¿BDSM en el Kama Sutra?

Poco a poco todos vamos descubriendo que el Kama Sutra no es sólo un libro de posturas eróticas. Escrito por el maestro Vatsyayana en una fecha que parece oscilar entre los años 240 y 550 después de Cristo, el Kama Sutra compendia sabiduría popular, escritos anteriores a él y costumbres de la época, constituyéndose en un tratado sobre el amor, el placer y la vida familiar. Escrito en sánscrito, debemos al explorador, antropólogo, orientalista y cónsul británico Sir Richard Burton su traducción al inglés.

El mundo del BDSM no debe desviar su mirada del Kama Sutra pues este texto, pese a su antigüedad, recoge algunas prácticas de naturaleza sadomasoquista concebidas como una fuente de placer para los amantes que las practican.

En la segunda parte del Kama Sutra podemos distinguir tres capítulos dedicados a diferentes prácticas típicamente BDSM. Uno de ellos habla de los arañazos y de cómo pueden utilizarse tanto las uñas como la presión de los dedos para, mediante el infligir a nuestra pareja una cierta dosis de dolor, podemos proporcionarle también unas determinadas dosis de placer. Otro de los capítulos del Kama Sutra habla de la utilidad, para el mismo fin, del mordisco. El tercero, y que es al que vamos a prestar atención en este artículo, podría ser catalogado como una especie de manual de azotes.

Vatsyayana, desde su punto de vista (que, lógicamente, no vamos a calificar de “moderno”) apunta en su obra que las relaciones sexuales, al menos en ocasiones, pueden ser comparadas “con una querella debida a las contrariedades del amor y a las tendencias a disputar”. Eso hace, según él, que exista una querencia natural a golpear y a hacerlo con pasión. ¿En qué lugar? Lógicamente, en el cuerpo, y, dentro de él, en los siguientes lugares:

  • Hombros
  • Cabeza
  • Entre los pechos
  • Espalda
  • Parte media del cuerpo
  • Costado

Tipos de azotes y quejidos

Según se recoge en el Kama Sutra, los azotes se pueden dar de cuatro maneras distintas: con el dorso de la mano, con los dedos algo contraídos, con el puño o con la palma abierta.

Además de estas cuatro formas de azotar a la mujer, Vatsyayana recoge en el Kama Sutra la posibilidad de utilizar instrumentos como pinzas, cuñas, tijeras o instrumentos de perforación para actuar sobre las mejillas, los senos, el pecho o la cabeza. Según el maestro Vatsyayana, las formas de azotar o golpear a la pareja durante la práctica sexual sirviéndose de instrumentos variados es propia de gente del sur. Vatsyayana, sin embargo, desprecia este tipo de prácticas y las acusa, amén de dolorosas, de ruines y bárbaras. El autor del Kama Sutra, defensor de otro tipo de prácticas, desaconseja completamente éstas y afirma que no deben ser practicadas ni imitadas.

Vatsyayana, como un analista de todas las reacciones humanas, apunta en su obra que los azotes, lógicamente, y debido al dolor que causan, provocan ocho clases de quejidos. Esas ocho clases de quejidos provocados por los azotes según el Kama Sutra son:

  • El sonido hin
  • El sonido del trueno
  • El sonido del arrullo
  • El sonido del llanto
  • El sonido phût. Este sonido imita el que hace un objeto al caer al agua.
  • El sonido phât. Este sonido imita el que hace el bambú al hendirse.
  • El sonido sût
  • El sonido Plât

Además de todos estos sonidos, Vatsyayana recoge la posibilidad de que se utilicen palabras como “madre”, así como expresiones que indiquen suficiencia, prohibición, dolor, alabanza o, por ejemplo, deseo de liberación. Vatsyayana, además, recoge en este capítulo del Kama Sutra dedicado a los azotes el que, durante la práctica sexual, se utilicen sonidos de animales como pueden ser los de las palomas, el gorrión, la codorniz, el flamenco, el cuco o el pato, o los del loro o la abeja. De manera ocasional, apunta el autor del Kama Sutra, todos ellos pueden utilizarse.

Algunas propuestas de azotes de Vatsyayana

Entre las indicaciones que Vatsyayana da sobre cuándo pueden emplearse todos esos sonidos al practicar los azotes durante el acto sexual, podemos destacar las siguientes:

  • El hombre debe golpear con el puño la espalda de la mujer mientras ella está sentada en su regazo. Al golpear a la mujer, esa debe devolver los golpes al hombre simulando un ataque de furia y, al hacerlo, debe emitir los sonidos del arrullo y del llanto.
  • Al producirse la unión, el hombre debe golpear a la mujer entre los pechos con el dorso de la mano a un ritmo que, poco a poco y al mismo tiempo que aumente la pasión, irá incrementándose. En ese momento, apunta Vatsyayana, se pueden emitir, de manera alterna, el sonido hin y otros.
  • El hombre debe golpear a la mujer en la cabeza durante la cópula con los dedos algo contraídos y mientras emite el sonido phât. Esta práctica recibe el nombre de prasritaka. Conforme va incrementándose el placer, deben utilizarse, además del sonido phât, el sonido phût y el sonindo del arrullo.

Vatsyayana refleja en su capítulo del Kama Sutra dedicado a los azotes que “puede ser” que la mujer no esté acostumbrada a los azotes durante la práctica erótica. Si es así, cuando se incremente la pasión y, con ella, la excitación, la mujer deberá utilizar palabras como madre o padre y, también, palabras que expresen suficiencia, prohibición o deseo de liberación. En resumen: una especie de palabra de seguridad que, eso sí, debería intercalarse con los sonidos del trueno, el llanto o el suspiro.

Cuando se vaya aproximando el desenlace de la unión, afirma Vatsyayana en el Kama Sutra el hombre debe renunciar a los azotes y concentrar su atención en oprimir con las manos abiertas tanto los costados de la mujer como sus senos y la parte media del cuerpo. Mientras hace eso, el hombre debe emitir los sonidos del ganso o de la codorniz.

Ciertamente, las propuestas de Vatsyayana se alejan mucho de lo que sería una práctica BDSM, pero hay que tenerlas presentes por si, en un momento dado, deseamos enriquecer una práctica con un toque ciertamente exótico y vintage.