A pesar del arsenal de productos bondage que puedes encontrar en el mercado, a pesar de la ropa de cuero o caucho, de los látigos y cadenas, del inacabable abanico de juguetes sexuales que están a la venta; a pesar, también, de todos los juegos eróticos que puedes idear junto a tu pareja; no podemos olvidar que la estrella de casi todos los juegos sexuales, lo más anhelado y soñado, lo que todo el mundo espera es, sin lugar a dudas, la penetración. Ella gana por popularidad a la injustamente valorada estimulación sensorial. Por eso mismo, por la importancia que adquiere en el imaginario de todas las parejas la penetración, hay que tener en cuenta múltiples factores que afectan a ésta. Por ejemplo: ¿te has parado a pensar seriamente el modo en que las diferentes posturas sexuales pueden afectar al placer? El ángulo de penetración, la profundidad, la velocidad y la fuerza de empuje son factores que, indudablemente, afectan al modo de sentir el sexo por ambos miembros de la pareja.

Sin duda uno de los manuales básicos a la hora de conocer todo tipo de posturas es el milenario Kama Sutra. Escrito en el siglo III de nuestra era, el Kama Sutra es obra de un sabio indio. El nombre de este sabio era Vatsyayana. En ese libro, Vatsyayana exhibe un muestrario de las diversas formas en que se puede realizar el acto sexual. Varias de estas posiciones descritas por nuestro antiguo y sabio maestro indio son idóneas para ser practicadas en los juegos BDSM. Es de esas posturas de las que vamos a hablar a continuación.

Posturas

En la posición del bostezo la mujer se encuentra tumbada, de espaldas. Levanta sus muslos y los mantiene separados, permitiendo de ese modo que el hombre la penetre. Ella, para mantenerse firme y hacer más íntima esa penetración, puede enganchar sus manos a la parte posterior de las rodillas de él (obligándole así, en cierto modo, a penetrarla y a no huir de la acogida calurosa de su vagina) o bien puede recostar sus piernas sobre los hombros del hombre. Esta posición ofrece una ventaja para la excitación de la mujer. Esa ventaja es la accesibilidad a su clítoris. El hombre, mientras la penetra, puede estimular el clítoris, del mismo modo que puede estimular los pezones y los pechos de la mujer, que se ofrecen desnudos y libres, dispuestos a la caricia que dejen en ellos las manos o los labios del hombre.

De la postura del misionero quizás haya poco que decir. Los dos miembros de la pareja estiran sus piernas rectas, uno contra el otro, cara a cara, normalmente con el hombre emplazado en la parte superior. No estaría mal, para añadir un poco de picante a una postura eminentemente conservadora, que la mujer envolviera con sus piernas el cuerpo de su pareja, o que con las uñas o los dedos presione en la espalda de su socio. Una mujer también puede, desde esta postura, elevar su pelvis agresivamente, empujando a su compañero hacia arriba, estableciendo así su posición dominante aunque sea ella la que se encuentre en la parte inferior.

La postura del loto es otra de las posturas clásicas de este manual. Para realizar esta postura, el hombre debe sentarse con las piernas cruzadas mientras la mujer se sienta en su regazo, buscando la penetración del pene erecto. La mujer, una vez penetrada y encajada sobre el eje de la polla tiesa, envuelve con sus piernas el cuerpo de su pareja, echa sus brazos alrededor del cuello de manera dulcemente cariñosa y así consigue acceder a los hombros del hombre. Presionando sobre ellos y empujando sobre ellos en sentido vertical, puede, la mujer, marcar el ritmo de la penetración, el bombeo del pene, como un émbolo, dentro de ella. Este ritmo también puede ser marcado por el hombre si agarra las nalgas de su mujer y la levanta y la baja sobre la vertical penetradora de su polla. Esta posición tiene una ventaja sobre otras posiciones que pueden parecer más salvajes y apasionadas, y es que es ideal para controlar algo mejor y, con ello, retardar la gozosa llegada del orgasmo.

Hay otra postura muy atractiva y es esa en la que la mujer se tumba de espaldas y lleva las rodillas contra su pecho. El hombre, entonces, se arrodilla ante ella y la penetra mientras los pies de la mujer se colocan sobre el pecho del hombre. Esta postura es más física y sugiere escenas de sexo violento y fantasías centradas en el uso de la fuerza.

Vatsyayana estuvo quizás poco elegante al definir una de las posturas de su Kama Sutra como la unión o el congreso de la vaca. Pero la falta de elegancia al nombrar la postura no impide que el goce del disfrute de la misma sea alto. La mujer debe colocarse a cuatro patas, esperando así a que el hombre la penetre desde atrás. El hombre tiene aquí varias opciones para llevar a la práctica y facilitar el aumento de las sensaciones de la mujer. Puede, por ejemplo, masajear la espalda. O puede dar cachetes en el culo. Esta posición hace que la vagina de la mujer permanezca más firme, lo que hace que el acto sea más agradable para ambos socios. También ofrece al hombre una maravillosa vista de los genitales de la mujer, de sus glúteos y de su ano, lo que puede invitar a una buena sesión de sexo anal. Esta postura puede simbolizar un desequilibrio de poder entre los socios y ayuda a que, en un juego determinado, el papel dominante del hombre salga reforzado.

Técnicas de penetración

En el Kama Sutra se describen también una serie de técnicas a la hora de realizar la penetración y practicar el coito. Por ejemplo: una vez introducido el pene en la vagina, el hombre puede mover sus caderas de manera más o menos circular. Haciendo eso, hace que la polla realice una serie de movimientos dentro de la vagina de la mujer que pueden resultar muy placenteros para ambos. A esta técnica se le podría llamar la técnica del batido.

La técnica del golpe del jabalí, por su parte, invita a que el hombre mueva su pene a ambos lados de la vagina de su mujer, una vez introducido aquél en ésta.

La del piercing, por su parte, consiste en que el hombre, desde arriba, empuje hacia abajo dentro de la vagina de la mujer. Este tipo de empuje permite que se produzca un mayor rozamiento del clítoris, aumentando así la estimulación y el placer de la mujer. Se puede llevar a cabo de manera rápida o lenta y suavemente, dependiendo de la actitud sexual y del ritmo que hayamos decidido imprimir al coito.

Los ángulos de penetración pueden variar también para ejercer un mayor o mejor control sobre la llegada del orgasmo. El macho puede servirse también de distintos niveles de profundidad y velocidad para controlar no sólo su excitación sino también la de su pareja. Si el movimiento es muy rápido y el ritmo acelerado (técnica del gorrión), resulta especialmente complicado que el hombre pueda evitar el orgasmo. Quizás éste llegará antes de lo deseado.

Retraso del orgasmo

Para que ese orgasmo no llegue antes de lo deseado, puedes seguir un orden de alternancia de estilos de penetración que puede resultarte bastante adecuado a esa finalidad.

  • Comenzarías realizando cuatro movimientos de batido.
  • A continuación podrías penetrar profundamente a tu pareja realizando seis movimientos de empuje de manera muy lenta.
  • Para salir de ese movimiento lento podrías, ahora, dar ocho golpes rápidos y casi diríamos que furiosos.
  • Para evitar una eyaculación que seguramente no tardaría en llegar, vuelve de nuevo al movimiento lento y a la penetración profunda.
  • Ves alternando estas acciones. Cuando decidas correrte, vuelve de nuevo a realizar el empuje del colibrí durante quince veces. Seguramente tu eyaculación será imparable y copiosa. Viértela allí donde tu pareja y tú pactéis y decidáis. El interior de su vagina o de su ano es un lugar perfecto, pero también lo es su abdomen, sus tetas o su cara. Decididlo entre los dos. Y gozadlo.