El látigo como instrumento de castigo
Los látigos y flagelos pueden ser, qué duda cabe, unos grandes instrumentos para utilizar en los juegos de dominio y sumisión. El látigo común es de cuero, recto, flexible, y está dotado de trenzas. A pesar de su apariencia de utilización equina, puede ser usado también como bastón. De hecho, es más común usarlo así. El latigazo a la manera de Indiana Jones es mucho más difícil de ejecutar de lo que a simple vista parece. Se necesita, para empezar, una gran cantidad de espacio para poder moverlo correctamente. Tampoco hay medio alguno de enseñar a usar un látigo con cuatro instrucciones escritas. Si estás interesado en el aprendizaje de la postura correcta y de la técnica necesaria para ejecutar los lances del castigo, lo mejor es que intentes contactar con un jugador cualificado que te enseñe a manejar el látigo de la manera adecuada. Imitar al Anthony Hopkins de La máscara del zorro no será seguramente suficiente para aprender la técnica. Como mucho servirá para que te excites de lo lindo si de verdad eres un fanático o una fanática del latigazo. Pero para poco más.
Gato de nueve colas
El gato de nueve colas es un instrumento de tortura heredado directamente del mundo de la marinería. Se elaboraba con sogas marineras (los marineros las llaman cabos), invirtiendo el proceso de su fabricación. Para elaborar uno de estos gatos de nueve colas coge una soga marinera de unos 90 cm y desenróscala. Verás que, al hacerlo, obtendrás tres colas. Si desenroscas, a su vez, éstas, obtendrás las nueve colas que dan nombre a este instrumento de tortura (en inglés recibe el nombre de “cat o’nine tails”), especialmente usado por la Marina británica para castigar las diferentes faltas de los marineros. En ocasiones para aumentar el valor simbólico del castigo, el propio marinero castigado era obligado a fabricar el gato que iba a ser usado sobre su espalda desnuda.
El castigo, en aquella marinería, acostumbraba a ser proporcional al tamaño o importancia de la falta. Para castigar las faltas más comunes y menos importantes (entre ellas podía encontrarse la embriaguez, la pelea, la desobediencia leve o el escaso esfuerzo e interés en las tareas) cabía la posibilidad de envolver las puntas de la cola con hilos. A dicha tarea se le llamaba “falcacear” las puntas. Para los crímenes más serios (el robar sería uno de ellos) se incrementaba la dureza propia del instrumento realizando nudos en la punta de cada uno de las colas. Habitualmente se hacían tres nudos por cola, separados entre ellos unos cinco centímetros. Mientras que las puntas falcaceadas producían verdugones más o menos angostos y eran capaces de cortar la piel, los nudos dejaban grandes moretones, magullaban la carne y desgarraban la piel. En aquellos tiempos, una sentencia completa acostumbraba a destrozar la piel de la espalda, dejándola en carne viva, y dejando en ella cicatrices de por vida.
Lógicamente, los gatos de nueve colas que se emplean en los juegos de dominio y sumisión no son de cuerda, sino de cuero trenzado. Puede ser utilizado como la ramita de abedul pero con menos fuerza. Hay versiones en miniatura, creadas especialmente para golpear el pene y los testículos durante los juegos de tortura. No hace falta decir que al utilizar estos instrumentos en miniatura para golpear los genitales hay que usar la más mínima fuerza.
Uso del látigo en el BDSM
El látigo forrado de piel es, seguramente, uno de los juguetes eróticos más sensuales que pueden encontrarse en el mercado de lo sexual. Estos implementos, hay que decirlo, no resultan baratos. Hay imitaciones, sí; pero las imitaciones son sólo imitaciones, y un flagelo de baja calidad puede, a la larga, dañar la técnica y, con ella, el cuerpo o la piel del sumiso castigado. Antes de realizar cualquier compra de un producto de este tipo, es importante asesorarse bien, hacerlo en algún sitio de confianza o, en su caso, poder probarlo antes de realizar la compra.
Una vez más, la postura correcta, el modo de coger el implemento y la técnica a la hora de manejarlo son esenciales. Los flagelos pueden ser utilizados como palas. Incluso pueden ser usados como una broza en la parte superior de la espalda de un sumiso. Lo que se recomienda siempre, en estos casos, es aprender su uso y practicar suficientemente con ellos antes de utilizarlos en la escenificación de alguna fantasía de servidumbre.
Si eres una reina, una amazona o una diosa, es posible que decidas que la importancia simbólica del látigo es tan grande que es inevitable utilizarlo. La imagen del látigo azotando al caballo es tan simbólicamente importante que es difícil sustraerse a su poder y a su atracción. Si lo vas a utilizar, debes seguir las reglas de su uso con cuidado. El castigo debe ser administrado con muchas precauciones. Las mismas prevenciones que sirven para usar la ramita da abedul deben servir para usar el látigo.
A modo de conclusión hay que tener en cuenta algo que venimos repitiendo en algunos de estos post. El arte de la disciplina no se fundamenta, principalmente, en el impacto real de un instrumento sobre las nalgas de un hombre sumiso. La parte más importante de la disciplina es el ritual en sí mismo, el drama que se va creando, el uso proporcionado y perfectamente mesurado del tempo. El dolor por sí solo no es satisfactorio. ¿Qué hombre consigue tener una erección gracias a un dolor de muelas? El dolor debe ser, en todo caso, una extensión natural de la autoridad y poder de la parte dominante. Y, un poquito también, un estímulo para los músculos más profundos de las nalgas.