Atracción por la discapacidad

Fue el profesor John Money, de la privada Universidad Johns Hopkins de Baltimore (Maryland, Estados Unidos), quien utilizó por vez primera el término abasiofilia. Con ella, Money quería nombrar una parafilia consistente en sentir atracción psíquica y sexual hacia personas que son discapacitados motrices.

La atracción sexual en los casos de abasiofilia suele centrarse en personas que tienen amputaciones en el cuerpo (en brazos o piernas) o que se desplazan en sillas de ruedas o usan prótesis ortopédicas. Las férulas, las escayolas, cualquiera de estos elementos puede poner en marcha el interruptor del deseo en una persona que posea este tipo de fetichismo.

Los diferentes análisis y estudios que se han realizado sobre la abasiofilia apuntan a que este tipo de fetichismo suele brotar en la infancia. De hecho, se apunta que son muchas las personas que experimentan abasiofilia que eran niños en los años 40 y 50, en aquellos tiempos en los que la polio era una enfermedad bastante común y en los que eran muchas las personas que se veían condenadas a usar órtesis, es decir, dispositivos o apoyos externos que, aplicados al cuerpo, sirven para modificar los aspectos funcionales o estructurales del sistema neuromusculoesquelético. O sea, que es más fácil encontrar personas de 70 años que reconozcan su abasiofilia que encontrar a personas de menos de 40 años.

Otros estudios han apuntado recientemente que la abasiofilia es una forma de un desorden de la identidad de integridad corporal. ¿Qué se quiere decir con eso? Que las personas que experimentan la abasiofilia o fetichismo de la discapacidad son, en el fondo, personas que desearían que alguna parte de su cuerpo fuese amputada.

Emily Yates y su documental sobre la abasiofilia

Las personas que tienen como fetiche a las personas con discapacidad reciben el nombre de devotees. Si hay alguien que ha estudiado y analizado el comportamiento de los devotees ésa es la escritora británica Emily Yates. Yates usa una silla de rueda debido a su parálisis cerebral. En 2011, y a raíz de comprobar diversas reacciones a su perfil de Facebook, Emily Yates constató la “rareza” de algunas de esas reacciones. Yates tenía entonces 24 años y decidió indagar un poco más en la motivación de aquellas reacciones. Se entrevistó con personas discapacitadas que se grababan para colgar sus vídeos en las redes sociales y se entrevistó también con devotees. Algunos de ellos sólo eran falsos fetichistas, gente que sólo disfrutaba contemplando cómo las personas con discapacidad debían luchar para sacar adelante sus tareas cotidianas. Otros, no. Otros experimentaban verdadero placer sexual al contemplar personas con discapacidad. Eran abasiofílicos de manual. Yates sufrió una conmoción. Por un lado, sentía repulsa hacia esas personas que se excitaban con su discapacidad. Por otro, experimentaba una sensación “extrañamente refrescante” al sentirse valorada o, dicho de otro modo, al sentirse deseada gracias precisamente a lo que ella consideraba sus carencias. Eso le causó cierta “incomodidad”.

Emily Yates realizó un documental para la BBC News basándose en sus entrevistas y en lo que poco a poco había ido descubriendo sobre el universo de la abasiofilia. En su investigación sobre la abasiofilia o fetichismo de la discapacidad, Emily Yates incluyó la experiencia vivida por Leah Caprice. Leah Caprice sufrió un accidente en septiembre de 2008. A consecuencia de ello, Caprice se fracturó la vértebra T12 y, tras ser operada, se vio condenada a desplazarse el resto de su vida en silla de ruedas. Caprice decidió, entre otras cosas, convertirse en una exhibicionista online de su paraplejia. En su página paraprincess.com se la puede contemplar, desnuda, vistiéndose, bañándose… sin duda, todo un festín para quienes se declaran fetichistas de la discapacidad.

En el documental de Emily Yates, un abasiofílico reconoce experimentar al ver sillas de ruedas y piezas ortopédicas para piernas lo que otros experimentan al mirar vestidos de fiesta o prendas de lencería.

Por otro lado, si hay una novela en la que la abasiofilia desempeña un rol fundamental es The Scarecrow, de Michael Connelly. Editada en España como La oscuridad de los sueños y no como El espantapájaros (que sería la traducción literal), en ella, un asesino en serie encuentra la motivación para sus crímenes en la abasiofilia.