En general toda nuestra cultura occidental ha convertido las mamas en un fetiche. Pero el fetichista verdadero y auténtico no centra su fetiche en la mama en general, sino en una mama muy específica según su forma y tamaño. Para el fetichista de la mama, no hay duda alguna: el seno (ese seno) es la parte más hermosa, sexy y deseable del cuerpo de una mujer.

Sobre el fetiche del seno

Habrá fetichistas que sueñen con pechos grandes. Otros lo harán con pechos pequeños. Otros utilizarán otros elementos para seleccionar su pecho perfecto. Quizás la forma del pezón. Tal vez el tamaño o coloración de la areola. Sea como sea, ese pecho idealizado y convertido en fetiche será el que accione la palanca de funcionamiento erótico del fetichista. Recuerda que lo que el fetichista siente por su fetiche es algo más que un simple gusto. Ese pecho le obsesiona, le fascina, le origina una necesidad de búsqueda ineludible, determina su sexualidad y marca con fuego su forma y sus ganas de follar.

Cada vez hay un mayor número de mujeres que, por razones de bienestar o de salud, están optando por reducir el tamaño de sus pechos. Al mismo tiempo, son muchas las mujeres que, por razones de estética, optan por inflar sus pechos, en ocasiones hasta tamaños ciertamente espectaculares y físicamente muy impactantes. Esto sólo quiere decir una cosa: que la mama ocupa un centro de atención particularmente en nuestra cultura y en la manera de vivir nuestra sexualidad. Esto puede ayudarnos a entender la obsesión fetichista que algunas personas pueden sentir por una parte del cuerpo tan central culturalmente.

Razones o sinrazones del fetichista corporal

Al igual que sucede con todos los fetiches, el observador externo suele preguntarse por qué el fetichista ha hecho de una parte determinada del cuerpo su fetiche. ¿Qué hace que un hombre convierta un pecho de mujer en su fetiche? No lo sabemos ni vamos a entrar en explicaciones parapsicológicas. Al fetichista le gusta un determinado tipo de pecho, y punto. Puede que le gusten los pechos inflados quirúrgicamente o no. Puede que le gusten los pezones grandes o duros o, por el contrario, que le enloquezca el pezón pequeño, apenas coloreado y apuntado. Puede que guste de los pechos redondeados o, por el contrario, opte más por la teta de forma más cónica. En cualquier caso, la teta será el requisito indispensable para que goce de un gran encuentro sexual. Colocar su polla entre esas tetas puede ser, para el fetichista, la puerta de entrada al delirio. Ver la expresión facial de la mujer que ha dejado que coloque su polla entre sus tetas, la guinda de ese delirio.

Ser asfixiado por unas tetas puede ser otro anhelo del fetichista de senos. Esa asfixia puede ocurrir en una gran variedad de posiciones. Boca abajo, el fetichista puede chafar su rostro contra esas tetas anheladas. Puede entregarse tranquilamente a la disnea de esa asfixia. Si eres de ese tipo de fetichistas y te arrodillas y te sientas junto a tu pareja, podéis masturbaros mutuamente mientras hundes tu rostro en su pechuga.

Los pechos grandes, ¿para qué negarlo?, dan mucho juego. Puedes lamerlos, puedes frotar con ellos todo tu cuerpo, puedes sentir su peso en tus manos mientras los frotas y acaricias y magreas y aprietas. Pueden ser decorados, enmarcados, adornados con lazos, envueltos con tejidos sensuales. Hasta se puede variar el tamaño de su pezón con el simple uso de una ventosa o un extractor de leche. El fetichista de los pechos soñará mil combinaciones distintas que le exciten y lo pongan a punto para disfrutar de un placer que nadie no fetichista puede imaginar. El fetichista puede enloquecer de placer sólo con imaginar que eyacula sobre uno de esos pechos que son su fetiche. Ver el propio semen salpicando los pechos tan deseados puede ser un sueño muy excitante para el fetichista.

No importa si el tamaño de tu pecho, mujer, no es tan grande como quisieras. Un buen vestido con un escote adecuado puede realzar esos pechos en los que probablemente un fetichista de los pechos desearía correrse una y mil veces. También un buen sostén. En una buena lencería pueden darte lo que esperas para hacer que tus pechos adquieran una apariencia de mayor tamaño. Una talla o dos más pequeñas pueden servirte para ello. La cirugía estética no es la única opción para conseguir ese pecho con el que sueña tu fetichista pareja. Piensa que muchos fetichistas no irían tras un pecho falso aunque ese pecho falso fuera el último pecho existente en la tierra. Hay puristas en cada género fetiche, y el fetichista del pecho puede, tranquilamente, despreciar la “trampa” artificial de la silicona. También los hay que prefieren el extremo escaso del espectro. Anhelan la teta pequeña, la que en modo alguno puede recordar a una ubre fundamentalmente animal y nutricia. En esos fetichistas la teta pequeña abre las compuertas de su lujuria del mismo modo que en otros (ciertamente más numerosos) lo hace la del pecho exuberante.

Después de todo, los pechos y pezones pequeños pueden ser decorados y sometidos a diversos tipos de tortura o esclavitud para modificar su forma y tamaño. Clips, abrazaderas, bombas, cordeles, cuerdas, etc. pueden servir a ese fin.