Sexo sucio, sexo bueno
Si te mueves en el ambiente del BDSM es probable que acabes encontrándote con alguien que te ofrezca participar en una práctica en la que el “Cleveland Steamer” o “vapor de Cleveland” adquiera un protagonismo especial. Si te sucede eso debes saber que con ese eufemismo natural de Estados Unidos tu compañero de juegos te está ofreciendo el participar en una práctica parafílica en la que uno de los miembros de la pareja defeca en el pecho del otro. ¿Te resulta asqueroso? Posiblemente, pero eso no quiere decir que no haya personas que no introduzcan esta práctica entre las más deseadas de sus relaciones eróticas.
Y es que hay personas que han convertido en ley que guía sus relaciones sexuales algo que una vez dijo Woody Allen: “el sexo sólo es sucio si se hace bien”. Para estas personas de las que hablamos, la escatología ofrece unas dosis de placer que no pueden faltar en una relación sexual verdaderamente gratificante, por eso intentan incorporarlas a sus relaciones y por eso las convierten en prácticas imprescindibles en sus juegos BDSM.
El sexo sucio o sexo escatológico incluye múltiples niveles. Desde la simple coprolalia hasta la coprofagia, pasando por la salofilia o la urolagnia, los amantes de introducir un cierto nivel escatológico en sus relaciones sexuales pueden escoger entre un amplio abanico de prácticas.
La coprolalia no es otra cosa que lo que conocemos como dirty talk, es decir, el hablar sucio. Esta práctica es, seguramente, la más light dentro de todas las que podemos encontrar dentro de lo que llamamos sexo sucio. De hecho, el dirty talk podría no considerarse sexo sucio. Desde el whatsapp, telefónicamente, mediante SMS o utilizando correos electrónicos, cualquier canal comunicativo puede servir para crear expectativas y caldear el tiempo previo al encuentro. En esta práctica light de sexo sucio no tienen cabida los eufemismos. Por ejemplo: ¿qué sentido tiene decir almejita si se puede decir coño? O ¿para qué decir cosita si se puede decir rabo? “Te voy a comer la cosita” no suena demasiado sucio, ¿verdad? Pues eso: que si quieres incluir un poco de suciedad en la forma de comunicarte sexualmente con tu pareja hay que llamar a las cosas por su nombre (por su nombre sucio, lógicamente).
Hay personas que se sienten especialmente estimuladas sexualmente cuando pueden interactuar con desechos salinos del organismo. Para estas personas, que reciben el nombre de salofílicas, el sudor, la saliva, el semen o la orina pueden desempeñar un papel fundamental en sus prácticas sexuales. Hay estudios que apuntan a que el olor de las axilas es uno de los olores que más excitan a las personas. Por eso hay algunas para quienes el hecho de lamer la axila de su pareja puede resultar muy excitante.
Las personas a quienes la saliva les resulta especialmente excitante suelen incorporar a sus relaciones una práctica que consiste en dejar caer la propia saliva, como si fuera un chorrito, sobre la pareja. Esta práctica de sexo sucio también puede introducirse en los juegos BDSM. La parte sumisa, con la boca abierta, recibirá en ella el escupitajo o el chorrito de saliva de la parte dominante.
Para quienes gustan de mezclar sexo sucio y BDSM el cumshot, el bukkake y el gokkun serían tres prácticas muy adecuadas para añadir ese punto de escatología que se les hace imprescindible para gozar verdaderamente de un tiempo de sexo. El cumshot o money shot consistiría en eyacular sobre el cuerpo de la pareja (especialmente sobre rostro o boca). En el bukkake, por su parte, son diversos los hombres que eyaculan sobre el rostro o boca de un sumiso o sumisa. El gokkun, por su parte, sería esa práctica de sexo sucio en el que generalmente una mujer ingiere de una copa, vaso u otro tipo de recipiente el semen eyaculado por varios hombres.
Lluvia dorada y coprofilia
De entre todas las prácticas de sexo sucio, quizás la más habitual entre los amantes del sexo sucio o sexo escatológico sea la de la lluvia dorada o urolagnia. De hecho, son muchas las prostitutas que, sin ofrecerse para prácticas estrictamente de BDSM, sí ofrecen entre sus servicios la lluvia dorada, es decir, una práctica consistente en orinar sobre la pareja o ser orinada por ella. La urolagnia puede adoptar varias formas. Mojar o mojarse la ropa al orinar, obtener placer oliendo orina, orinar en público o disfrutar viendo cómo la pareja orina (en un lugar público o en uno privado) podrían ser algunas de esas formas. El orinar sobre la pareja o ser orinado por ella puede formar parte de un juego de dominación y sumisión ya que el ser orinado puede ser entendido como una forma de humillación.
La coprofilia es, sin duda, una de las prácticas extremas del llamado sexo sucio. Las heces, convertidas en materia y objeto de excitación sexual, pueden servir para ser olidas, tocadas y, en casos extremos, saboreadas. Lógicamente, y pese a nuestro respeto por toda práctica sexual consentida entre adultos, no recomendamos en caso alguno incorporar la ingesta de heces o coprofagia a las prácticas BDSM por los riesgos para la salud que implica. Enfermedades como la hepatitis A, por ejemplo, pueden ser fácilmente transmitidas a través de las heces. También puede transmitirse bacterias y huevos de gusanos. Esta práctica, que fue incluida por el escritor y cineasta italiano Pier Paolo Pasolini (1922-1975) como método de tortura en Saló o los 120 días de Sodoma, la película que el polémico artista italiano realizó sobre la novela del Marqués de Sade, se ha convertido en materia cinematográfica para Simon Thaur, director pornográfico austríaco que, junto a la coprofagia, ha incluido la coprofilia y la urofagia entre los temas fundamentales de su obra.
Todas estas prácticas de las que te hemos hablado podrían tener cabida fuera del universo del BDSM pero qué duda cabe que éste ofrece una escenografía y un ambiente muy propicio para incluir alguna modalidad de sexo sucio entre las prácticas que compongan una escena.