Diferencias entre Tutor y Amo

Muchas personas ajenas al mundo del BDSM tienden a confundir dos personajes que, aunque pueden parecer similares, cumplen funciones distintas. Esos personajes son el Amo y el Tutor. Los dos son educadores, sí; pero el objetivo de las “enseñanzas” de cada uno de ellos es distinto. La función principal del Amo es educar a la sumisa para que ésta se muestre feliz en su sumisión hacia Él y en función de los gustos y necesidades de cada uno de ellos. El Tutor, por su parte, orienta su educación en función de la tutelada a quien va dirigida dicha educación. El carácter y la tendencia de la tutelada serán, pues, quienes determinarán y al mismo tiempo serán receptores de las enseñanzas de un personaje, el Tutor, cuyas necesidades y tendencias no son, en todo ese proceso educacional, tenidas en cuenta.

Un Amo educa a su sumisa para que ésta sepa mostrarle sumisión en el presente y en el futuro. A la tutelada, por su parte, se la educa en la sumisión en general, pero siempre, siempre teniendo en cuenta sus características y su propia tendencia. ¿Por qué? Para facilitar en el futuro el que pueda encontrar un Amo con el que congeniar, alguien con unas necesidades que se puedan ajustar a las suyas.

En varios artículos de InfoBDSM hemos hablado del papel del Amo y de sus características. Nos hemos referido a ellas especialmente en los artículos “¿Cómo se puede distinguir al falso Amo?” y “Los diez mandamientos de la Ley del Amo”. Allí podéis encontrar información al respecto. Pero… ¿y el Tutor? ¿Qué características debe tener un Tutor para cumplir con su función? Ha llegado la hora de contestar a esta pregunta.

Características ideales del Tutor

La primera característica que debe tener un Tutor BDSM es la de ser respetuoso. Al igual que un Dominante hacia su dominado, el Tutor debe mostrar respeto hacia su tutelado o tutelada.

La segunda característica de un Tutor BDSM y sin la cual ninguna persona debería, nunca, ejercer como tal es la honestidad. Ésta, consecuencia directa del respeto, es necesaria para que:

  • El Tutor no crea que la tutoría es una fantástica manera de conseguir sexo fácil.
  • El Tutor no utilice la tutoría para convertir a su tutelada en un miembro más de su “cuadra”.
  • El Tutor no limite la tutoría a la parte práctica de la misma.
  • El Tutor no utilice las prácticas para su disfrute general.
  • El Tutor no desvía a la tutelada hacia un tipo de sumisión que, gustándole al Dominante, no es la apropiada para ella.
  • El Tutor no marque un ritmo de aprendizaje que, aunque a él le vaya bien, resulte inapropiado para la tutelada. Recordemos lo que hemos dicho al principio del artículo: las necesidades del Tutor no cuentan (ni deben contar) en el proceso de educación de su tutelada.
  • El Tutor forme a la tutelada de la manera más completa posible, siempre, claro, teniendo en cuenta sus limitaciones.
  • El Tutor, por su propio capricho o por cansancio, abandone la tutoría.
  • El Tutor advierta siempre a la sumisa de que puede encontrar otros modelos de sumisión que no sean exactamente el que le está enseñando él.

Otra de las características de un Tutor BDSM debe radicar en la posesión de una cierta experiencia, aunque si colocamos a ésta en un plato de una balanza y, en el otro, colocamos la moral del Tutor y su solvencia ética, deberá ser, sin duda, esta segunda la que se valore como más importante. Después de todo, más importante que la experiencia en sí deben ser la madurez emocional y la responsabilidad las que se constituyan en características del Tutor BDSM. Al Tutor BDSM se le exige constancia y la constancia, por regla general, no es una virtud que acostumbre a caracterizar a la persona inmadura.

Otra característica de un Tutor BDSM que no debe faltar en la persona que se vaya a dedicar a la tutoría de sumisas BDSM es la de la delicadeza. Esta delicadeza debe resultar especialmente sin fisuras cuando la sumisa, ansiando introducirse en el universo BDSM, pide realizar una sesión. El buen Tutor debe interiorizar que la primera sesión resulta fundamental en el devenir de la vida activa de una amante del BDSM. La sumisa, en buena medida, quedará marcada de por vida por esa primera sesión. ¿Qué queremos decir con esto? Que un buen Tutor evitará la realización de prácticas complicadas, por maravillosas que pudieran aparentar ser.

La función de una primera sesión es que la sumisa descubra, de entre todos los tipos de sumisión existentes, cuál es el suyo. El Tutor no debe querer lucirse, no debe intentar mostrar todos sus conocimientos sobre la sumisión y las prácticas BDSM. Esa característica, la de comprender exactamente para qué sirve una primera sesión BDSM, ese una de las características básicas del Tutor BDSM. Éste, más que apabullar a la sumisa con sus conocimientos, lo que debe intentar es conseguir que la sumisa esté tranquila durante la que es su primera toma de contacto con la realidad de una práctica BDSM.