El subespacio como trance
La psicología, ya lo hemos visto en alguno de los artículos de InfoBDSM.com, desempeña un papel fundamental en el BDSM. La práctica BDSM, en el fondo, adquiere su razón de ser en tanto en cuanto causa un placer que va más allá de lo físico para afectar directamente a lo psicológico. Uno de los estados psicológicos a los que puede llegarse debido al BDSM o a alguna de sus prácticas es el que se conoce con el nombre de subespacio.
El subespacio o subespace viene a ser algo así como un trance hipnótico. Hablamos de que una persona está “en trance” cuando su atención está absolutamente enfocada en algo muy concreto. En trance, por ejemplo, está en determinadas ocasiones el lector de un libro o el espectador de una película. Para ese lector o ese espectador que han conseguido zambullirse en el río narrativo del libro o el film y que ha sido arrastrado por la corriente del mismo, nada existe más allá de ese libro o de esa película. En cierto modo, es como si el mundo hubiera desaparecido para ellos y el tiempo hubiera quedado en suspenso, detenido y ajeno a sus propias leyes.
Algo parecido a lo experimentado por el lector o el espectador del párrafo anterior es lo que experimenta el jugador de BDSM cuya atención, cada vez más, se fija en las sensaciones físicas del juego. La alternancia que dolor y placer que se produce como consecuencia del juego BDSM provoca una respuesta del sistema nervioso simpático que se traduce en la liberación y mezcla, en un cóctel único, de todo tipo de endorfinas, encefalinas y, por supuesto, adrenalina. Las glándulas suprarrenales trabajan a todo ritmo liberando adrenalina mientras dura el juego BDSM y se suceden las pequeñas “torturas” o “castigos”. Ese cóctel hormonal tiene sobre el cuerpo el mismo efecto que podría causar, por ejemplo, una cierta dosis de morfina. Ese cóctel hormonal, pues, sirve no sólo para ayudarnos a soportar mejor el dolor (ésa, al fin y al cabo, es la función que la Medicina tiene reservada a la morfina). También sirve para hacernos vivir en una especie de éxtasis teñido por la euforia.
Esa mezcla de sensaciones en apariencia contradictorias sería, en esencia, lo que conocemos con el nombre de subespacio. Traspasar los límites del subespacio vendría a ser algo así como drogarse. Del mismo modo que para el heroinómano que se inyecta una dosis de heroína desaparece el mundo y sus problemas, para la persona que practica BDSM y llega a sumergirse en el subespacio desaparece todo lo que nos tenga que ver con esa sensación de éxtasis euforizante que caracteriza al subespacio.
¿Cuánto puede durar esta alteración psicológica que conocemos como subespace? Desde unas horas hasta algunos días. Hay, incluso, quien habla de semanas de duración de, sino del subespacio, sí de sus efectos.
La necesidad de control del Amo
La alteración psicológica que caracteriza al subespacio puede llegar a ser tan grande que puede darse el caso de que el sumiso o esclavo pierda el control de su toma de decisiones. El sumiso que se sumerge en las aguas del subespace puede pedir más (más castigos, más intensidad en los mismos) y puede pedirlo hasta más allá de lo razonable. Por poder, el sumiso sumergido en el subespacio puede hasta olvidar la palabra de seguridad, ese recurso de urgencia para poner fin o atemperar una práctica que puede llegar a resultar peligrosa para su salud y su integridad física.
Quien quiera participar en una práctica BDSM de mediana o alta intensidad y quiera actuar en la misma como Amo/a debe tener en cuenta en todo momento la existencia del subespacio, su intensidad y los males que pueden desprenderse de la mala lectura del mismo. El Amo/a debe saber cuándo se está yendo demasiado lejos. No importa que el sumiso o la sumisa no pidan parar el juego ni ponerle freno. El sumiso o la sumisa, sumergidos en el subespacio, pueden haber perdido el control de sus deseos y, afectados psicológicamente por esa especie de éxtasis eufórico, pueden vivir tranquilamente una sensación de sentirse todopoderosos y de ser capaces de soportarlo todo. Y nadie, lógicamente, puede soportarlo todo. Por eso, a la hora de practicar BDSM a un determinado nivel, es necesario no sólo que la parte Dominante domine las técnicas a utilizar (desde el colgar pesos de las tetas al brandig, pasando por el uso de cera o la utilización de un piercing temporal en los genitales). También es necesario que la parte Dominante conozca perfectamente a la parte sumisa y sus reacciones. Sin dominar ambas variables, ningún Amo o Ama debería aventurarse a actuar como tal en una práctica BDSM de mediana o alta intensidad.
Finalizada la práctica BDSM, el regreso a la “normalidad” y la salida del subespacio puede provocar que la parte sumisa padezca lo que se conoce con el nombre de subdrop, que no es otra cosa que una especie de “bajón” emocional en el que se mezclan la fatiga, la irritabilidad, la pérdida de apetito e, incluso, un cierto sentimiento de tristeza.
Si deseas saber algo más sobre el subdrop y sobre cómo prevenirlo y actuar cuando éste se produzca, lee nuestro artículo “El subdrop, el lobo feroz del sado”.