¿De qué hablamos cuando hablamos de Dominación Femenina en el ámbito del BDSM? Básicamente, de un dinámica en la que una mujer asume un rol dominante en una encuentro sexual que incorpora elementos propios del Bondage, el sadismo, el masoquismo o la disciplina. Este tipo de práctica puede ser tanto física como psicológica y es una puerta abierta a la exploración femenina de su poder y su sexualidad, siempre asumiendo la idea de consenso con la parte dominada.

Dentro de las prácticas propias de la Dominación Femenina o FemDom, la dominadora ejerce su poder y su control sobre su sumiso o sumisa. El ejercicio de ese poder no debe entenderse en ningún caso como un acto humillante o un abuso. El BDSM no tiene nada que ver con la humillación. Dentro de él y de sus prácticas, los sumisos y sumisas encuentran placer al entregarse a su Amas o Dóminas.

El papel activo y poderoso que asume la mujer dentro de las juegos FemDom plantea todo un desafío a las expectativas sociales y culturales que tradicionalmente se han tenido sobre cómo interactúan las mujeres sexualmente. La Dominación Femenina, al plantear ese reto, proporciona a las mujeres que asumen el rol activo y dominante en este tipo de prácticas BDSM un maravillosa herramienta de empoderamiento personal y un fantástico instrumento para mejora la autoestima y la confianza.

En este artículo vamos a analizar diversos aspectos relacionados con este tipo de dinámicas. Una de ellos será la psicología que se oculta tras el FemDom. Otro, las cualidades de pueden definir a una Dómina. Finalmente, dedicaremos un breve apartado a los tipos de prácticas y técnicas que forman parte del universo de la Dominación Femenina.

Dominación femenina

La psique de la Dominación Femenina

¿Qué motivaciones se ocultan tras el deseo de ser Dómina? No es fácil dar respuesta a esta pregunta como no es fácil tampoco darla a quien se pregunta qué puede empujar a una persona a asumir un rol sumiso en una relación BDSM. Vamos a intentar, sin embargo, apuntar algunas ideas que pueden servirnos para esbozar lo que podríamos llamar “la psique de la Dominación Femenina”.

Quienes han estudiado el tema apuntan a un profrundo deseo de explorar la propia identidad y cómo ésta se relaciona con el poder. En cierto modo, el ejercicio de la Dominación dentro del universo del BDSM puede ser una manera de autoafirmarse. La Dómina, al ejercer como tal, se empodera, reivindica su presencia y siente como su autoconfianza se incrementa.

Diversos expertos apuntan también a que determinadas experiencias pasadas pueden servir de caldo de cultivo para que, dentro del terreno del BDSM, se desee asumir un papel controlador. Según apuntan estos expertos, no son pocas las Dóminas que en algún momento de su vida han padecido una situación de vulnerabilidad o de abuso. Asumir el papel de Dómina se convertiría para ellas en un mecanismo de defensa y en una forma de reescribir su vida y su papel en ella.

Cuando hablamos de experiencias pasadas no debemos obviar que son muchas las mujeres que han crecido en ambientes y entornos en los que las dinámicas de poder estaban muy determinadas y eran muy evidentes. El crecer en entornos así influye, sin duda alguna, sobre la percepción que se tiene de lo son el poder y, con él, la Dominación. En muchos casos, el que la mujer opte por ejercer de Dómina en una práctica o en una relación BDSM debe entenderse, pues, como un acto de rebeldía y rebelación. Buscando la antítesis de lo que fueron, encuentran una nueva identidad.

Pero no todas las Dóminas llegan a serlo por escapar de un ambiente de opresión. Las hay que, sin haberse sentido oprimidas y sin haber sido víctimas de situaciones de abuso físico o mental, encuentran en el FemDom una maravillosa forma de expresar su creatividad y su sensualidad. En estos casos, la Dominatrix lo es porque, para ella, guiar a otra persona a través de una experiencia de entrega y control es, de alguna manera, una forma de arte y un medio de autoexpresión. Después de todo, la vestimenta de la Dómina, los accesorios que la acompañan, la actitud y su lenguaje corporal, resultan muy vistosos y llamativos, y eso refuerza ese toque artístico que puede llegar a tener una práctica de Dominación Femenina.

Analizada las motivaciones psicológicas que pueden empujar a una mujer a los juegos de Dominación Femenina, vamos a ver, en el siguiente apartado, cuáles deben ser las características de una Dómina.

FemDom

Características de una Dómina

Quien observe desde fuera el universo BDSM puede pensar que el papel de una Dómina consiste, única y exclusivamente, en ejercer el poder y el control sobre la parte sumisa. Y no es así. O no es solamente eso. El objetivo de la Dómina es, más allá de ejercer el control, tratar de cultivar con esa parte sumisa una relación en la que imperen la confianza, el respeto y la comunicación abierta. Para ello hay que poseer unas capacidades y unas características de las que vamos a hablar a continuación.

La primera característica de una Dominatrix debe ser su capacidad de liderazgo. ¿Qué es liderar en el BDSM? ¿Es ejercer, sin más, una dominación autoritaria? No. Una dominación de ese tipo excluiría toda capacidad de consenso y sin consenso no hay BDSM. La Dómina, en base al consenso establecido con su sumiso debe guiar y dirigir a éste en un ambiente de mutua confianza y en una dinámica en el que ambas partes se sientan empoderadas (cada uno a su modo) y en la que ambos puedan explorar sus deseos y sus límites.

Otra de las cualidades en las que debe brillar una Dómina a la hora de practicar la FemDom es su capacidad para definir y comunicar de una forma efectiva los límites del juego. Cuando hablamos de límites no hablamos solamente de restricciones. Hablamos también de acuerdos que fomentan la seguridad y el empoderamiento de ambas partes.

Para que esto se produzca es necesario que la confianza reine entre las dos partes. Es tarea primordial de la Dómina el fomentar dicha confianza y para ello debe utilizar dos herramientas insustituibles: una comunicación abierta y, por encima de todo, un respeto sin fisuras hacia los deseos y las necesidades del sumiso. Sólo sobre esa base podrá producirse esa exploración de límites y fantasías que caracteriza al FemDom.

Para ejercer el poder de forma responsable y efectiva y para que esa exploración de límites y fantasías resulte gratificante y satisfactoria, la Dómina debe ser consciente de su propia sexualidad y de sus deseos. Es decir: debe conocerse a sí misma. Eso le proporcionará la seguridad suficiente para ejercer su rol, pero esto sólo lo hará correctamente si sabe escuchar y adaptar el enfoque de su acción según sean las necesidades y los deseos de su sumiso. La flexibilidad, así, se convierte en virtud y hace que el poder ejercido por la Dómina sea un poder dinámico.

Finalmente, para ser una buena Dómina hay que fijarse como objetivo el fomentar el crecimiento personal tanto de ella como de su sumiso. El liderazgo de una Dominatrix y el ejercicio del poder debe servir para inspirar al sumiso para que éste encuentre su propia voz, sus propios límites y su forma personal e intransferible de vivir su sexualidad.

En el último apartado de este post vamos a hacer un breve repaso de algunas de las prácticas de Dominación Femenina en las que una Dómina puede demostrar sus capacidades.

Dómina

Prácticas comunes en la Dominación Femenina

Vistas la psique que se oculta tras el personaje de la Dominatrix y las cualidades que ésta debe tener para ejercer su rol, vamos a ver en el último apartado de este artículo cuáles son las herramientas más habituales en las prácticas FemDom y en qué consisten estas prácticas.

Una Dómina puede utilizar una amplia variedad de heramientas para hacer más intensa la experiencia de la Dominación Femenina. Entre dichas herramientas para FemDom podemos destacar la siguientes:

  • Cuerdas, esposas y cintas para la práctica del Bondage. Esta práctica, basa en una restricción que no sólo es física, sino que también es mental, puede resultar muy excitante.
  • Fustas y látigos para experimentar la disciplina y los castigos. Este tipo de práctica FemDom exige a las Dóminas una buena técnica para evitar causar males a los sumisos.
  • Vibradores, plugs anales y otros juguetes eróticos que suelen utilizarse para aumentar la excitación sexual del sumiso.
  • Máscaras y disfraces. Las Dóminas se sirven de estos elementos para crear una atmósfera de juego y fantasía.

Para crear ese ambiente, las Dóminas acostumbran a recurrir a los siguientes elementos:

  • Iluminación. Las luces potentes y brillantes suelen utilizarse para enfatizar los momentos de control y vigilancia y las tenues para crear un ambiente íntimo y misterioso.
  • Música. La música tiene una influencia directa sobre el estado de ánimo de Dómina y sumisa. Se puede buscar relajar (con sonidos suaves y envolventes) o se puede buscar un subidón de adrenalina (con ritmos más intensos).
  • Decoración. Los colores oscuros y los elementos BDSM (cruces de San Andrés, potros de “tortura”, argollas en las paredes, puntos de suspensión…) le sientan extraordinariamente bien a las prácticas de Dominación Femenina.

Para finalizar este post simplemente resaltaremos algo que es común a todo tipo de práctica BDSM: todas las prácticas a las que nos hemos referido, así como el uso de los diferentes instrumentos o complementos, deben ser consensuadas por las dos partes. Dentro de ese consenso figura también el escoger una palabra de seguridad o safeword que pueda servir al sumiso para, en cualquier momento, detener la actividad.

Y es que el BDMS y, dentro de él, la Dominación Femenina, no puede ser entendida sin que quede garantizada la seguridad física y emocional de los participantes en cualquier tipo de práctica. Para incrementar dicha seguridad se recomienda tener suministros de primeros auxilios. Esto permitirá una experiencia satisfactoria en la que las partes (Dómina y sumiso) puedan explorar de forma grata dinámicas de poder, sexualidad y entrega.

Dominatrix