Bondage japonés
Si queremos decir qué es el shibari de manera resumida diremos que el shibari es el bondage japonés. Lo diremos y nos entenderán, pero no estaremos diciendo toda la verdad, pues el shibari y el bondage presentan algunos rasgos diferenciales. Por ejemplo: en el shibari no es necesario que la persona sea inmovilizada. En el shibari no se persigue tanto la inmovilización del sumiso como una calidad estética del conjunto y que ese conjunto resulte visualmente atractivo a una tercera persona, que es el espectador. En muchas ocasiones, las sesiones de shibari están diseñadas para que sean contempladas por un espectador. Esta manera de actuar es muy propia de la civilización japonesa y está presente en muchas de sus formas culturales.
En los orígenes del shibari sí puede encontrarse una voluntad inmovilizadora. De hecho, fueron los guerreros samurái quienes inventaron una sutil técnica de tortura e inmovilización de sus enemigos mediante el uso de cuerdas. Con ellas inmovilizaban primeramente el tronco y, posteriormente, se procedía a inmovilizar, y por ese orden, nalgas, piernas y el cuerpo en su conjunto. Ese orden se ha mantenido tradicionalmente hasta el mundo actual. Un código del siglo XVI recogía la manera de usar las cuerdas en el apresamiento y tortura de los enemigos.
La llegada del período Edo (1600-1878) cambió ligeramente esas normas. Las técnicas se volvieron más precisas y se llegó al punto de que ciertas técnicas de atadura y de uso de las cuerdas para inmovilizar al enemigo y a los delincuentes identificaban a cada familia de samuráis.
La policía japonesa, formada en su inicio por la clase más baja de samuráis (aquéllos que se quedaron sin empleo tras la finalización de las grandes guerras de los señores feudales), utilizaba
también este tipo de ataduras para inmovilizar delincuentes. Estas técnicas eran secretas y sólo podían ser conocidas por nadie que no perteneciera a los círculos policiales o samuráis. Estas ataduras debían realizarse con mucho cuidado, pues los códigos de uso señalaban que el prisionero no debía poder escapar pero, al mismo tiempo, no debía sufrir ningún tipo de daño que pudiera resultar permanente.
De la atadura policial a la atadura erótica
Se cree que en este tipo de atadura puede encontrarse el precedente más directo del shibari y, con ello, del bondage. Las primeras referencias a ataduras realizadas con finalidad erótica aparecen a finales del período Edo. Es en el castillo de Matsumoto donde se encuentran las primeras fuentes documentales que parecen señalar la metamorfosis de la atadura entendida como método de inmovilización y tortura a proceso de refinada sensualidad erótica.
Estamos hablando de finales del siglo XIX. Durante los siguientes años, esta práctica fue ganando adeptos, pero nunca tantos como sucedió a partir de la década de los sesenta, ya en el siglo XX. Superada la depresión moral derivada de la pérdida de la guerra mundial, la de los sesenta fue una década de rearme moral y de reafirmación de las tradiciones japonesas. Esa reafirmación cultural hizo renacer el shibari hasta llevarlo a un tiempo de esplendor en el que las exhibiciones han corrido paralelas al prestigio logrado por los diferentes nawashis o maestros del arte de la cuerda.
Todos estos maestros comparten unos rasgos comunes que sirven para caracterizar en su conjunto las prácticas shibari. Uno de esos rasgos es la cuerda utilizada. En casi todos los ejercicios shibari se utilizan dos cuerdas de unos siete u ocho metros de largo y algunas más de a lo sumo tres o cuatro metros de largos. Con estas cuerdas bastará para realizar las tres prácticas básicas del shibari y que se corresponden, además, con los tres pasos rituales que deben realizarse en todo ejercicio shibari que se precie:
- Shinju o atadura de senos.
- Sakuranbo o atadura de nalgas.
- Karada o atadura del cuerpo.