De entre los fetichismos más estilosos y fashions que se pueden encontrar entre las debilidades eróticas humanas está el fetichismo del corsé. Hay en este fetichismo una alta carga de elegancia vintage, una cierta atracción hacia lo victoriano y lo vampírico, un aroma leve y sugerente a tiempo pasado y a deseo eterno.

Corsés ajustados y de alta costura

Un corsé es una pieza de ropa interior con un cierre de gancho que con frecuencia se entrelazan en la parte delantera y posterior y que puede abarcar desde la parte superior del busto hasta por debajo de la cadera. Que conecte o no mediante tirantes o cintas con un liguero dependerá del diseño y el tipo del corsé. Para muchas mujeres, esta pieza puede parecer restrictiva y, de alguna manera, asfixiante. Indudablemente, la imagen de la mujer con el corsé supone un impacto que puede resultar muy atractivo para muchos fetichistas.

El corsé es una prenda con mucha historia y mucha artesanía a sus espaldas. Los grandes modistos del pasado pretendían lucirse a la hora de realizar estas piezas tan sugerentes. Gracias al corsé, las mujeres de otros tiempos intentaban mostrar una figura que, socialmente, resultara deseable para los hombres de esos tiempos y fuera envidiada por las otras mujeres contemporáneas a ellas. Durante 16 o 17 siglos, el corsé fue una de las piezas estrella del vestuario de una mujer. Cayeron de moda durante los años diez del siglo pasado. Los cambios culturales convirtieron al corsé en una pieza progresivamente en desuso. El cambio de las funciones sociales de la mujer hizo que el corsé perdiera sus últimas batallas.

De entre todos los distintos tipos de corsés, uno de los más famosos e imitados sea el corsé Victoriano, que reinó en la moda femenina entre las décadas de los treinta y los noventa del siglo XIX. Su apretada costura en la cintura hizo que las mujeres adoptaran una forma de reloj de arena que resultaba muy apetecible para los hombres de la época, que consideraban esa forma el summum de la belleza corporal femenina.

Muchas sociedades fetichistas han recuperado esa pieza y han vuelto, en cierto modo, a ponerla de moda. Actualmente se pueden encontrar en muchas tiendas de lencería, y no a precios especialmente elevados. Hay cadenas internacionales que han puesto el corsé al alcance del consumidor medio de todas las grandes ciudades del mundo. Si el fetichista busca un corsé a medida, seguramente deberá invertir algo más de dinero.

Variaciones sobre un mismo fetiche

Más allá de la extravagancia, la elegancia o la originalidad del diseño, lo que hace que el fetichista convierta el corsé en fetiche es el hecho de llevarlo. La sensación de estar constreñido o entrelazado es la sensación que al fetichista le pone.

Gracias al corsé ajustado, el fetichista puede disfrutar de una amplia gama de emociones, desde el más obvio de la lujuria o la excitación hasta el resentimiento desencadenado por una mujer que, simbolizada en el corsé, sube escalones en el organigrama social hasta escalar puestos de igualdad financiera con el hombre.

Hay hombres que dicen sentirse muy seguros y especialmente abrazados cuando sienten la constricción proporcionada por un corsé. Los aficionados a colocarse un corsé son, entre los fetichistas, gente que suele gozar de una cultura bastante refinada y que pueden opinar amplia y documentadamente sobre el tipo de pieza que le gusta y que pueden compararla con otras del mismo tipo.

No todos los aficionados al corsé o a la imagen que proporciona un corsé son exactamente fetichistas. Hay quien ve en el corsé un símbolo de opresión erótico y lo utiliza más bien como parte integrante de un juego de rol determinado. Con un corsé victoriano, por ejemplo, puede añadirse un elemento de ambientación más a una historia que pretenda plasmar un sueño de carácter y contenido vampírico.

Corsé y salud

Si eres amante de esta pieza textil, es fácil que tengas que enfrentarte a opiniones que te dicen que el uso del corsé, esa constricción, no es buena para la salud. Te hablarán de mujeres que han perdido el conocimiento por no poder respirar con normalidad. El sentido común debe ser, lógicamente, el mejor consejero que tengas a la hora de utilizar tu corsé. Llévalo sólo a su tensión máxima durante el tiempo que sea cómodo. Si estás intentando moldear tu cintura, sigue las instrucciones al pie de la letra. Y desiste de utilizarlo si algún problema de salud de tipo circulatorio o de lesión de algún órgano interno desaconseja su uso.

Si el corsé que posees está roto, desiste de atarlo firmemente. No lo uses en caso alguno para períodos largos. Busca uno nuevo, que esté bien, y empieza a utilizarlo durante períodos de tiempo de 15 a 20 minutos. El corsé también debe adaptarse a ti.

Hay una gran variedad de formas y estilos. Busca el que más se adapte a tus características y gustos. ¿Quieres que sea corto o, por el contrario, lo prefieres largo? ¿Deseas que tu cintura se asemeje a la parte central de un reloj de arena? ¿Cómo quieres que sea en su parte inferior? ¿Y de qué tejido? ¿Hay algún color que prefieras sobre los demás?

Un buen corsé debe dar respuesta a todas esas preguntas y debe satisfacer, así, tus gustos. Piensa en la compra online como una opción de poder comprar un corsé a un buen precio. Para hacerlo, sigue al pie de la letra las instrucciones de medición de la web. Si lo haces, podrás disfrutar de un corsé con el que te sientas cómodo. Si tienes cualquier duda, no dudes en ponerte en contacto telefónicamente con la web que escojas para realizar tu pedido.

Si tienes que llamar, no sientas ningún tipo de vergüenza. Los vendedores de corsés están acostumbrados a recibir muchas llamadas de todo tipo solicitando todo tipo de información. El vender a clientes masculinos es, para ellos, pura rutina. Hay estadísticas que hablan de que el cincuenta por cien de las ventas de corsé online son ventas realizadas a hombres.

Si cuidas convenientemente tu corsé, éste puede durarte toda la vida. Cuando lo compres, pide al fabricante o fíjate en las indicaciones que el mismo dé sobre cómo lavarlo o cuidarlo. En ningún caso utilices la lavadora para lavarlo. La limpieza en seco acostumbra a ser la mejor opción. Sólo puedes contemplar un suave lavado a mano en agua tibia como segunda opción de lavado.

Para los corsés hechos de cuero o PVC, o para los que combinan seda y brocados, utiliza exclusivamente la limpieza en seco. Sin embargo, para estos y otros tejidos consulta una guía de cuidados y consejos. Nunca pongas a escurrir el corsé ni lo cuelgues de los hierros del colgadero. Sécalos sobre una superficie plana, entre dos toallas, con algo de compresión.