona experimenta el fetichismo travestista es absolutamente personal. Lo que sí puede ser recurrente en ambos casos, y teniendo en cuenta que el fetichismo travestista no deja de ser sino una manera de buscar una excitación sexual, es que la persona que se vista como alguien del otro sexo lo haga para masturbarse cuando está travestida o para buscar algún tipo de encuentro sexual.

El fetichismo travestista es un tipo de fetichismo que acostumbra a darse, preferencialmente, entre hombres heterosexuales. Un fetichista de este tipo no duda de su sexualidad ni de la orientación de la misma. Lo que busca al vestirse como alguien del otro sexo es, simple y llanamente, gozar sexualmente. Todo ello, sin embargo, no implica que los hombres heterosexuales que experimentan este tipo de fetichismo no lleguen en ocasiones a mantener una relación homosexual. Pero el mantenimiento de esa relación no tiene nada que ver, por ejemplo, con la voluntad de cambiar de género. El fetichista travestista no es, en modo alguno, una transexual.

El hombre que experimenta el fetichismo travestista puede ser una especie de coleccionista de ropa femenina. Esa ropa femenina le sirve, fundamentalmente, para masturbarse. Es vestido con ella como este tipo de fetichista más excitación encuentra. Ese vestido así como más echa a volar su imaginación sexual y como más alienta sus fantasías. Éstas, en muchas ocasiones, le pueden hacer sentirse, al mismo tiempo, el sujeto masculino y femenino de la misma. Del mismo modo, el fetichista travestista puede, en sus relaciones heterosexuales, utilizar dichas prendas como un objeto erótico en sí mismo. Gracias a la inclusión de dichas prendas en su relación heterosexual, el fetichista travestista estimula de un modo especial y más intenso su libido.

Como otros tipos de fetichismo, el fetichismo travestista no puede ser considerado un trastorno excepto en determinadas circunstancias. Un fetichismo no es un problema hasta que de él se derivan sentimientos de malestar o hasta que dicho fetichismo interfiere con áreas sociales, educativas y/o laborales de la persona. El fetichismo travestista no es, en este sentido, una excepción, por lo que podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que la inmensa mayoría de las personas que experimentan el fetichismo travestista no sufren, en modo alguno, ningún tipo de trastorno. Este trastorno solo existirá si la persona siente malestar o sentimientos, por ejemplo, de vergüenza.

Al igual que sucede con otros tipos de fetichismos, el fetichismo travestista puede afectar a la relación de pareja. Y es que en ningún lugar está escrito que la persona que experimenta fetichismo travestista no pueda tener pareja. De cómo reaccione la pareja a la existencia de dicho fetichismo dependerá, en gran medida, el futuro de la misma. La pareja puede optar por el intento de cambiar sus prácticas sexuales aceptando que su pareja se trasvista a la hora de mantener relaciones íntimas o puede, por el contrario, negarse rotundamente a ello. En este segundo caso, lo más habitual y probable es que el fetichista se sienta embargado por sentimientos de culpa y vergüenza, y eso se traduzca, tarde o temprano, en el padecimiento en menor o mayor grado de cuadros depresivos o de ansiedad. En estos casos, el fetichista tavestista opta, habitualmente, por reprimir sus deseos sexuales, lo que, sin duda, acaba afectando, y de manera grave, a la relación de pareja.