Castigo y BDSM
Como sabemos, el BDSM no sería concebible sin la asunción de la necesidad del castigo. En un tipo de relación basada en la disciplina (toda relación BDSM se sostiene sobre un conjunto de normas y hábitos que conforman el marco de actuación de un sumiso o esclavo), cualquier quiebra de la disciplina debe ser castigada para que ésta no se resienta en sus cimientos. Una disciplina malherida conduce inequívocamente a un colapso de la relación BDSM y, con él, a su muerte o, dicho de un modo menos dramático, a su fracaso.
La parte Dominante, pues, está obligada a castigar cualquier desacato o infracción cometida por la parte sumisa. Ese castigo debe ajustar su intensidad a un principio inquebrantable: el de la proporcionalidad. Un castigo excesivo resultará tan dañino para la relación entre la parte Dominante y la parte sumisa como un castigo que, de alguna manera, se quede corto. Por eso la parte Dominante debe buscar, siempre, el castigo justo. Para conseguirlo, esa parte Dominante deberá evitar que el ánimo de venganza o la cólera por no haber sido obedecida pueda determinar la naturaleza o la intensidad del castigo.
Los castigos que puede aplicar la parte Dominante pueden clasificarse de múltiples maneras. En este artículo vamos a realizar una clasificación en la que se distinguen dos grandes grupos de castigos diferenciados entre sí por el momento en que se aplican. Los primeros, los llamados castigos inmediatos, son aquéllos que se aplican en el mismo momento en que se comete la falta que debe ser castigada. Los segundos, los denominados castigos formales, son aquéllas que se posponen a una determinada fecha.
Veamos las características principales de cada uno de estos tipos de castigos.
Castigos inmediatos
Antes de hablar del castigo inmediato en el BDSM hay que distinguir lo que es el castigo inmediato de lo que es la amonestación verbal. La segunda se aplica habitualmente cuando se produce, generalmente por descuido, una falta de protocolo. El primero se suele aplicar en casos de insolencia pública y voluntaria. Esta insolencia debe ser castigada con un castigo inmediato y ese castigo debe ser físico, breve, intenso y, por supuesto, limitado.
La finalidad última de todo castigo (y eso no hay que olvidarlo nunca) es conseguir que la parte sumisa e infractora modifique una conducta que, dentro de las normas establecidas y pactadas en el juego BDSM, sea considerada incorrecta. Sacudida emocionalmente, la parte sumisa variará ese comportamiento que la ha hecho merecedora del castigo e interiorizará las normas de comportamiento y las actitudes (maneras de saludar, posturas adoptadas, etc.) exigibles y, no lo olvidemos, pactadas de antemano por las dos partes en su contrato BDSM.
Con el castigo inmediato, la parte Dominante está imponiendo de manera inmediata y expeditiva la disciplina. La propia naturaleza del castigo inmediato hace que éste sea, en esencia, diferente a otro tipo de acciones que, en el transcurso normal del adiestramiento de la parte sumisa, emprenda la parte Dominante.
El castigo inmediato no puede ser fruto de la decepción que pueda sufrir la parte Dominante al finalizar un juego BDSM ni puede servir tampoco para corregir una situación de clara rebeldía. Si la parte sumisa se rebela claramente es porque existe algún tipo de problema que, más allá de afectarla puntualmente, daña estructuralmente a la relación. En esos casos lo que se plantea no es la corrección de una actitud sino la viabilidad misma de la relación. Un sumiso declarado en franca rebeldía viene a ser algo así como el certificado de defunción de una relación BDSM.
Castigo formal
Si el castigo inmediato es aquél que la parte Dominante aplica en el instante mismo en que la parte sumisa comete un delito, el castigo formal es aquel castigo BDSM cuya aplicación se pospone a una determinada fecha.
La principal diferencia entre el castigo inmediato y el castigo formal no es, sin embargo, el momento de aplicación de los mismos, sino la finalidad de cada uno de ellos. El castigo inmediato intenta corregir una situación puntual. El castigo formal, una actitud reiterada de incumplimiento o desacato de las reglas establecidas.
Esta actitud reiterada de incumplimiento de las normas puede plasmar la intención de la parte sumisa de imponer su voluntad o su criterio a la parte Dominante, algo que, por lógica y definición, no puede producirse nunca dentro de la relación BDSM. El tiempo que se concede a la parte sumisa antes de aplicar el castigo formal es un tiempo que debe servir a esa parte sumisa para reflexionar sobre su comportamiento y sobre la sinceridad de su entrega en la relación.
El castigo formal en el BDSM, por su propia “formalidad”, exige la existencia de un cierto protocolo. Ese protocolo suele constar de diferentes fases:
- Reconocida la necesidad de corregir el comportamiento de la parte sumisa, la parte Dominante debe hablar con ella para conocer sus motivaciones. En dicha conversación la parte Dominante debe dejar bien claro su descontento.
- La parte Dominante impone a la parte sumisa un tiempo de reflexión.
- Transcurrido el tiempo de reflexión, la parte dominante reclama a la sumisa que se persone ante ella para iniciar la imposición del castigo formal.
- La parte Dominante impone el castigo procurando en todo momento impedir que la parte sumisa se sumerja en el “subspace”. Para conseguirlo, la parte Dominante debe exigir continuamente respuestas a la parte sumisa. La parte Dominante impone el castigo procurando en todo momento impedir que la parte sumisa se sumerja en el “subspace”. Para conseguirlo, la parte Dominante debe exigir continuamente respuestas a la parte sumisa.
- Finalizado el castigo hay que evitar la práctica del “after care”, esto es, del contraste de pareceres tras la realización de la sesión BDSM. ¿Qué orden, pues, debe dar la parte Dominante a la parte sumisa en esta fase del castigo formal? La de reflexionar en soledad.
- Finalizada esa segunda fase de reflexión propia del castigo formal en el BDSM, la parte Dominante y la parte sumisa mantendrán una conversación. Con esa conversación quedará cerrado el castigo formal.
Finalmente, y para cerrar este artículo dedicado a los castigos inmediatos y castigos formales en el BDSM, recalcaremos algo de lo que ya hemos hablado en este post y que siempre debemos tener presente: que los castigos en el BDSM deben tener, siempre y sin excepciones, una función educativa.