Ataduras samuráis

“Atar apretado”. Eso, ni más ni menos, es lo que significa la palabra japonesa kinbaku. Que se la relacione con el bondage no quiere decir, ni mucho menos, que sea lo mismo. Si el bondage presta especial atención al resultado final del proceso de atadura, el kinbaku lo hace al proceso en sí, es decir, al camino que deben recorrer juntas la persona que ata y la que es atada para llegar a ese punto final de la atadura.

Conocido como hojo-jutsu en la época medieval, el kinbaku era una técnica de atadura que utilizaban los samuráis para mostrar respeto a los prisioneros. Los samuráis fueron la clase militar japonesa hasta que, durante el período Edo, se volvieron la clase dominante. En sus primeros tiempos, los samuráis eran una especie de mercenarios contratados por lugartenientes para protegerse durante un período en el que el poder central había perdido el control de las zonas rurales. De entre todos los clanes existentes en la época, hubo dos que destacaron por su poder: los Mimamoto y los Taira. La lucha entre ellos hizo que los primeros alcanzaran el poder, lo que implicó que la clase militar empezara a gobernar, estableciéndose así lo que se ha conocido con el nombre de shogunato. Regidos por un estricto código de honor, los samuráis utilizaban el kinbaku para, mediante una atadura especial, mostrar, como hemos dicho, respeto a los prisioneros.

Llegado el período Tokugawa, sin embargo, se desarrollaron nuevas técnicas kinbaku que no perseguían tanto el mostrar respeto al rival capturado como infligir dolor a esa persona mediante la atadura. Posteriormente, el kinbaku fue adquiriendo la dimensión artística que posee hoy en día. Para los amantes del kinbaku, éste sirve para crear belleza mientras se maneja o, en cierto modo, se esculpe el cuerpo humano sirviéndonos de la ayuda de cuerdas. En ese proceso de creación, la persona que ata y la que es atada crean un entorno de intimidad muy especial. Para los amantes del kinbaku, el bondage occidental es una cuestión meramente técnica, mientras que el kinbaku es algo más espiritual, una práctica en la que se pone el alma entera.

Seiu Ito

Si hay alguien a quien hay que considerar el padre del kinbaku moderno ese alguien es Seiu Ito. Fue ese ilustrador y fotógrafo japonés quien, a principios del siglo XX, estudió e investigó el hojo-jutsu, y fue él quien modeló la práctica de este arte y quien lo dotó de reglas presentando por vez primera como un arte la atadura que en su día practicaron los samuráis.

Seiu Ito plasmó su interés por este tipo de ataduras, así como por las diferentes formas de sexualidad que conducían al kinbaku, en su obra Una historia de las costumbres en Tokio en el período Edo. Fue en ese libro donde Seiu Ito recogió las reglas básicas para practicar el kinbaku. Entre ellas, podríamos distinguir las siguientes:

  • Que la persona atada no pueda liberarse por sí misma.
  • Que la persona atada no reciba daño físico o mental.
  • Que la técnica empleada no sea descubierta a terceros.
  • Que el resultado de la atadura resulte armonioso y bello.

En el texto de Seiu Ito podemos encontrar también gran parte de la terminología utilizada en esta práctica artístico-fetichista. Así, el artista que domina y practica el kinbaku recibe el nombre de nawashi. Elaborando patrones con cuerda y de una forma habitualmente asimétrica, el nawashi crea belleza. Por su parte, la persona que se entrega al nawashi para ser atada recibe el nombre de jujun. La cuerda empleada para practicar el kinbaku, es decir: la cuerda tradicional japonesa, fabricada habitualmente con arroz o yute, recibe el nombre de asanawa. Si la cuerda, en lugar de ser de yute o arroz, es de algodón o nylon, se llama nawa.

En el texto de Seiu Ito también se establece la práctica del kinbaku como un ritual en el que el maestro pide al sumiso o sumisa si desea ser atado según las reglas del kinbaku. Al igual que sucede con toda práctica BDSM, ese consentimiento es absolutamente necesario para que podamos seguir hablando de kinbaku. Una vez dado dicho consentimiento, el maestro kinbaku realizará una atadura que sea visualmente bella y que, al mismo tiempo, coloque los nudos sobre partes determinadas del cuerpo.

El jujun, al ser atado y sentir la presión de las cuerdas en esas determinadas zonas de su cuerpo, experimenta placer. Para muchas personas resulta incomprensible que pueda experimentarse placer al ser atados, pero, según apuntan algunos estudios, el cuerpo de la persona atada libera endorfinas y ese subidón de endorfinas genera placer. Otras personas que han experimentado las sensaciones de ser atadas en una sesión kinbaku sostienen experimentar sensaciones de relax mientras están atadas. En cierto modo, dicen, es como si hubiesen recibido un vigoroso masaje.

El kinbaku ha encontrado su público a lo largo de las últimas décadas y, en especial, de los últimos años. Así, hay espectáculos y shows kinbaku y éste, también, adquiere un protagonismo especial en lo que se conoce como Pink Films o “películas rosas”, es decir, películas en las que el sexo y las prácticas BDSM más variadas son, de alguna manera, protagonistas. Estas películas, en las que se incluían escenas kinbaku como parte integral de la historia, impulsaron al estrellato a actrices como Urado Hiroshi o Naomi Tani, estrellas de un tipo de cine directamente relacionado, tal y como hemos dicho, con las prácticas sadomasoquistas o BDSM más relevantes.