El caso Schneiderman

Fue uno de los escándalos de 2018. Eric Schneiderman, fiscal general de Nueva York y abanderado del movimiento #MeToo, debía renunciar a su cargo tras ser acusado de agresión sexual por cuatro mujeres. Estas mujeres, algunas de ellas conocidas en los círculos sociales de Manhattan, acusaron a Schneiderman de emborracharse y emborracharlas en sus citas para, a continuación, maltratarlas. En un primer momento, Schneiderman se defendió de las acusaciones argumentando que todas las acciones llevadas a cabo con las mujeres que le acusaban se habían llevado a cabo con el consentimiento de éstas. En las páginas de la misma publicación que había publicado las acusaciones en su contra, el magazine The New Yorker, el fiscal general de Nueva York declaró que “en la privacidad de las relaciones íntimas”, había sido partícipe “de juegos de rol y otro tipo de actividad consentida”. Y afirmaba no haber abusado de nadie. En definitiva: Schneiderman se amparaba, al realizar dichas afirmaciones, en el hecho de haber practicado BDSM con sus parejas para diferenciar su comportamiento del de un vulgar maltratador. Una de sus exnovias rebatía su argumento diciendo que lo vivido junto al fiscal no era, “bajo ninguna circunstancia”, un juego que acabó mal.

El escándalo Schneiderman sirvió no solo para que quien había sido el acusador del productor Harvey Weinstein tuviera que presentar su dimisión. Sirvió también para que muchos medios de comunicación estadounidenses tuvieran que acercarse a las diferentes comunidades BDSM para preguntar y pedir su opinión y eso, a la corta, se reflejó en una mayor información a la sociedad norteamericana sobre lo que es y no es BDSM y, sobre todo, para diferenciar con toda claridad lo que es BDSM de lo que es maltrato o abuso.

Sin duda, el mayor riesgo derivado de que comportamientos como el de Eric Schneiderman salgan a la luz es que en la mentalidad del público medio que escucha las noticias se forme una imagen deformada e irreal de lo que es el BDSM. Aclarar cuanto antes que el BDSM no debe confundirse con el maltrato es una obligación no sólo de los amantes del BDSM. También lo es de los amantes de la información veraz.

En InfoBDSM pretendemos cumplir con ambas obligaciones. Como amantes de las prácticas propias del BDSM y como responsables a la hora de verter una información en la red, queremos destacar que el BDSM y sus prácticas no tienen nada que ver ni con el maltrato ni con el abuso sexual. Y para ello es necesario resaltar, una y mil veces, la importancia de un concepto capital: el de consenso.

Consenso y comunicación

Sin consenso no hay BDSM. Y éste debe darse libremente y, de la misma manera, debe ser reversible en cualquier instante. El consenso, una vez que se da, no es eterno. Puede revocarse. La libertad, en ese sentido, debe ser total.

Para que el consenso tenga sentido y sea un consenso bien cimentado, el “sub” o parte sumisa de la relación debe saber, de antemano, qué práctica va a realizarse y, también, cómo va a realizarse dicha práctica. Y es que, una vez aceptada la introducción de las nalgadas en una práctica sexual, no es lo mismo recibir las nalgadas con la mano que con una pala BDSM. Ceder el control a una persona para que actúe de Amo/Dominador no implica, en modo alguno, que se le entregue el control absoluto de la acción. El placer debe darse y recibirse. Es decir: la parte sumisa goza recibiendo el castigo en la misma medida que la parte Dominante lo hace infligiéndolo. Si solamente una de las partes experimenta ese placer, lo que se está realizando no es BDSM. En cierto modo, pues, el poder más profundo y real de la relación BDSM reside en el sumiso, ya que es él el que marca las líneas y determina lo que puede pasar y lo que no. Y es que, para que hablemos de BDSM, nada, absolutamente nada de lo que suceda durante la práctica que se pretende sea BDSM puede suceder sin el consentimiento de la parte sumisa.

El segundo concepto que debe tenerse en cuenta y que debe reforzarse en toda relación que se pretenda BDSM y que debe servir para diferenciar maltrato y BDSM es el de la comunicación. Dominante y sumiso deben estar perfectamente comunicados entre sí, completamente “en onda”. Y esa perfecta comunicación debe brillar tanto en el tiempo previo al inicio de la práctica BDSM (momento que debe dedicarse a la negociación) como en el tiempo de la práctica en sí.

Es en el terreno de la comunicación entre Dominante y sumiso donde adquiere un protagonismo capital lo que se conoce con el nombre de palabras de seguridad o safewords. Para indicar si se sigue con lo que se está haciendo, si se para o si se disminuye la intensidad de la acción que se está practicando pueden utilizarse, por ejemplo, los colores de los semáforos. Pese al recurso siempre presente de echar mano de la palabra de seguridad, la parte Dominante debe, en todo momento, escuchar atentamente a su sumiso, leer su lenguaje corporal y atender a su tono.

El riesgo de saltar la línea

¿Se puede saltar la línea? Sí. En ocasiones. Pero eso implica acercarse a un límite peligroso. Para que BDSM y maltrato no se confundan es necesario que, si se va a traspasar la línea marcada en los pactos previos a la práctica en marcha, se realice una nueva negociación y se conceda un nuevo consentimiento. Nuestro consejo, sin embargo, es que se realice este acto en pocas ocasiones. ¿Por qué? Porque la descarga de adrenalina y las sensaciones experimentadas durante la práctica BDSM puede provocar que las decisiones tomadas por la parte sumisa no se sustenten de la forma que sería debida en su raciocinio y su racionalidad.

En definitiva, lo que queremos recalcar en este artículo de El Blog de InfoBDSM es que el BDSM no debe ser nunca excusa para amparar comportamiento de maltrato y abuso. El BDSM no debe, nunca, justificar el abuso. Porque no lo es. El BDSM puede amparar (y de hecho ampara) prácticas de sexo duro. Pero el sexo duro no es abuso. De hecho, y tal y como apuntan los grandes expertos en BDSM, éste puede ser, también, profundamente afectivo.

Recurrir al BDSM para justificar comportamientos de abuso sexual implica aprovecharse de la ignorancia de mucha gente respecto a lo que es y lo que no es el BDSM. Desde este humilde rincón intentamos, en cada artículo, intentar que ese desconocimiento sea menor. Esperamos conseguirlo.