Explorador, periodista, ocultista y… caníbal confeso. Todo eso fue William Seabrook, un autor estadounidense englobado en lo que se dio a conocer como “la generación perdida” y a la que también pertenecían autores como Dos Passos, Steinbeck, Fitzgerald, Hemingway o Faulkner. Seabrook, nacido en febrero de 1884 e hijo de un sacerdote protestante, se reveló desde bien joven como un apasionado de lo místico y lo sobrenatural. Héroe de guerra y condecorado tras participar destacadamente en la batalla de Verdún y sufrir los efectos del gas mostaza, Seabrook, finalizada la Primera Guerra Mundial, se instaló en Nueva York. Fue en esa ciudad donde empezó a trabajar como reportero del The New York Times y donde empezó a firmar artículos para publicaciones como Vanity Fair, Reader’s Digest o Cosmopolitan. Estos artículos le hicieron ganar un prestigio que le permitió publicar artículos y relatos en la revista The Smart Set, publicación en la que aparecían firmas de autores y autoras de primera línea como Francis Scott Fitzgerald o Dorothy Parker.
Su novela La isla mágica (primera novela de zombies de la historia y considerada un clásico inmortal del género), escrita tras su estancia en Haití, fue todo un best-seller. Apasionado de los misterios antiguos, así como de las creencias y ritos más escabrosos (fue en una visita al África Occidental donde, conviviendo con la tribu de los guere probó la carne humana, a la que calificó como una carne “parecida a la ternera”), Seabrook conoció al fotógrafo surrealista Man Ray y de ese encuentro surgió una colaboración artística e intelectual que daría como fruto algunas imágenes icónicas del universo BDSM. Es de esa colaboración entre Man Ray y William Seabrook (y de esas fotografías) de lo que deseamos hablar en nuestro artículo de hoy.
Man Ray, que había sentido siempre atracción por lo extraño y lo primitivo, sufrió una especie de deslumbramiento al conocer a alguien que, como Seabrook, era algo así como un experto en la materia. Hasta aquél momento, Man Ray había mostrado un interés más bien teórico por el sadomasoquismo y sus prácticas. En cierto modo, eso podía considerarse natural y hasta cierto punto irremediable en alguien que, como Ray, había sufrido un sinfín de castigos corporales durante su infancia. Pero… ¿y Seabrook? ¿Qué relación mantenía Seabrook con el sadomasoquismo? Por lo que parece, muy estrecha. Fascinado con el vudú y las prácticas satánicas, Seabrook, alcohólico y drogadicto, experimentó con el sadismo. La mezcla de todas esas cosas le valió el divorcio de su mujer, Marjorie Muir Worthington, en 1941.
Fue alrededor del año 1929 cuando Seabrook se puso en contacto con Man Ray para encargarle una serie de fotografías en las que diversas mujeres aparecieran en situación de cautivas. En una carta dirigida a Man Ray, Seabrook le avisaba que le llevaría una joven a su estudio y que, para vestirla para las fotos, llevaría una túnica negra de sacerdote, una máscara negra, un “corsé de reloj de arena con forma de avispa acabado en una tela brillante que parezca de acero pulido” o un material de cuero negro para que coincida con la máscara. Seabrook avisaba también a Man Ray de que llevaría unas zapatillas o unas botas con tacones “fantásticamente altos” para calzar a la modelo o modelos.
De aquella sesión de fotografías surgió un puñado de fotos que forman ya parte de la historia de la fotografía BDSM. Algunos autores, sin embargo, sostienen que las fotos no fueron realizadas directamente por Man Ray (es decir: que él no fue quien realizó el disparo de la cámara) sino por su ayudante en el cuarto oscuro, el fotógrafo francés Jacques-Andre Boiffard. Según esos mismos autores, el hecho de que Man Ray delegara en su ayudante la realización de las fotos fue debida a la incompatibilidad de Ray (amante de una forma de trabajar en la que primaba, por encima de todo, la naturalidad) para trabajar con Seabrook, quien gustaba de planificar meticulosamente cada pose y cada foto.
Por otro lado, al parecer, a Man Ray tampoco le gustaba que en las fotografías que se iban a realizar apareciera Lee Miller, su pareja y musa de aquel tiempo, modelo y, posteriormente, también fotógrafa. En cualquier caso, las fotografías surgidas de la colaboración entre Man Ray y William Seabrook forman parte, como hemos dicho, de la historia de la fotografía BDSM. Aprovechamos la ocasión para mostrarte algunas de esas imágenes.