Decálogos para todo
El primero fue Yahvé. Para estrenarse en tan capital tarea escogió un marco áridamente sobrecogedor: el monte Sinaí, un monte de 2.285 metros ubicado en el nordeste de Egipto, en la península del mismo nombre, en esa franja de terreno en el que África se convierte en Asia y viceversa. Fue allí, entre los peñascos pelados de ese monte, donde, según cuenta el bíblico libro del Éxodo, el Dios de los judíos redactó el primer decálogo, que no es otro que lo que se conoce popularmente como “los Diez Mandamientos” y que es el que determina las normas que deben cumplir judíos y cristianos para estar a bien con su dios.
Tras ese decálogo primigenio, son muchos los que el hombre ha elaborado a lo largo de la historia. Si se bucea en internet se pueden encontrar mil y un decálogos distintos, desde el decálogo para escribir minicuentos al decálogo de las áreas de montaña, pasando por el decálogo para asistir a un club de lectura, el destinado a cómo disfrutar más y mejor de la Feria de Sevilla y no morir en el intento o el decálogo de cómo ser un buen culé o aficionado al F.C.Barcelona.
Nosotros, que no queremos ser menos que todos aquéllos que crean y han creado decálogo, vamos a dedicar este post a elaborar un decálogo muy particular y que nos atañe directamente: el decálogo del buen Amo.
Y es que para ser un buen Amo, al igual que para ser un buen judío, un buen culé, un buen turista, un buen visitante de la Feria de Sevilla o un buen excursionista de montaña, no basta con la voluntad. Después de todo, y como suele decirse, de buenas voluntades el infierno está lleno. Hay que atenerse, pues, a las normas y seguirlas al pie de la letra para, así, saber cómo moverse entre las casetas del Real, cómo comportarse en la montaña cuando tienes de desprenderte de algún desperdicio o qué hacer y qué no en el transcurso de una escena BDSM.
Decálogo del buen Amo
Teniendo en cuenta, pues, que no basta con la voluntad de ser Amo para ser un buen Amo, vamos a detallar a continuación esos diez mandatos que todo Amo debe obedecer para destacar como tal.
- El buen Amo debe ser una persona paciente. Eso significa que no debe acelerar el proceso de obediencia de la sumisa. Toda sumisión tiene su tempo y cada persona exige un tempo distinto. A esa sumisión de la sumisa hacia el Amo se debe llegar de manera sutil, con inteligencia y delicadeza.
- El buen Amo debe ser, también, una persona humilde. La humildad, sin embargo, no hay que entenderla como una especie de apocamiento ni de timidez. La humildad hay que entenderla como un conocimiento exacto de los propios límites. Creerse superior no ayuda a dominar mejor a la parte sumisa. Creerse superior a lo que en verdad se es puede ser, finalmente, motivo más que suficiente para que el Amo fracase en su tarea dominante.
- El tercer mandamiento del decálogo del buen Amo es, en parte, derivado del mandato anterior. El buen Amo debe pensar que puede aprender mucho de su sumisa. El buen Amo debe, pues, tener una mentalidad abierta respecto a lo que es una relación de dominación/sumisión. El buen Amo, además, puede aprender de otros Maestros que utilicen otro tipo de técnicas. Aunque dichos Maestros utilicen técnicas que no figuran entre nuestras técnicas preferidas, si queremos ser unos buenos Amos debemos pensar que cualquiera de ellos puede, en un momento determinado, servirnos en una escena para conseguir nuestro objetivo.
- El decálogo del buen Amo exige que ésta sea una persona comunicativa. La comunicación es fundamental en toda escena de dominación/sumisión. Un Amo debe conocer los gustos de su sumisa, debe saber exactamente dónde se hallan sus límites y debe conocer todo lo que haga referencia a su estado de salud. Sólo con ese conocimiento exhaustivo de la sumisa y de sus circunstancias podrá evitarse alguna sorpresa desagradable cuando se inicie el juego.
- La honestidad es, sin duda, uno de los ítems que no podían faltar en el decálogo de un buen Amo. Ser honesto es, por ejemplo, no fingir algo que no se es ni decir que se domina lo que en verdad no se domina. Del mismo modo que la sumisa debe ser sincera con el Amo para evitar cualquier tipo de problemas a la hora de llevar a la práctica una escena D/S, el Amo debe ser sincero con el sumiso si no posee experiencia necesaria para realizar según qué prácticas. Esto servirá para reforzar la seguridad, un concepto que, como sabemos, es fundamental en el BDSM.
- El sexto mandamiento de este particular decálogo para el buen Amo es el que impone al Amo una cierta sensibilidad. Un buen Amo no es un tirano que no tiene en cuenta para nada las necesidades de la sumisa. Comportarse de ese modo, de hecho, es todo lo contrario a ser un buen Amo. Para serlo, hay que conjugar y sintetizar, en una misma escena, las fantasías tanto del Amo como de la sumisa, y dar satisfacción a ambas.
- El decálogo del buen Amo impone una séptima norma que, pese a parecer obvia, no debe nunca olvidarse, y es que el buen Amo debe ser una persona dominante. Es decir: la sensibilidad, la comunicación, la honestidad o la humildad que el buen Amo debe atesorar no pueden, en ningún momento, lastrar lo que en verdad importa: que el Amo ejerza su fuerza dominante. Es más: ésa es su principal obligación para con una sumisa que lo ha buscado, precisamente, para ser dominado por él.
- El realismo es otra de las virtudes que debe adornar a un buen Amo y que, por tanto, debe figurar en su decálogo. Pero… ¿en qué sentido debe ser realista el buen Amo? En el de comprender que no todo lo que figura en los manuales de sado o de dominación y sumisión puede ser siempre y en toda sesión llevado a cabo. Para realizar una escena BDSM de dominación y sumisión es fundamental conocer a la sumisa y aplicar una norma capital: al finalizar los juegos que hayan integrado la escena BDSM, la sumisa nunca debe tener la sensación de que se le ha dado de más. Es mil veces preferible el que ella piense que se le ha dado de menos, un poco de menos. Por eso hay que graduar y racionar los castigos y adaptarlos tanto a la dinámica del juego como a la personalidad de la sumisa.
- En el decálogo del buen Amo figura un mandamiento que nunca y bajo ningún concepto debería obviarse y es el que hace referencia al estado de salud del Amo. El buen Amo debe tener un buen estado de salud. Sólo sintiéndose bien físicamente el Amo podrá tener un control absoluto de la situación. El sueño, la falta de alimentación y el consumo de alcohol y drogas son factores que influyen de manera negativa en el juego. El ser Amo implica una responsabilidad y dicha responsabilidad debe ejercerse en las mejores condiciones físicas posibles.
- La última norma del decálogo del buen Amo es de rigurosa obediencia y es la siguiente: el buen Amo debe, en todo momento, divertirse. Toda práctica BDSM debe tener un marcado componente lúdico. Es decir: debe ser un juego. Una práctica BDSM no debe servir, en modo alguno, para pasarlo mal o para experimentar una angustia que se extienda más allá del límite temporal del juego. El buen Amo debe divertirse y debe conseguir que su sumiso se divierta “a su manera”.
Si alguna vez te has planteado convertirte en un buen Amo o Maestro BDSM, hazte la siguiente pregunta: ¿te crees capaz de obedecer las normas de este decálogo para el buen Amo? Si tu respuesta es afirmativa, da un paso adelante y acude a aquellos lugares en los que te puedan enseñar a ser un buen Amo. Tu vida cambiará y seguro que lo hará para mejor.