Sado y sexo seguro
Ahora que ya hemos hablado, en artículos anteriores, de las posibles lesiones que puede sufrir la anatomía masculina al practicar estos juegos de polla y pelotas propios del sadomasoquismo creemos que es el momento de hablar de eso que se ha dado en llamar “sexo seguro”.
Seguramente, si te hablamos de sexo seguro pensarás inmediatamente en el condón, en esa barrera de látex contra posibles infecciones y embarazos indeseados. Haces bien en pensar en él, pues en estos juegos los fluidos corporales manan y se mezclan con la misma alegría con la que vosotros podéis jugar.
Dado que hay una lista respetable de enfermedades de transmisión sexual, incluyendo aquí el VIH, no está de más conocer el estado de salud de la pareja de juego y confiar en ella. Hablar del historial sexual de cada uno y de las prácticas sexuales seguras es siempre una buena idea, como lo es la de hacerlo sobre determinadas enfermedades en concreto, bien sean el VIH, el herpes genital, hepatitis crónica, etc. Estaría bien que se conociera todo eso antes de comenzar cualquier tipo de escena.
Si la timidez es demasiado grande para preguntar o hablar de este tipo de cosas, lo mejor es no jugar. Entre adultos lo importante es comprender que el juego implica riesgos de envergadura y, por ello, ser lo más sincero posible. Un estado de salud no tiene por qué impedir un juego, pero sabiendo que detrás hay una enfermedad pueden ponerse los medios suficientes para convertir el encuentro sexual en una experiencia tan segura como gratificante. Se puede jugar, pero sin poner en riesgo la salud ni la vida.
Guantes y prevención
A menos que tu pareja sea seropositivo o que padezca otra enfermedad que se propague a través de los líquidos corporales, los guantes de látex no son necesarios a menos que tengas previsto que el semen, la sangre o la orina formen parte de la escena. Recuerda que estamos hablando de jugar con la polla y tus pelotas, de experimentar juegos de sado con ellas, no de follar o mamar. Si tienes que practicar sexo genital, usa siempre condón. ¡Y cuando queremos decir siempre es siempre! Sin excepciones que valgan.
Si eliges utilizar guantes de goma, asegúrate de que tu pareja no es alérgica al látex. Éste, aunque pueda parecerte una broma, es un problema cada vez más extendido. Si alguna vez has tenido una erupción en la piel o una inflamación tras haber utilizado guantes de látex, piensa que es posible que esa erupción se deba a que, en mayor o mayor grado, seas sensible al látex. Quizás deberías plantearte, en este caso, usar guantes hipoalergénicos. Son un poco más caros pero, sinceramente, merecen la pena. Cualquier empresa de suministros médicos podrá plantearte y ofertarte alternativas al látex. Sus productos podrás encontrarlos, con todas las garantías sanitarias, en las farmacias.
Si, por el contrario, decides no utilizar guantes, permanece muy atento a todos aquellos momentos en los que exista contacto de fluidos. Ten cuidado con la eyaculación de tu pareja y no olvides el goteo pre-eyaculatorio. Como suele decirse, antes de llover chispea. Un poco de líquido en las manos no importa a menos que haya cortes o llagas abiertas de algún tipo en las mismas; pero las manos siempre son una extremidad delicada en la que pueden existir pequeñas heridas que no tenemos en cuenta y que son puertas abiertas al acceso de las infecciones. Piensa en un padrastro o en el sencillo corte producido por un papel. Podemos olvidarlos fácilmente cuando estamos manipulando ese órgano tan deseado de nuestra pareja.
Hay gente que, por fetichismo o por otros motivos, gusta de utilizar guantes de cuero en las escenas CBT. Piensa que el cuero no protege contra la transmisión del VIH ni de otras enfermedades. De hecho, la naturaleza porosa del cuero favorece el nacimiento de virus y bacterias. Por eso es extremadamente importante la limpieza de todos los instrumentos o guantes de cuero y su reacondicionamiento con limpiador. Aunque esto, tenlo presente, no exime de todos los riesgos. Una alternativa para minimizarlos sería la de utilizar un par de guantes para cada uno de vosotros. Puede resultar caro pero, ¿no merece la pena esa inversión en seguridad? Lo puedes ofrendar a tu compañero o compañera como un presente. Una especie de regalo que simbolice lo bien que lo pasáis juntos, en esas escenas que lleváis de la imaginación a la práctica para estrechar los lazos de vuestra unión y gozar al mismo tiempo de vuestros cuerpos.