La discapacidad como fetiche

Del mismo modo que en un artículo anterior afirmábamos que BDSM y discapacidad no tienen por qué estar reñidos y que la persona con diversidad funcional, como persona que es, es una ser sexual y, por tanto, que puede ser amante, por ejemplo, de las sexualidades alternativas y de las prácticas BDSM, también podemos afirmar que, en ocasiones, la misma discapacidad, así como sus objetos y símbolos, se convierten en fetiche.

El mismo impulso que puede llevar a una persona a sentir atracción por los zapatos de tacón o el látex puede llevar a otra a sentir dicha atracción por las prótesis ortopédicas. Ya lo vimos en nuestro artículo dedicado a la abasiofilia, nombre oficial que se da a la atracción por los aparatos ortopédicos. En este artículo de hoy pretendemos profundizar algo más en el conocimiento de este fetichismo que, como todos los fetichismos, puede parecer muy extraño a todas aquellas personas que no lo comparten.

Junto a la abasiofilia podemos distinguir dos fetichismos relacionados de un modo más o menos directo con la discapacidad. El primero de ellos es la apotemnofilia o deseo de tener un miembro amputado. El segundo, la acrotomofilia o atracción por personas que padezcan amputaciones, lesiones o, directamente, discapacidades.

Personas atraídas por la discapacidad

En el universo BDSM, existe una serie de términos que se utilizan para definir a personas que, de una forma u otra, se sienten atraídas por la discapacidad. Esos términos son los siguientes:

  • Devotee, devoto, devote o devotte. Con este término nos referimos a aquellos fetichistas que sienten una especial devoción por personas que carecen de algún miembro o que poseen alguna característica relacionada directamente con alguna discapacidad. Las personas que experimentan este tipo de atracción por la discapacidad obtienen placer al relacionarse directa o indirectamente pero de una forma sexual con personas con diversidad funcional.
  • Pretender. Las personas que experimentan este tipo de atracción por la discapacidad lo que buscan es identificarse de alguna manera con dicha discapacidad. El pretender, lejos de encontrar el placer en la relación directa con discapacitados, lo que busca es vivir la discapacidad, ser él el discapacitado. Para ello, este fetichista de la discapacidad recurre habitualmente a la simulación. Para conseguirlo de la manera más fehaciente posible, el pretender utiliza muletas, sillas de ruedas, prótesis, etc. Lo suyo es, en cierto modo, una teatralización de la discapacidad.
  • Wannabe. Este tipo de fetichista de la discapacidad va un paso (o varios) más allá de lo que va el pretender. Si el pretender teatraliza, el wannabe busca transformarse, de una manera activa y efectiva, en un discapacitado. El wannabe, pues, busca vivir la experiencia real de la discapacidad.

A los wanabes y a los pretenders se les conoce desde hace tiempo. De hecho, hace ya más de un siglo que está documentada su existencia. Eso sí: en otros tiempos, tanto de unos como de otros se decía que padecían algún tipo de trastorno psicosexual. Así, su atracción por la discapacidad era considerada una parafilia. Si, en gran medida, han dejado de ser catalogados así tanto pretenders como wanabes es porque hoy, afortunadamente, existe más información y porque hoy existe esa maravilla que nos permite llegar hasta vosotros: la red. Internet permite que personas con los mismos gustos puedan contactar entre ellas y disfrutar, juntas, de sus gustos comunes.

Hay quienes, sin embargo, realizan una distinción (que en cierta medida nos parece lógica) entre devotees y pretenders por un lado y wanabes por otro. Después de todo, no parece demasiado normal que una persona desee modificar su propio aspecto para, de ese modo, parecer una persona con discapacidad. Esto, claro, plantea múltiples dilemas. Entre colocarse un piercing, hacerse escariaciones o ponerse, incluso, bolitas u otros objetos bajo la piel para simular unos cuernos al modo del diablo y amputarse un dedo o un brazo, hay muchos niveles de posibilidades de modificar el propio cuerpo. ¿Dónde tendríamos que colocar la línea que separa lo aceptable de lo inaceptable? Sin duda, cada persona la colocaría en un lugar diferente, unas un poquito más acá, otras un poquito más allá.

Por su parte, la pregunta que podríamos hacernos es: ¿cómo contemplan las personas con diversidad funcional la figura de wanabes, pretenders y devotees? Pues depende de cada cuál. Hay personas discapacitadas que encuentran en estos tres tipos de personas que sienten atracción por la discapacidad una posibilidad de encontrar a una persona complementaria y hay personas con diversidad funcional para las que estos tres tipos de fetichistas de la discapacidad pecan de cosificación. Es decir, para muchas personas con discapacidad, los devotees las cosifican o, lo que viene a ser lo mismo, ven en ellas más la discapacidad que a la persona en sí.

Finalmente, queremos señalar que a estos tres tipos de fetichistas de la discapacidad (devotees, pretenders y wanabes) hay quienes añaden la figura del admirer, es decir, de aquella persona que, por su capacidad de superación, por el ejemplo que simbolizan de lucha y fuerza, admiran e idealizan a las personas que padecen algún tipo de diversidad funcional. Nosotros, a priori, no uniríamos al admirer al grupo de los fetichistas de la discapacidad. No, al menos, cuando esa admiración de la que hablamos se diera en lo que podríamos llamar un “estado puro”, es decir, no estuviese, en modo alguno, mediatizada por lo erótico.