Cómo hablar de ti
Cuando estamos hablando de relación sexual, bien sea de una escena completa bien meditada y lenta o de una mamada rápida en cualquier rincón, estamos hablando de una acción en la que las dos personas que intervienen han tenido que decir “sí, quiero” en un momento dado. Muchas de las personas que quieren introducir su fetiche en su repertorio sexual de pareja pueden recibir una respuesta mixta, un sí matizado y vacilante. Otras pueden encontrarse con un muro de vergüenza o indecisión y otros pueden encontrar el muro de piedra y hormigón de una negativa rotunda.
Para hablar de tu fetiche con naturalidad y franqueza es importante que antes lo hayas hecho de otras cuestiones sexuales. Si no estás habituado a hablar de sexo, es posible (y casi seguro) que te resulte aterrador hacerlo. Hay que entender que no todo el mundo se siente cómodo hablando de sus secretos sexuales, sus fantasías sexuales o sus experiencias, sobre todo si quien tiene que hablar acaba de conocer y asumir todas esas fantasías hace poco tiempo.
Proponer a tu amante si quiere probar algo nuevo siempre genera algún tipo de inquietud. Si nunca has traído a colación el tema de la relación sexual con tu pareja (y sus contenidos) entonces piensa que estamos hablando de una conversación pendiente desde hace tiempo. Como siempre decimos, la comunicación sincera es imprescindible para conocerse a fondo y para, con ese conocimiento, intentar proporcionarse mutuamente el máximo placer.
Es una creencia largamente sostenida que, a fuerza de hacer el amor, a base de tener relación con la pareja, se acaba por saber qué hacer exactamente para hacerla sentir satisfecha y feliz. Nada más alejado de la realidad. Hay que tener en cuenta que nuestra sexualidad es, física y, sobre todo, mentalmente, tan personal e intransferible como nuestra huella digital. Hay que derrumbar mitos como el de la pareja perfecta que sabe lo que necesitamos sin necesidad de palabras. Las palabras sinceras de un miembro y otro de la pareja serán las que permitan al otro conocer más profundamente los mutuos anhelos y fantasías, los deseos más íntimos.
Iniciar una conversación de ese tipo puede hacerte sentir vulnerable como el cristal. Esto será particularmente cierto cuando tus prácticas fetichistas sean anteriores a tu relación o cuando eran algo compartido con parejas anteriores. Abrirse te da la oportunidad de aprender más acerca de ti o de tu amante, de saber lo que gusta o disgusta y de comprobar en qué medida cada uno de vosotros está dispuesto a hacer feliz al otro.
Si tienes que sacar el tema, sigue un consejo: invierte los papeles en tu cabeza antes de empezar. Lo más probable, si nunca habéis hablado de sexo (o lo habéis hecho poco), es que tu pareja se pregunte si siempre has tenido con ella secretos sexuales. Debes estar preparado para ello. Que la desconfianza pueda asomar el hocico es comprensible, pero también es muy probable que, a fuerza de sinceridad y palabras, puedas vencer esa desconfianza. Para hacerlo, es importante que dejes abiertos espacios de claridad en los que tu pareja pueda aventurarse para, a su vez, comunicarte sus secretos y deseos.
Cuestiones a tener en cuenta antes de confesar
Antes de confesar tus secretos sexuales más íntimos tienes que pensar en cómo puedes encarar el tema de una manera que haga que te sientas seguro. Tal vez podrías proponerle ver una película en la que, de antemano, ya sabes que va a salir una escena en la que tu fetiche tendrá un protagonismo especial. Esto te permitiría después introducir el tema. No lo introduzcas durante la película. Resultaría demasiado obvio y premeditado.
Otra técnica que puede serte de utilidad es la de aprovechar ese momento de relax tras un buen polvo para preguntar a tu pareja sobre las fantasías que puede tener. Otro modo de exponer la tuya es jugar al mercadeo de fantasías: “si tú me dices que te gusta mucho, mucho, yo te digo le que me gusta a mí”. Puede sonar un poquito tonto, pero suele funcionar en ese momento en que la pareja está, gracias al placer compartido, con las defensas bajas.
El acercamiento al tema principal (ese fetiche que quieres introducir en tus relaciones) debe producirse así: sutilmente, con suavidad. Déjate guiar por estos consejos. Seguramente, si lo haces, tu pareja no considerará extraño ni antinatural eso que tanto te gusta. Y pasará a formar, muy probablemente, parte de sus juegos más preciados.