Hay tres elementos que, por su reiterada inclusión en los listados de los fetichismos más extendidos y habituales, parecen haber sido creados para alimentar la imaginación lujuriosa y picante de los fetichistas más destacados. Esos tres elementos son los guantes, las braguitas y los zapatos. A todos nos suena haber contemplado alguna vez la imagen de una mujer olfateando unas braguitas o las de un hombre lamiendo un zapato de mujer. No resulta difícil tampoco que alguna vez hayamos visto una imagen de alguien a quien le gusta masturbarse con unos guantes puestos. Zapatos, ropa interior y guantes son tres elementos eminentemente fetichistas a los que vamos a prestar, en este artículo, un poquito de atención.
Fetichismo de guantes
El fetichismo de los guantes es uno de los clásicos fetiches que podemos encontrar dentro de la amplísima gama de fetichismos existentes. Como en todos los fetichismos, también en este podemos encontrar un amplio abanico de fetichistas distintos. Para unos, su fetichismo se centrará en el tipo de guantes. Para otros, en ser tocados por ellos. Los habrá que tengan preferencia por un tipo de tejido y sean, por el contario, absolutamente indiferentes a otros. Como acostumbramos a decir, cada persona es un mundo y la sexualidad de cada persona es personal e intransferible y no puede compararse con ninguna otra.
Para el fetichista refinado, cada tipo de guante está asociado a un estado de ánimo diferente. El fetichista refinado es un experto en colecciones y modelos.
El guante como fetiche puede, también, representar un tipo determinado de autoridad y poder. Esta característica del guante como fetiche hace que se convierta en un elemento muy importante en las representaciones sadomasoquistas o de BDSM. El guante que lleve la Dómina (de cuero o de látex, de un color determinado, tachonado o no) puede ser un símbolo muy potente y efectivo de su autoridad.
Otra de las prácticas muy habituales entre los fetichistas de los guantes es el de masturbarse o ser masturbado con algún tipo de guante en especial. Es muy habitual que a estos fetichistas les guste pajearse con unos guantes impersonales, de látex, que hacen aumentar la sensación de calor.
Fetichismo de pantys y braguitas
El panty como fetiche se ha vuelto tan común que casi puede asociarse o competir en popularidad con los penes o los pechos grandes. Al igual que las grandes tetas y las pollas exuberantes, también el panty o las braguitas o el culotte o el conjunto de ropa interior comparten con aquellos el hecho de que muchas personas no lo tengan como fetiche. Para quien adora las grandes tetas, esa adoración es algo normal. ¿No será normal, también, preferir una polla grande que no otra que no luzca tanto? Pues lo mismo sucede con las medias y pantys. Se considera normal que atraigan y aporten sensualidad y erotismo a las piernas que las lleven.
Pero hay un paso que el fetichista da más allá de esa simple atracción casi natural. Y ese paso puede ser de muchos tipos. Desde el fetichista que se masturba con unos pantys metidos en la boca hasta el que olfatea y lame unas braguitas (usadas o no) mientras se la pela, son muchos los tipos de fetichistas de la ropa interior que gozan y se emocionan asociando esas prendas a actos muy diversos.
La braguita y el tanga tienen un elemento de atracción muy fuerte y con la que difícilmente se puede competir y es que ellas son las prendas que están en contacto más directo con la parte más íntima y sexual de la mujer: su vagina.
El color, el tejido y su forma son todos factores particulares que el fetichista del panty y la braguita valora especialmente. La forma de expresión de su gozo fetichista puede expresarse de múltiples maneras: desde la manera de ver, oler, tocar o masturbarse mientras las toca hasta la necesidad de robarlas del tendedero de las vecinas. Puede ser que al fetichista le gusten nuevas o recién lavadas o, por el contrario, las prefieran usadas, o incluso puestas. Tal vez el rito de quitar esas medias o ver cómo la mujer se las quita, o de bajar esas bragas o ver cómo la mujer se las baja sea más importante para él que acto sexual en sí. Quizás es imposible llegar a ese acto sexual de una manera satisfactoria y plena sin haber pasado antes por el mágico ritual de quitar o ver quitarse a la mujer su ropa interior.
Fetichismo de los zapatos
El fetichismo de los zapatos es muy común. Los escenarios profesionales de BDSM y el mercado de la pornografía lo tienen muy en cuenta. Es un fetiche habitual en dichos ámbitos. Y su abanico de tipos es amplísimo.
Los fetichistas de los zapatos son muchos y son muy específicos en cuanto a sus necesidades y gustos. Los fetichistas del zapato suelen rendir culto a un tipo determinado de zapato o bota. Puede excitarse viendo cómo su pareja hace algo con esos zapatos (pisarle, ponérselo en la boca, acariciarlo, morderlo…) mientras él se masturba. Puede gustarle eyacular dentro del zapato, o adorarlo, o follarse enérgicamente a su pareja mientras ésta viste única y exclusivamente esos zapatos determinados que a él le ponen tanto.
Al fetichista de los zapatos pueden excitarle los “manolos”, pero también las botas vaqueras, o las botas militares, o las playeras, o las zapatillas de deporte, o las zapatillas de ballet, o cualquier tipo de calzado que pueda ver puesto o, por qué no, ponerse él. No es extraño encontrar fetichistas que se excitan al calzar ellos mismos zapatos de mujer. Como siempre decimos, el fetichismo no tiene límites, y hay tantos fetiches distintos como fetichistas.