Si hay una práctica que ha levantado polémica desde siempre dentro del universo BDSM y de las relacions D/s esa práctica es la de la cesión de una sumisa. Para muchos practicantes de BDSM, el que un Amo ceda a una sumisa es considerado un acto completamente aberrante. Para otros practicantes de BDSM, sin embargo, dicha cesión es considerada algo natural.

Que existan opiniones tan dispares sobre la importancia y la validez de la cesión de una sumisa es, en gran medida, algo normal. No en vano, son muchos los factores que intervienen y que entran en juego en esta práctica. La confianza es, sin duda, uno de ellos. Y también lo es la vergüenza. Y el deseo de expandir los propios límites. Y el miedo a las consecuencias que pudiera tener dicha cesión.

Y es que, seamos francos, es difícil prever de antemano las consecuencias que puede tener la cesión de una sumisa tanto para la propia sumisa como para el Amo. Una de ellas pudiera ser, por ejemplo, que dicha sumisa no quisiera seguir con su Amo al comprobar cómo Éste pretende cederla. No en vano, para una sumisa la cesión a otro Amo puede ser experimentada como algo humillante. Después de todo, al declararse sumisa ella lo hizo para serlo en exclusividad de un Amo y de ningún otro. Que este Amo al que ella entregó su sumisión la ponga en manos de otro puede ser vivida por la sumisa en cuestión como una experiencia, cuanto menos, desagradable. Todo Amo, al plantearse la cesión de la sumisa, debe valorar hasta qué punto merece la pena correr el riesgo de que su sumisa se sienta maltratada y pierda toda la confianza depositada en Él.

Motivos de la cesión de la sumisa

A la hora de analizar la cesión de una sumisa hay que detenerse en un punto primordial: el de las motivaciones que llevan a un Amo a proponer/desear la cesión de su sumisa. Entre dichas motivaciones podemos encontrar las siguientes:

  • Que la cesión de la sumisa se contemple de antemano como algo normal y, por tanto, forme parte de la dinámica de la relación D/s.
  • Que el Amo desee exhibirse ante los demás demostrando las bondades y valores de su sumisa.
  • Que el Amo desee hacer un alarde de poder.
  • Que el Amo desee castigar a la sumisa por alguna falta cometida.
  • Que el Amo busque de ese modo que la sumisa expanda sus límites.
  • Que el Amo satisfaga así ciertas inquietudes voyeuristas o fetichistas.
  • Que el Amo desee recibir una compensación económica a cambio de ceder a su sumisa. Este tipo de comportamiento no es propio del BDSM y rozaría lo que se conoce con el nombre de proxenetismo, lo que implicaría la comisión de un delito.
  • Que el Amo, a causa de algún tipo de limitación física o psicológica, no pueda mantener relaciones sexuales con la sumisa y con la cesión de la misma busque la manera de que su sumisa pueda obtener satisfacción sexual.

Tipos de cesiones de sumisas

Más allá de las motivaciones que pueda tener un Amo para plantearse la cesión de la sumisa, al hablar de la misma hay que tener en cuenta que podemos estar hablando de diversos tipos de cesiones. Entre los diversos tipos de cesiones de sumisas existentes podemos destacar los siguientes:

  • El Amo cede a la sumisa a otro Amo única y exclusivamente durante una sesión para que, durante la misma, la sumisa se someta a ese nuevo Amo.
  • El Amo cede a la sumisa a otro Amo para que dicha sumisión sea de larga duración. ¿De cuánto? En algunos casos, dicha cesión de una sumisa puede conducir a que la relación de ésta con su nuevo Amo tenga tondos los elementos característicos de una auténtica relación D/s.
  • El Amo cede a la sumisa a una persona ajena al mundo BDSM para que dicha persona, procedente del universo vainilla, utilice a la sumisa sexualmente.

El consenso en la cesión de una sumisa

Para que se produzca una cesión de una sumisa, sea del tipo que sea, debe cumplirse un imperativo: que dicha cesión esté incluida en el consenso pactado entre el Amo y su sumisa al inicio de su relación. La cesión de la sumisa, de hecho, es uno de los puntos que, al negociar los términos y límites de un consenso, más en cuenta tienen las sumisas. Éstas pueden optar por explicitar claramente que bajo ningún concepto aceptarán una cesión (hablaríamos en este caso de un límite duro) o, por el contrario, pueden abrir la puerta a que, en un futuro, cuando se haya avanzado más en la relación, puedan aceptar, en determinadas circunstancias, una cesión. En este segundo caso, hablaríamos un límite flexible respecto a la práctica de la cesión de la sumisa.

Una tercera opción para Amos y sumisas a la hora de negociar la cesión de una sumisa dentro del establecimiento del consenso general de su relación D/s es la de la llamada cesión consensuada individualmente. En estos casos, lo que la sumisa hace es reservarse el derecho de dar o no su consentimiento cada vez que el Amo plantee la posibilidad de realizar una cesión de sumisa. Esto puede servir para dos cosas:

  • Para que las sumisas acepten la cesión de la sumisa en aquellos casos en los que el potencial nuevo Amo les resulte atractivo sea por el motivo que sea.
  • Para que las sumisas rechacen la posibilidad de aceptar toda propuesta de cesión sin por ello explicitarlo en el momento de establecer los límites del consenso entre ella y el Amo. Qué duda cabe que actuar de este modo no es lo más aconsejable. Después de todo, no hay que olvidar en ningún momento que si hay una base sobre la que debe sustentarse toda relación D/s esa base es la de la confianza mutua. Empezar una relación, sea del tipo que sea, engañando a la otra parte no es, sin duda, la mejor manera de empezar una relación. Y eso vale también para las relaciones BDSM.

Otro aspecto a tener en cuenta cuando se realiza una cesión de sumisa es el que hace referencia a los límites de la cesión. Esos límites deben ser pactados por el Amo que va a realizar la cesión tanto con su sumisa como con el nuevo Amo.

Este nuevo Amo debe tener muy claro, en todo momento, cuáles son los límites que en modo alguno debe traspasar. En algunos casos de cesión de sumisa, tras la cesión, el Amo original y, por decirlo de algún modo, verdadero, está presente durante toda la sesión en la que el nuevo Amo interactúa con su sumisa. En estos casos, el Amo original puede constatar in situ que se respetan los límites consensuados. En los otros, el Amo original deberá hacer alarde de una doble confianza. Por un lado, deberá confiar en el nuevo Amo. Por el otro, deberá confiar en su sumisa. Ésta, que deseará ante todo satisfacer a su Amo original, se arriesga en muchos casos a traspasar esos límites. El nuevo Amo debe evitar aprovecharse de ello.

Finalmente, hay que volver a resaltar que la cesión de la sumisa es una práctica que debe tomarse muy en serio y que no debe ser realizada de cualquier manera. No en vano (y esto hay que tenerlo siempre presente), la estabilidad emocional y psicológica de la sumisa puede verse afectada de un modo muy significativo al realizar una práctica de este tipo.