Algunas nociones sobre cuerdas para Bondage

Es cierto que la parte dominante puede usar muchas cosas para elaborar su prisión y retener a la parte sumisa bajo su dominio, pero no hay que despreciar los consejos orientales, y hay que resaltar aquí el arte de cuerda japonés. Las cuerdas largas de cáñamo, yute o ropa de cama son los materiales que normalmente resaltan en esa cultura y que son particularmente óptimos para contactar con la piel desnuda. Son muy flexibles y es muy poco probable que causen quemaduras. Esa flexibilidad permite, también, que se realicen intrincados dibujos sobre el cuerpo desnudo del socio sumiso, lo que realza la vertiente artística de estos juegos.

A pesar de los años de estudio y juego que se precisan para dominar esta sexy forma de arte, como principiante que puedes ser si te decides a dar el paso y a participar de estos juegos, no debes renunciar en caso alguno a expresar tu propia sensibilidad y tu propio concepto visual del juego. A ello te puede ayudar la compra de dos cuerdas de diferente longitud. Imagina por un momento lo que puedes hacer con ellas. Te damos una idea. Con el trozo largo de cuerda ata a tu pareja sumisa, que está sentada, desnuda, en una silla, alrededor de pechos y brazos. Con el segundo trozo de cuerda, el más corto, átale las piernas. Lo puedes hacer obligando a las piernas a estar juntas. También puedes hacer que las piernas estén separadas. Todo dependerá de lo que queráis hacer a continuación.

A medida que vayas familiarizándote con los juegos BDSM, puedes empezar a experimentar con algunas de las más complicadas y físicamente sensuales posturas de Bondage que pueden conseguirse con una cuerda. Como casi todo, cuestión de práctica.

El imperio otomano

Una habitación para jugar a juegos de sumisión no está completa si no posee un acolchado y confortable otomano (ya sabes, esa especie de sofá sin respaldo) colocado inocentemente y como quien no quiere la cosa a los pies de la cama. Este mueble permite, por su versatilidad, muchas actividades BDSM. Lo importante es que sea bajo y largo, lo suficiente para que tú o tu pareja encuentre, tumbado en él, una buena estabilidad. Esta estabilidad no debe perderse por mucho de uno de los dos se ponga a horcajadas sobre el otro. El otomano debe permitir que esto se realice de manera fácil y que la movilidad esté garantizada.

Para aprovechar el otomano vamos a hacer que el socio sumiso, sea hombre o mujer, se coloque en posición supina. Éste es el momento de que el dominante enlace a él o a ella con una cuerda que, preferiblemente, debería envolver el cuerpo entero y no sólo muñecas y tobillos. Los brazos tienen que colocarse al lado del cuerpo. Si el sumiso es hombre, sus piernas deben estar cerradas, es decir, una pegada a la otra. Si el sumiso, por el contrario, es femenino, las piernas deben estar ligeramente separadas para, así, facilitar una penetración que, seguramente, será muy difícil de evitar.

Enlazada la parte sumisa en esta situación de vulnerabilidad, la parte dominante la tiene a su merced, por lo que, a partir de ese momento, puede pasearse por el cuerpo desnudo de la parte sumisa a su antojo. Por ejemplo, puede colocar sus genitales sobre la boca del sumiso para, así, disfrutar de una buena sesión de sexo oral. También puede, si ése es su deseo, descender hacia sus genitales para juguetear un ratito con ellos o para, finalmente, completar una cópula fantástica y orgásmica.