Que el fetichismo se mueve en ocasiones sobre la fina línea de la aberración es algo que se ha repetido continuamente en los círculos más diversos. Cuando se habla del fetichista que centra su fetiche en personas animalizadas no son pocas las personas que asocian este fetichismo con una latente zoofilia. No vamos a entrar a analizar los motivos psicológicos que hacen que una persona convierta un perro, un pony o un cerdo en fetiche. El caso es que hay infinitos tipos y géneros de animales y criaturas disponibles para este tipo de fetiche.
Como suele hacerse al analizar los diferentes tipos de fetiche, hay que plantearse qué va a realizarse durante el desarrollo de la escena fetichista, de qué manera se va a interactuar y qué tipo de ropa o juguetes eróticos van a utilizarse. Hay que plantearse, también, si el juego quiere realizarse única y exclusivamente en privado o si, por el contrario, se desea que una parte de él se desarrolle en público. Puede ser, por ejemplo, que al fetichista le guste pasear o ser paseado, como si de un perro se tratara, ante otras personas.
El juego del pony
El pony es uno de los animales preferidos a la hora de fijar el fetichismo del hombre hecho animal. El hecho de montar a un animal tiene una resonancia sexual que hace que este tipo de fetiche, orientado alrededor de este equino, haya triunfado sobre otros.
El BDSM ha acabado de poner en cierto modo de moda algo que ya aparecía en fotografías de los años 50 de autores como John Willie y Irving Klaw: las imágenes eróticas de ponys humanos que eran cabalgados por hombres o mujeres. Esto es lo que verdaderamente tipifica al juego del pony: uno de los jugadores se convierte en un caballo. El otro puede ser otro caballo, un domador, su jinete, cualquier función que el pony pueda reconocer como tal.
Para algunos fetichistas del juego del pony el simple hecho de estar convertido en animal equino puede bastar para dar por satisfecha su fantasía erótica. Esto, sin embargo, no es lo habitual. Son muchas las personas que necesitan un tipo especial de pony o de caballo, o que necesitan que el pony esté realizando algo en concreto, para así ver convertida en realidad su fantasía.
Por ejemplo: puede ser que el fetichista del juego del pony necesite que el pony tire de un carro. Esto implica la necesidad de que existan otro tipo de arreos, equipos improvisados, etc.
En los eventos fetichistas en los que tengan lugar juegos de ponys acostumbran a hacerse concursos y carreras. Si el animal, en lugar de ser un pony, es un mulo de carga, se espera de él que realice grandes esfuerzos, desplazando largos pesos, con los ojos vendados, como si de un mulo de verdad se tratara y no de un humano representando el papel de mulo.
Cuando hablamos de montar ponys estamos hablando, exactamente, de lo que su propio nombre indica. Montar un pony humano puede implicar que se requiera una silla diseñada para soportar el peso de una persona. Por lo general, el montar un pony o un caballo suele realizarse al aire libre, y el caballo/persona acostumbra a desplazarse de pie. Lleva a la otra persona, pues, a caballito.
El pony que camina de pie acostumbra a tener las manos atadas a la espalda. Debe, para ser un buen pony, practicar el equilibrio, el transporte de carga o pasajeros y, por supuesto, el modo de andar. Al paso, al trote o al galope deben ser las tres variedades practicadas. El modo básico de caminar será levantando mucho las rodillas, llevándolas hasta el nivel de la cadera.
Practicar ejercicios de doma, calificar el paso que llevan los animales, comparar los estilos de cada animal, etc. pueden ser algunas de las actividades a realizar en estos eventos fetish.
También se puede montar un tiro de ponys o caballos, es decir, hacer que dos potros se muevan al unísono, especialmente en círculo. Este tipo de escena fetish precisa de un entrenamiento especial, pero su efectividad es muy alta sobre los fetichistas más exigentes.
El pony también puede estar a cuatro patas. Basta colocarle unas buenas rodilleras para colocarlo así, en el almacén o en la granja.
Lógicamente, para practicar cualquiera de estos juegos fetichistas hay que asegurarse con anterioridad de que la salud de la persona que va a hacer de pony se lo permite. Hay que considerar el riesgo o la existencia de lesiones de espalda o rodilla que impidan la práctica del juego y puedan originarse o agravarse a causa de él.
Al analizar el juego del pony hay que tener en cuenta que la cabalgadura puede ser de muchos tipos. Desde el potro y semental hasta el pony capado, pasando por el pony salvaje o el pony que es una madre o un padre para el resto de pony, cada uno exige su propio tratamiento. Así, dentro de este tipo de fetiche pueden encontrarse muchos subgéneros. Desde el fetichismo que incluye la humillación del pony hasta el pony disfrazado, varios subgéneros pueden mezclarse entre sí, siendo extremadamente complicado que uno de ellos se muestre, de manera pura, sin contaminación ni influencia de otros. Por ejemplo: puede ser que un fetichista no necesite de ningún tipo de disfraz para disfrutar del juego mientras que para otro, sin embargo, ese disfraz resulta imprescindible.
Complementos
Bridas, ojeras, colas de caballo reales, revestimientos para los pies con forma de cascos… pueden ser muchos los complementos necesarios para un fetichista avanzado. Esto convierte este fetichismo en un fetichismo no especialmente económico. Por eso, seguramente, hay tantos foros de internet en los que se dan consejos de bricolaje para diseñar, de manera no tan costosa, un aparente y buen disfraz de pony. A veces puede bastar con un poco de buena mano y un poco de imaginación para conseguir que los zapatos resuenen como unos cascos o una almohada especial se convierta en silla de montar.
Los ponys son animales que necesitan entrenamientos, ejercicio, cuidado personal y una buena nutrición. Preparar una especie de comedero lleno de cereales para el desayuno puede ser una buena manera de ambientar el cuidado alimenticio del animal. Una vez más, la imaginación es fundamental para que la escena resulte creíble y, con ello, efectiva para la libido del fetichista.