¿Pero eso cabe ahí?
Ciertamente, la imagen, vista en más de una película pornográfica, asusta un poco. ¿Cómo no va a asustar el ver cómo un puño entero desaparece dentro de una vagina? Sin embargo, esta práctica no deja de ser habitual dentro del mundo BDSM. Después de todo, piensa en el placer que puede ser sentir los latidos de tu socio en tu mano a través de sus paredes vaginales. Piensa en la presión que las paredes húmedas y calientes de esa vagina pueden hacer sobre tu brazo. ¿Y el de, si eres mujer, sentirte absolutamente rellena vaginalmente? ¿No debe de ser un gran placer? Ciertamente, el fisting o, en un caso extremo, el double fisting, son una singular experiencia espiritual y carnal, y conlleva una alta dosis de intimidad.
Esta práctica no tiene porqué ser sólo una actividad sexual exclusiva del BDSM. No obstante, la combinación que en ella se da de potencia, control, energía y el sexo que ofrece hace que se convierta en una forma idónea para explorar el intercambio de poder. Al exigir un alto nivel de confianza, afirma un vínculo entre los socios que es muy difícil de conseguir con otro tipo de vínculos. El hecho de que pueda ser incorporado a cualquier tipo de escenas eróticas, desde la humillación a los juegos más eminentemente sadomasoquistas, juega también a su favor para convertir esta práctica en una de las estrellas de los juegos BDSM.
Fisiología de la vagina
Antes de analizar con mayor profundidad las características principales de esta práctica sexual, vamos a detenernos a analizar la fisiología de la vagina.
La vagina, en el fondo, no es más que un tubo muscular que conecta el útero con el exterior del cuerpo. Esa musculación permite la eyaculación durante el coito y permiten el paso del bebé desde el útero hasta el exterior en el momento del nacimiento. La uretra y el glande del clítoris se encuentran justo encima de la abertura vaginal, que está cubierta por los labios mayores y los labios menores. Si bien unas mujeres tienen los labios mayores de mayor tamaño que otros, todos los labios mayores acostumbran a ser muy sensibles, por lo que, en la práctica del double fisting, se convierten en uno de los principales centros de estimulación.
Toda la vulva es una zona altamente vascularizada, es decir: que hay un gran número de vasos sanguíneos que riegan la zona y un gran número de pequeños capilares que se encuentran justo por debajo de la superficie del tejido vaginal. Al mismo tiempo, hay una gran densidad de terminaciones nerviosas, especialmente en la zona del clítoris, lo que hace que incluso el más pequeño roce o tacamiento en ese punto de la anatomía femenina puede tener un gran impacto sensitivo.
No hay que olvidar tampoco, al hablar del área vaginal, la existencia del punto G. Situado en la parte frontal de la vagina, acostumbra a ser una zona sumamente sensible, que responde muy bien a la estimulación de los dedos o las manos.
Dentro de la vagina hay un punto especialmente delicado que recibe el nombre de saco o punto anterior. Cuando hablamos de ese punto estamos hablando de esa zona de la anatomía femenina en la que la pared vaginal y el cuello uterino se conectan. Visualizar todas estas zonas anatómicas cuando se realiza el fisting puede ayudar a crear sensaciones más intensas y controladas.
Elasticidad de la vagina
La realización del fisting es posible porque las paredes vaginales son relativamente elásticas. No hay que olvidar que están especialmente diseñadas para permitir el parto. Sin embargo, no hay dos personas iguales, y hay que tener siempre presente la posible existencia de algunos factores que pueden afectar a la elasticidad de la vagina. Esos factores son, principalmente, hormonales, quirúrgicos o de estructura ósea.
Los niveles de estrógeno son un factor determinante a la hora de favorecer la elasticidad de la vagina. Un bajo nivel de estrógeno (ya sea como consecuencia de la menopausia, de alguna terapia hormonal o por otras causas) se traduce directamente en una baja elasticidad de las paredes vaginales y en una mayor posibilidad de desgarro. El estrógeno también tiene una influencia directa sobre la lubricación vaginal. Cuando ésta es menor, aumentan los problemas de sequedad e irritación vaginal, lo que se traduce en unas penetraciones más difíciles y, por lo tanto, dolorosas.
Hay tratamientos que ayudan a las personas con estos problemas a reducir la irritación y que ayudan a las paredes vaginales a mantener su elasticidad. Independientemente del tipo de tratamiento que se utilice, si se sabe que la pareja tiene unos niveles bajos de estrógeno hay que utilizar mayor cantidad de lubricante. Y aumentar, sobre todo, el tiempo de estimulación y calentamiento.
Aquellas personas que han padecido algún tipo de cirugía en o alrededor de la vagina también pueden experimentar problemas, principalmente debido a la presencia de tejido cicatricial. El tejido cicatricial no se estira. La piel que hay alrededor del mismo, además, es una piel más débil de lo normal. Para evitar poner mucha presión sobre este tipo de tejido, hay que utilizar un montón de lubricación. En cualquier caso, hay que tener presente que hay mujeres que, debido a haber sido operadas, no pueden participar en este tipo de prácticas.
Antes de practicar el fisting también hay que tener en cuenta, como ya se ha señalado, la estructura ósea de la mujer. Algunas mujeres son particularmente “estrechas”. Esto dificultará mucho la introducción del puño o, simple y llanamente, lo impedirá.
Las mujeres que hayan dado a luz son capaces de albergar objetos de mayor tamaño. El aflojamiento de los ligamentos y músculos de su pelvis permitirá que esto sea así.
Juntando todos estos factores, así como los psicológicos y los que tengan que ver con la propia comodidad física, contribuyen o dificultan la penetración vaginal con objetos grandes como puede ser la mano. Siendo consciente de estos factores, podrás planificar mejor tus escenas BDSM y hacerlas más duraderas y placenteras.