Orinar o ser orinado

Lluvia dorada. El simple nombre sirve tanto para despertar la repulsa más extrema en una persona como para hacer a una fetichista de la misma temblar de emoción ante el simple hecho de imaginar cómo un chorro de orina está cayendo sobre su rostro o su cuerpo. La orina y la micción son, individualmente o al unísono, los objetos que centralizan y contienen la esencia de este fetichismo tan asociado a las prácticas BDSM que es la lluvia dorada.

Considerada como una práctica extrema, dentro del concepto de lluvia dorada o fetichismo de la orina y la micción pueden encontrarse muchos grados y tipologías. Podemos, por ejemplo, encontrar a la persona a la que le gusta que derramen orina sobre ella o podemos, en casos extremos, encontrar a la persona a la que le gusta beber esa orina. Podemos encontrar a quien le gusta orinar en público, a quien le gusta orinarse encima o a quien le gusta observar como orinan otras personas. Los grados de la urolagnia (nombre científico con el que se conoce a la lluvia dorada), como puedes ver, son muy diversos.

Los defensores de esta práctica sexual extrema que es la lluvia dorada alaban la capacidad de la misma para establecer un muy íntimo lazo personal entre las personas que la practican y comparten. Ese argumento nos suena a conocido: es el mismo que se utiliza para defender todas aquellas prácticas eróticas en las que existe un determinado juego de poder y sumisión.

Como todos los juegos en los que existe un cierto intercambio de roles y una articulación variable de posiciones de dominio y sumisión, la lluvia dorada debe ser practicada libre y voluntariamente tras establecer una serie de normas de comportamiento pactadas entre los participantes en la escena y acatando siempre unas pautas que deben marcar el límite del juego. De hecho, más que el hecho de la orina en sí, lo que resulta placentero a los participantes de la lluvia dorada es el hecho de que se produzca esa articulación de dominio y sumisión tan propia de las prácticas sadomasoquistas más habituales.

Consejos para practicar la lluvia dorada

¿Qué consejos debes seguir a la hora de practicar la lluvia dorada? La primera recomendación que podemos dar a aquellas personas que quieran practicar la lluvia dorada es que lo hagan en la ducha. Siempre puede resultar un engorro mojar sábanas o mobiliario con orina.

Para reducir la posibilidad de una infección al efectuar la lluvia dorada es mejor dejar salir un poco de orina al principio de la micción y no finalizarla completamente sobre el cuerpo de la persona pasiva. Según lo han demostrado diversos estudios, la orina intermedia está más libre de bacterias que aquélla que mana al principio o al final de la micción.

La ingesta de abundante agua antes de realizar la práctica de la lluvia dorada es importante y tiene una doble finalidad. Por un lado, la cantidad será más abundante. Por otro, la orina que salga será mucho más clara y, por tanto, mucho más limpia de posibles componentes infecciosos.

La práctica de la urolagnia lleva implícita, siempre, la posibilidad de transmisión de algún tipo de enfermedad o infección. También puede implicar alguna reacción alérgica.

En lo relativo a la ingesta de la orina (práctica que recibe el nombre de urofagia), hay que pensar que, más allá de lo que suela pensarse, no reviste mayores riesgos siempre que se realice en pequeñas cantidades. De hecho, hay corrientes de la medicina natural que defienden lo que se conoce como orinoterapia, es decir, la utilización de la orina como elemento que, ingerido, puede servir para mejorar el estado de salud. El hecho de que la orina haya sido filtrada por los riñones y de que posea entre sus componentes cantidades variables de calcio, urea, potasio, glucosa o magnesio hace que los defensores de la orinoterapia alaben sus propiedades antibacterianas, antivirales y antimicóticas.

Más allá de estas apologías naturistas de la urofagia, hay que valorar el hecho de que sí puede existir riesgo de perjudicar la salud debido a la ingesta de orina cuando ésta se realiza en grandes cantidades. En este caso puede considerarse que el efecto sería semejante al que podría derivarse de la ingesta de una gran cantidad de agua marina. El agua marina y la orina comparten una característica: la de poseer grandes cantidades de cloruro de sodio. La ingesta masiva de cloruro de sodio, lógicamente, no es, en nada, beneficioso para la salud.

Más allá de las implicaciones médicas y sanitarias implícitas en la práctica de la lluvia dorada hay que recalcar el modo en que esta práctica nos pone en contacto con las divinidades clásicas. De hecho, todo un dios griego como Zeus, convirtiéndose en lluvia dorada, fue el responsable del embarazo de Dánae. De ese embarazo nació Perseo, que fue quien puso fin a la vida de la Medusa. Quizás tu pareja y tú deseéis sentiros como Zeus y Dánae. Habladlo y, si lo deseáis, experimentad.