Los cambios en la relación de pareja
Al igual que en vuestras fantasías se han dirimido cuestiones personales de poder y dominio, también puede suceder así con los problemas que existan entre los dos. Los cambios que se produzcan en el juego influirán en mayor o menor medida en vuestra relación. Un debate honesto y sincero de los problemas y sentimientos que puedan verse afectados positiva o negativamente durante el juego puede servir para fortalecer vuestra relación. De hecho, la intimidad y la confianza surgida entre vosotros, así como tu papel más activo en la relación, harán vuestro compromiso más íntimo y más profundo que antes de iniciar vuestras escenificaciones.
A continuación vamos a darte una lista de sugerencias para hacer frente a los problemas que puedan surgir a raíz de la aparición de la posición dominante femenina. También te daremos una lista de los beneficios que pueden derivarse de esa “preponderancia” femenina.
Para evitar problemas de mayor calado debes, en primer lugar, mantener el dominio en el lugar que le corresponde. Es decir: el dominio femenino es un juego maravilloso, pero debe tener sus límites. Esos límites debéis fijarlos entre los dos miembros de la pareja. Algunas parejas lo utilizan como algo especial, como un acontecimiento extraordinario que tiene lugar un par de veces al año. Otras parejas, por su parte, prefieren jugar al dominio femenino semanal o mensualmente, mientras, paralelamente, explora otro tipo de fantasías erótico-sexuales en las que, perfectamente, puede darse el predominio masculino. Hay parejas, a su vez, que disfrutan a tiemplo completo de la preponderancia femenina. El tipo de pareja en que queréis convertiros al iniciar estos juegos es algo que debe decidirse entre los dos en una etapa temprana. En esos inicios deberéis escoger la frecuencia de vuestro juego y también la señal secreta y compartida entre los dos que debe servir para comunicar al otro miembro de la pareja el deseo de comenzar el juego.
Otro consejo que te damos es que sepas que el juego es el juego, y que sus reglas no pueden extrapolarse a la vida real. Una y otra vida (real y ficticia), de hecho, no deberían comunicarse. Nunca debes utilizar las disciplinas del juego para volcar tu ira contra tu sumiso ni para “vengarte” de unos hipotéticos problemas de relación con los demás. Si tienes un conflicto o un problema en tu relación, habla de ello. No mezcles nunca los problemas de la relación con vuestros juegos sexuales. El derecho a castigar debe ser negociado. Si lo habéis hecho antes, adelante. Si no lo habéis hecho, no aproveches ese momento para imponer un castigo no pactado por algo que crees que tu pareja te ha hecho y que merece un castigo severo.
Lugar seguro y límites pactados
Los juegos de dominio y sumisión deben jugarse siempre en un lugar seguro, sensato y consensuado. Hay que mantener firmemente ese principio y mantenerlo a rajatabla. No deben tomarse riesgos estúpidos ni realizar actos que sabemos de antemano que pueden producirnos daño. Y nunca iniciéis un juego o un tipo determinado de práctica si los participantes no están completamente de acuerdo y dispuestos a volcarse en la práctica del mismo. Cualquiera de vosotros tiene derecho a decir no a una posición dominante del mismo modo que ese derecho se debe tener para decir no a cualquier otro tipo de contacto sexual. La sexualidad debe ser completamente libre. Saltarse cualquier norma pactada implica incurrir en una especie de violación, cuanto menos psicológica.
Debéis tener también en cuenta que el respeto con el que os tratéis el uno al otro es de capital importancia. No te burles ni bromees en caso alguno de tu pareja sobre sus fantasías sexuales ni, por supuesto, comentes nada a tus amigos sobre vuestras actividades sexuales sin el consentimiento de tu pareja. Habla con tu compañero antes de hablar con los demás.
Ése, el de hablar mucho y sinceramente con tu compañero, es el mejor consejo que podemos darte. La comunicación es clave para una buena relación. Debéis tener siempre la capacidad de analizarlo todo, incluso las sensaciones más incómodas que hayáis tenido y que se hayan derivado de las audaces fantasías de una escena. Esa comunicación sincera y fluida hará, además, que vuestras sesiones sean mejores y más íntimas. El agotamiento resultado de una maratoniana sesión de fantasías escenificadas puede ser un buen consejero a la hora de dejar traslucir las emociones que te han embargado y que, muy seguramente, no has compartido antes con nadie. Hazlo ahora, con tu pareja, con sinceridad, y recoged después los frutos de esa comunicación.
Relajaos. A pesar de todas las advertencias, la preponderancia femenina no sólo es un juego. Es también una maravilla. Relájate y disfruta de ella. Eso sí: no esperes que todo sea perfecto. Nada en la vida lo es y esto no va a ser una excepción. Disfruta sencilla y simplemente de los placeres del mando. Goza del hecho de que hayas sido capaz de dar un paso más allá de tu propia personalidad y de haberte convertido en otra persona. El sumiso debe, también, relajarse. Debe dejarse ir y sentir en toda la extensión de su piel la embriagante libertad que, paradójicamente, acompaña a la absoluta sumisión. Quizás la escena no se desarrolle como el sumiso esperaba, pero eso también forma parte de la sumisión. Y aporta su granito de imprevisibilidad, tan excitante.