En nuestro repaso de los distintos tipos de fetichismo le toca el turno a cuatro nuevas tipologías. El embarazo, las cicatrices, el fumar o las cosquillas son esos cuatro tipos. Unos más extendidos, otros menos, todos ellos tienen sus propias características que los hace especiales.

Fetiche del embarazo y la lactancia

El embarazo y la lactancia como fetiches tienen una base de fans tan significativa que, gracias a ello, ha llegado a convertirse en un género porno en sí dentro del mercado. No en vano, hay debates encendidos sobre el mito de la Anunciación. Hay quien afirma que ese episodio bíblico se engendró en la mente de un fetichista. No vamos a entrar en debates que puedan ofender a las creencias religiosas de nadie. Con este ejemplo sólo deseamos recalcar la importancia de este fetiche y su expansión.

Este fetiche no tiene nada que ver con el fetiche de la gordura. Indudablemente, no es lo mismo una mujer obesa que una mujer embarazada. Y el fetichista de cada uno de esos fetiches no tiene por qué sentirse atraído por el otro. Tampoco tiene nada que ver el fetiche del embarazo con la misoginia ni muchísimo menos con ese delito tipificado en el código penal y absolutamente execrable de la pedofilia.

A la gente que gusta de este fetiche no desean los bebés ni el nacimiento de ellos. Al fetichista del embarazo le gusta el vientre embarazado de la mujer (mucho más cuando se halla en avanzado estado de gestación) y la hinchazón de esos senos que se van preparando para la “subida de leche”. Durante el tiempo de embarazo, es fácil que el fetichista quiera jugar a médicos y se vista como tal para fingir que realiza exploraciones ginecológicas. Cuando el tiempo de la lactancia ha llegado, una vez concluido el embarazo, al fetichista puede enloquecerle recibir chorros de esa leche o ver a la mujer beber su propia leche de sus pechos gigantes.

Fetiche de las cicatrices

El fetichismo centrado en el tejido cicatricial varía desde la adoración de la cicatriz accidental a la excitación producía por la cicatriz auto-inflingida o provocada conscientemente. La modificación del cuerpo que incluye la escarificación tiene mucho que ver con este fetiche, teniendo puntos de contacto común. Para algunas personas, incluso, decorarse el cuerpo con esas cicatrices con fines estéticos puede ser una opción estética no muy lejana a las de algunas tribus de lugares recónditos del planeta.

De todos los fetiches en los que debe modificarse el cuerpo, éste es uno de los más sencillos de recrear sin causar daños de verdad. Basta un viaje a una tienda de disfraces para encontrar una gran variedad de cicatrices falsas que se pueden utilizar para sorprender y excitar al fetichista de las cicatrices que, probablemente, tengas como pareja. O quizás seas tú quien deseas ver a tu pareja con alguna cicatriz situada en algún lugar estratégico del cuerpo, quién sabe si en el interior de los muslos, quién si sobre un pecho, cerca de ese pezón que tanto te gusta lamer.

Fetiche del fumar o capnolagnia

El de fumar es uno de los fetiches peor entendidos por aquellos que no son fetichistas. Pocas personas fuera del fetichista lo entienden. El fetiche del fumar se basa en el placer que proporciona ver a alguien (generalmente a una muchacha bonita con un perfecto dibujo de labios) exhalar humo del cigarrillo que está fumando.

El fumador puede fumar durante las situaciones sexuales mientras que el fetichista se masturba. El fumador puede mostrar una variedad de técnicas para fumadores para que estos puedan soplar el humo de manera sexy en la boca de otra persona o en diferentes partes del cuerpo. También puede soplarlo de manera desinteresada, sin lanzarlo sobre un lugar determinado, despreocupadamente. Muchas empresas de pornografía han intentado servirse de este fetiche para abrirse un hueco entre este sector fetichista, pero, al igual que sucede con otro tipo de fetiches, no siempre lo ha conseguido. Como hemos repetido en alguna que otra ocasión, no es sencillo comprender al fetichista ni sus engranajes mentales. No comprendiéndolos, es complicado reproducir aquello que atrae de verdad al fetichista, aquello que, en el acto de fumar, él encuentra arrebatadamente sexy. Por eso, en muchas ocasiones, los vídeos resultantes son vídeos carentes de interés para los verdaderos fetichistas del acto de fumar.

Si tu pareja se calienta viendo del humo de los cigarrillos, no es necesario que adquieras un hábito mortal o impregnar tu dormitorio de olor a tabaco sólo para satisfacer sus apetencias sexuales. Compra un paquete de cigarrillos ultraligeros y un buen encendedor. En ocasiones lo que excita es todo el ritual del encendido, del sacar el cigarrillo del paquete, de golpearlo ligeramente, a la manera de Bogart, sobre el mismo paquete, de acercarlo a los labios, de cogerlo con ellos, de prender la llama de vuestro encendedor predilecto, de inhalar esa calada de humo lentamente, de soltar del mismo modo la bocanada de humo…

Fetichismo de las cosquillas

Al fetichista de las cosquillas puede gustarle que le hagan cosquillas en determinadas partes de su cuerpo, o puede disfrutar viendo a la gente hacerse cosquillas unos a otros, o puede gozar viendo cómo las cosquillas provocan en alguien la risa incontinente y, con ella, la micción involuntaria. A aquellos que les gustan las cosquillas es fácil que les guste masturbarse mientras las ven hacer o incluso mientras las reciben. Si tú o tu pareja poseéis este tipo de fetiche, ya sabéis: gozad y reíd mientras os proporcionáis placer sexual. La combinación, después de todo, no es mala. ¿Qué mejor para la salud que la risa y el sexo? La combinación de ambos puede resultar mejor para vosotros que los más afamados complejos vitamínicos.