Generalizar sobre temas que tengan que ver con el hombre y su manera de comportarse o de enfrentarse a la realidad y a las diferentes experiencias que la vida le pone en el camino siempre entraña riesgos. Como suele decirse, cada persona es un mundo. Y esta verdad, cuando se habla del universo del BDSM y de los comportamientos que se producen en él, adquiere una consistencia mucho mayor. Seguramente no existen dos personas que vivan el BDSM y sus prácticas de la misma manera. A pesar de ello, vamos a generalizar aquí y vamos a intentar realizar un listado de las diferentes etapas que una persona puede recorrer hasta llegar al BDSM, desde una etapa de descubrimiento hasta una fase en la que, introducida ya en el universo BDSM, la persona aprende, experimenta, crece y encuentra el equilibrio que le hace sentirse realizada.

Fase del descubrimiento

La primera etapa del BDSM para una persona es la etapa en la que dicha persona descubre dentro de sí sensaciones y emociones que, de un modo u otro, están ligadas al BDSM. ¿A qué edad emergen dichas sensaciones? La respuesta a esta pregunta es compleja y en modo alguno puede ser categórica. Esta primera fase del BDSM puede tener lugar a cualquier edad.

Hay teóricos que apuntan que las personas descubren esas tendencias dentro de sí mismas después de pasar un período difícil, por el motivo que sea, a nivel personal. Al pasar un período de ese tipo, las personas, tradicionalmente, se ven impelidas a realizar un doble análisis: el de su propia persona, por un lado, y el del ambiente en el que se mueven, por otro. Al realizar ese análisis muchas personas descubren que esas sensaciones recién descubiertas tienen, en mayor o menor medida, una cierta connotación sexual.

Las sensaciones que la persona descubre en esta primera etapa del BDSM no son, en modo alguno, sensaciones absolutamente puras. Es decir: en esta primera fase, la persona no acostumbra a ser ni 100% dominante ni 100% sumisa. Lo que descubre dentro de sí misma, de hecho, es una cierta tendencia y esa tendencia, muy probablemente, es el resultado de la confluencia de factores que tienen que ver con la educación, la familia, la propia libertad de pensamiento, la creatividad personal y, por supuesto, la religión.

No hace falta decir que cada persona experimenta todas estas sensaciones con una intensidad diferente.

Fase del miedo

Una vez descubiertas las sensaciones y emociones propias de una cierta atracción por el universo y las experiencias BDSM, no es inhabitual que la persona que descubre dichas sensaciones se sumerja en un período más o menos corto de depresión. Esa depresión es fruto de un miedo: el miedo a esas sensaciones recién descubiertas. Los tabúes sociales, los prejuicios, la educación recibida, la falta de educación sexual, la religión… todos ellos son factores que hacen que la persona que ha descubierto esas sensaciones dentro de sí se sienta, en buena medida, un “bicho raro” y, en cierta medida, tema a sus propios sentimientos.

El modo según el cual la persona actúe ante dicho descubrimiento determinará, en esta segunda fase del BDSM, el comportamiento de la persona en el futuro y su entrada o no en el universo BDSM. Habrá personas que, con un marcado y casi insoportable sentimiento de culpa sobre sus espaldas, ocultarán sus deseos. Otras, dubitativas a la par que interesadas, buscarán información antes de tomar una decisión sobre la conveniencia o no de avanzar por los caminos del BDSM.

Etapa de acercamiento

Una vez reconocidas las sensaciones y pasada la fase de ese shock inicial, se inicia esa etapa del BDSM en la que la persona da el primer paso para acercarse/adentrarse en el universo BDSM. En esta fase, aunque la persona haya decidido guardar para sí misma “la revelación”, se inicia un proceso de experimentación que, comúnmente, se desarrolla consigo misma. Es en esta etapa del BDSM cuando la persona, por regla general, experimenta con los papeles de dominación o sumisión. Para ello, la persona busca información y esa búsqueda de información, además de aportarle ideas para experimentar, le revela una cosa: que ella no es un “bicho raro”. Que no es la única en el mundo que pasa por esa experiencia. Que hay más personas como ella. Una vez comprendido eso, será cuestión de tiempo (en unas personas más breve, en otras más largo) que la persona que ha descubierto en su interior tendencias BDSM intente contactar con otras personas con las mismas tendencias.

Etapa de búsqueda

Dentro de esta cuarta fase del BDSM, en la que la persona decide dar un paso adelante y buscar el modo de satisfacer sus deseos y de encontrar a personas que, como ella, puedan sentir la misma atracción por el mismo tipo de experiencias, podemos encontrar diferentes tipos de situaciones.

En primer lugar, podemos encontrar aquellas personas que ya están emparejadas. Estas personas corren un grave riesgo de ver cómo la relación que mantienen en ese momento se va al traste. Y es que, hay que comprenderlo, no es fácil explicar a una pareja que lleva con nosotros cierto tiempo un cambio tan “especial” en nuestras pulsiones. El miedo a que eso pueda suceder hace que muchas personas, una vez descubiertas dentro de sí mismas dichas pulsiones, renuncien a comunicárselas a su pareja y opten por satisfacer en secreto sus fantasías.

En segundo lugar, puede darse la situación de que la persona, deslumbrada por su propia “revelación”, conviertan al BDSM recién descubierto en la experiencia prioritaria de su vida. Las personas que experimentan esta sensación se pueden enfrentar a tres posibles problemas:

  1. Pueden obsesionarse con la necesidad de vivir experiencias asociadas al BDSM y, con ello, priorizar dichas experiencias sobre el resto de aspectos de la relación.
  2. Pueden tener problemas para equilibrar la vida diaria y saber cómo comportarse en cada situación.
  3. Pueden tener problemas para compaginar sus emociones. Así, a la mujer que acaba de descubrir el universo BDSM y que en él se comporta como sumisa le puede resultar muy problemático, en la vida cotidiana, y fuera de las prácticas BDSM, liberarse de relaciones abusivas.

Etapa de la reconciliación

Dentro de las etapas del BDSM hay una por la que, tarde o temprano, acaban pasando la inmensa mayoría de las personas que han sentido despertar dentro de sí las sensaciones propias de la atracción por el universo BDSM: la etapa en la que la persona acepta sus fantasías y, tras haber recopilado información, empieza a entenderlas.

Una vez reconciliada consigo misma, la persona empieza a experimentar con otras. Lo más habitual, en esta fase del BDSM, es que la persona pase por varias relaciones antes de encontrar la pareja perfecta.

Etapa del cambio y del crecimiento

Si hay algún momento en el que la relación BDSM empieza a crecer y a desarrollarse es en éste. En esta etapa del BDSM se produce, por vez primera, un auténtico intercambio erótico de energía. Es en ella cuando, por fin, la persona que había percibido en sí misma sensaciones y emociones BDSM encuentra la pareja ideal para avanzar hacia un constante aprender juntos dentro de un equilibrio perfecto.

Los inicios con la pareja son siempre difíciles. De todas las etapas del BDSM, sin duda es ésta una de las más complejas. No en vano, el candidato o candidata a sumisa debe, por fin, enfrentarse a lo que significa ser, verdaderamente, un sumiso BDSM. Debe aprender a conjugar el consenso y la entrega, debe aprender a darse poniendo los límites, debe, en definitiva, encontrar su propio lugar en el BDSM.

Como hemos indicado al inicio de este artículo, cada persona es un mundo y cada persona puede transitar estas etapas del BDSM de un modo diferente. Hay personas que no llegan a pasar de la segunda etapa y que, por tanto, no llegan a aproximarse realmente al universo BDSM, y personas que entran en él de manera ocasional y, después, insatisfechas o desilusionadas con lo que éste les ofrece, abandonarlo. Y puede haber personas que, finalmente, encuentren la pareja perfecta y disfruten del BDSM, de una forma u otra, durante el resto de su vida.

¿Eres tú alguna de estas personas? ¿Has recorrido estas etapas?